Convocatoria de artículos

Convocatoria de artículos

Monográfico de Azafea. Revista de Filosofía, Vol. 27 (2025): Nihilismo y Tragedia.

Coordinadora: Remedios Ávila Crespo (Universidad de Granada)

 

 

En este nuevo volumen de la Revista Azafea, y bajo el título genérico de Nihilismo y tragedia, queremos proponer dos cuestiones: la primera de ellas referida al campo semántico asignado a cada uno de esos términos. Se trata de definir qué cabe entender por ambos términos, con qué definición nos comprometemos. La segunda tiene que ver con su relación: ¿son los dos términos independientes o existe, al menos en algunas ocasiones, una relación entre ellos? Y en ese caso, ¿se trata de una relación de coordinación, de dependencia, o de cualquier otra índole?

 

            Sin ánimo de exhaustividad intentemos abordar la primera cuestión y de ensayar una definición aunque sea provisional y revisable. Marx y Engels  iniciaban así su Manifiesto comunista: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma”. Pues bien, desde hace tiempo, tal vez hoy más que nunca, parece amenazar otro: el fantasma del nihilismo. Por todas partes se insinúa, avisa, apunta: en las ciencias, las artes, las humanidades, la política… Nuestra cultura crece bajo su sombra. O mejor, “el más inquietante de todos los huéspedes” parece que se ha instalado en “nuestra casa” sin ánimo de abandonarla.

 

            Esto lleva ocurriendo mucho tiempo, pero los caracteres y los efectos de ese huésped se prolongan y se agravan. Siguiendo todavía el tono y la reflexión de Marx y Engels, el nihilismo parece alimentar un estado de cosas inestable, frágil, inconsistente, vacilante: “Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado”. Hoy habitamos una “sociedad líquida”, de acuerdo también con la obra del sociólogo Zygmunt Bauman, La modernidad líquida.

 

            Y esa falta de solidez se sigue percibiendo como antes. Se percibe entre otras cosas como ausencia de sentido y de valores. También eso es el nihilismo: la constatación de una falta, de una carencia. Y, por eso mismo, de una privación, de una escasez. Si usamos la metáfora de la vida como viaje, se trata de un viaje a ninguna parte y desde ninguna parte. Como en aquel film de Bertolucci, inspirado en la novela de Paul Bowles del mismo título, El cielo protector, los viajeros se mueven sin un lugar al que volver. No hay una patria, un punto de referencia que uno abandona y que lo espera: no hay “odisea”.

También la tragedia tiene que ver con eso: con la falta de referencia. Y en este punto podemos abordar la segunda cuestión que planteábamos: la de la relación entre un concepto y otro. Prolongando la reflexión de Trías sobre la diferencia entre drama y tragedia, podríamos decir que lo trágico se experimenta como la ausencia de planteamiento y desenlace, de fin y de resolución: como si no hubiera nada más allá del nudo. Pero, además, la tragedia refleja un conflicto irresoluble, una lucha entre necesidad (de buscar un sentido) e imposibilidad (de conseguirlo). Nihilismo como ausencia de sentido y tragedia como conflicto entre lo necesario y lo imposible. Escuetamente podría decirse así. Y a esto podría añadirse que uno y otra se remontan a los albores de nuestra civilización.

            La tragedia está ya en los inicios del pensamiento occidental, hasta el punto de que tal vez no habría filosofía sin esa referencia a la tragedia. Platón, que determina su actividad como una alternativa a la tragedia (la filosofía como actividad educativa ligada a la forma escrita del diálogo, como ha enseñado G. Colli), acaba desterrando a los poetas, expulsándolos de la ciudad ideal porque no cumplen el verdadero ideal de la paideia: el conocimiento y la excelencia moral. Pero este destierro no durará mucho y Aristóteles reconoce en la Poética el servicio extraordinario que la literatura, y en particular las obras trágicas, prestan al pensamiento. Mímesis, catarsis, verosimilitud, carácter, fortuna, pasiones (miedo y compasión como pasiones propias de la tragedia)… Todo ello sirve como estímulo al pensamiento y no es en absoluto ajeno a él. Desde entonces hasta hoy, el pensamiento trágico ha explorado a fondo y desde muy diversas vías la  estrecha y profunda relación, entre literatura y filosofía.

