Siempre es una buena noticia que una serie monográfica que inició su andadura en el año 2016 llegue a su sexto número. A excepción del volumen 4, que es una monografía de autoría única dedicada a la conocida como “la domus del Mitreo” de Lugo1, el resto de títulos recopilan los resultados de diferentes reuniones científicas celebradas de forma periódica en el Campus de Lugo de la Universidad de Santiago de Compostela. La obra que aquí se reseña recoge las aportaciones presentadas en el coloquio celebrado a finales de mayo de 2023 y que, bajo el título homónimo de este volumen, reunió a casi una veintena de especialistas de diferentes ámbitos académicos y países para analizar, desde un punto de vista crítico y pluridisciplinar, el papel de la ciudad como instrumento de integración y articulación de los territorios que configuraron el Imperio Romano.
Este objetivo resulta factible gracias a la renovación de los planteamientos teóricos y, muy especialmente, a los nuevos datos y hallazgos en el campo de la arqueología, la epigrafía y la onomástica, entre otros, que permiten aplicar nuevas interpretaciones a ese fenómeno físico y político que fue la ciudad y, sobre todo, mostrar la variedad de realidades que presenta esta organización política en función de las regiones en las que Roma intervino. En relación con esta cuestión, y teniendo en cuenta que resulta imposible analizar en un único volumen el papel de la ciudad para el conjunto de los territorios que conformaron el Imperio Romano, el ámbito geográfico de este estudio está dedicado exclusivamente a la parte occidental del Imperio, con Italia, Galia y, especialmente Hispania, como protagonistas. En cuanto al ámbito cronológico, es el propio devenir histórico el que condiciona los períodos a tratar, ya que los diferentes ritmos de la expansión romana hacen que en Italia el fenómeno se atestigüe desde el siglo V a. C., mientras que en el caso de los territorios septentrionales de la península ibérica hay que esperar al período augusteo.
La elección del objeto de estudio no necesita justificación, pues hay que partir del hecho de que la ciudad ha sido considerada tradicionalmente el elemento definitorio de la romanización. Precisamente, a esta cuestión, al concepto de romanización y los problemas que plantea este fenómeno en relación con la cuestión institucional, dedica el primer capítulo el profesor Gino Bandelli («Di nuovo sulla categoria di romanizzazione. Terminologia istituzionale di tipo romano in epigrafi indigene dell’Italia transpadana (II-I secolo a. C.)», pp. 15-34), que, a modo de capítulo introductorio, abre el volumen. Tomando como referencia la Transpadana durante los siglos II-I a. C., el autor italiano aborda dichas cuestiones mediante un planteamiento tripartito. En primer lugar, realiza un sintético recorrido sobre los problemas que ha planteado y sigue planteando el propio concepto de romanización a nivel historiográfico. A continuación, analiza el proceso de conquista y asimilación de la Galia Transpadana por parte de Roma para, finalmente, examinar cuatro casos epigráficos muy significativos de cara a identificar el proceso de latinización/romanización de esos territorios. Se trata del uso del término lekatos (=legado), la denominación opiterginorum en balas de honda, la presencia del término miles en una inscripción véneta y el análisis de una serie de testimonios epigráficos referidos a libertos. A partir de estos elementos, el autor considera que no es posible plantear una penetración de lo latino en estas tierras de una forma generalizada ni con las mismas pautas y, mucho menos, establecer una secuencia cronológica fiable de ese proceso.
El volumen se ha estructurado en tres grandes bloques o secciones que tienen como hilo conductor la civitas en su sentido más amplio: desde el marco teórico hasta su compleja funcionalidad. Tras el capítulo introductorio del profesor Bandelli, que queda fuera de esas tres secciones, se inicia propiamente la primera de ellas, titulada A Paisaxe urbana: o impulso de Roma (pp. 36-189), centrada en aquellos casos de ciudades en cuya formación intervino de una forma u otra Roma.
La primera aportación de este bloque la lleva a cabo Monica Chiabá, que analiza el marco de las relaciones de varias fundaciones coloniales en Italia con los habitantes que ocupaban los territorios donde se llevaron a cabo esas deductiones («Note storiche sulle modalità d’interazione fra coloni e veteres incolae nella colonizzazione romana di età repubblicana» (pp. 37-52)). Tomando la disolución de la liga latina del 338 a. C. como punto de inflexión de ese proceso, la autora examina diversos casos de colonización a lo largo de más de tres siglos para identificar el grado de alteración que ese fenómeno causó entre las poblaciones autóctonas. Este análisis de larga duración y de amplia casuística permite identificar una serie de patrones, aunque también diferencias, en la actuación romana sobre las comunidades preexistentes en función de un conjunto de variantes que no sólo tuvieron que ver con el tipo de fundación sino también con las diferentes realidades que presentaban las poblaciones que recibían las fundaciones coloniales.
A este mismo tema, el papel de la colonización, aunque en este caso en Hispania, está dedicado el trabajo de Ángel Ventura Villanueva («Veinte años de estudios sobre la colonización en Hispania Ulterior: el caso de colonia Patricia Corduba» (pp. 55-81)). Para analizar dicha cuestión, el autor se centra en el ejemplo concreto de la antigua Corduba, examinando con detalle todas las cuestiones asociadas a la configuración de esta colonia, tomando como referencia tanto la tradición historiográfica como los nuevos hallazgos arqueológicos y epigráficos habidos en los últimos años. En relación con esta última cuestión, resulta muy interesante el análisis que hace del pedestal de L. Manlius L. f. L. n. Gal. Bocchus, ya que permite perfilar la cronología de la segunda deductio de Corduba.
Otra colonia, en este caso en la Galia Narbonense, es objeto de examen por Sandrine Augusta-Boularot («La colonie romaine de Narbonne: un moteur de la “romanisation” en Gaule du Sud? Réflexions sur les processus de “romanisation” en Gaule méridionale» (pp. 83-109)). En claro paralelo con el trabajo previo, la autora contextualiza la fundación de Narbo Martius en el proceso de la intervención de Roma en el sur de la Galia para centrarse, a continuación, en el papel de esta colonia en la romanización de la zona. Muy sugerente es el análisis que lleva a cabo sobre la “heleno-italización” de la provincia como fase previa a la propia italización y romanización.
Continuando con las ciudades creadas por Roma, llega el turno de análisis de aquellas que no constituyen una imagen directa y a pequeña escala de la Urbs, que no surgieron como núcleos privilegiados desde el punto de vista jurídico, pero que, en la práctica cumplieron esa misma misión: integrar y articular un territorio desde el punto de vista político, social, económico y administrativo. William Van Andringa toma como ejemplo de ese proceso la civitas de Lugudum de los convenos («Lugdunum, ville des Convènes» (pp. 111-129)), a la que dedica un estudio completo, principalmente de tipo arqueológico, que va desde la topografía y el paisaje natural previos a la configuración de esta ciudad hasta las modificaciones acaecidas en la etapa final del dominio romano durante los siglos IV- V d. C. Cabe destacar el análisis detallado que el autor lleva a cabo de los diferentes elementos que caracterizaron el paisaje urbano de esta ciudad, tanto del núcleo político como de su