 

            Pero volvamos de nuevo al nihilismo. Aunque el fenómeno nihilista se ha hecho más evidente desde hace un par de siglos, el interés por la nada y por el nihilismo –problemas que no hay que confundir- prolonga una doble tradición filosófica. Por una parte, la más cercana partía de Jacobi, que en una carta dirigida a Fichte en marzo de 1799 y publicada el otoño de ese mismo año, acusaba al idealismo de ser un nihilismo y concedía por primera vez a ese término un valor filosófico. El término gozaría muy pronto de gran popularidad en todo el siglo XIX, gracias a escritores como Tolstoi, Dostoievski, Turguenev, Chejov, etc. Y en esos orígenes filosófico-literarios hay que buscar el carácter negativo y crítico del término “nihilismo”. Pero es en otra tradición, más lejana, donde hay que buscar una acepción más positiva y, sobre todo, el interés por el problema de la nada. Se trata de una tradición de gran calado filosófico que desde Gorgias, pasando por Scoto Erígena, Eckhart, Dionisio Areopagita, Juan de la Cruz, J. Böhme, Angelus Silesius, Leonardo da Vinci, Francisco Sánchez, llega hasta Leibniz y continuará hasta Schelling.

 

            Eso respecto al nihilismo. Ahora bien, si hay un autor capaz de aunar en sus reflexiones los dos aspectos referidos, nihilismo y tragedia, es F. Nietzsche. Toda su obra es un buen ejemplo de ello. La universalidad y transversalidad del fenómeno nihilista fueron reconocidas por él, pero tal vez lo más llamativo es la ambivalencia que el fenómeno trágico posee: su doble valencia de enfermedad y remedio, de veneno y medicina. Aunque Nietzsche acusa en el ocaso de lo trágico el triunfo del nihilismo, es capaz de, en un salto paradójico, mostrar que en la profundización del nihilismo, en la voluntad de llevarlo hasta sus últimas consecuencias, se encierra la posibilidad de una vuelta y un renacimiento de lo trágico.

 

            Conviene referirse aquí tanto a los orígenes del nihilismo nietzscheano (“la vida no vale nada” y la influencia de Schopenhauer en su filosofía) como a sus consecuencias (la acusación por parte de Heidegger de llevar el nihilismo a su culminación). Pero también conviene confrontar su diagnóstico con nuestro tiempo y reconocer lo que este último le debe y hasta qué punto ha cumplido o traicionado las esperanzas que Nietzsche expresó en el Prólogo a la Segunda edición de La gaya ciencia:

 

“La confianza en la vida ha desaparecido: la vida misma se ha convertido en problema. ¡Que no se crea, sin embargo, que con esto uno se vuelve necesariamente sombrío! Incluso el amor por la vida es todavía posible. Sólo que se ama de otra manera”.

 

            Junto a todo ello es preciso abordar el problema de la actualidad del fenómeno nihilista: no sólo si sigue estando (que lo está), sino, y sobre todo, cómo lo está: si se trata de una prolongación, o, mucho más, de una agravamiento o recrudecimiento de una enfermedad que diagnosticó Nietzsche y cuya terapia y resolución se hallan lejanas.

 

En este monográfico, invitamos a pensar sobre estas y otras cuestiones abordadas o simplemente relacionadas con las que han sido sugeridas:

 

 

  • El fenómeno del nihilismo: Caracteres; Relación con la metafísica; Relación con el problema de la Nada; Transversalidad del fenómeno nihilista; Ambivalencias del nihilismo, Nihilismo como obstáculo o como oportunidad.
  • El fenómeno nihilista en el recorrido del pensamiento: Relación con autores antiguos y medievales y con otros como Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger, Jünger, Camus, Nishitani, Zambrano, etc.
  • Relación entre filosofía y pensamiento trágico: Concepto de lo trágico, Caracteres del pensamiento trágico; Relación entre carácter y fortuna; Pasiones trágicas
  • Relación entre filosofía y literatura (Kaufmann; Nussbaum, etc.): Tragedia y humor; Tragedia y afirmación de la vida; Tragedia y melancolía; La tragedia y la comedia desde el punto de vista de la reflexión filosófica.
  • Nihilismo y tragedia: Relación entre esos dos conceptos; Nihilismo y ocaso de lo trágico; Tragedia y superación del nihilismo.
  • Actualidad del nihilismo y del pensamiento trágico: cómo se plantea hoy y cuáles son los desafíos ante los que nos sitúa tanto el nihilismo como el pensamiento trágico.

(Remedios Ávila Crespo)

 

Abierta la recepción de artículos y reseñas hasta el 15 de enero 2025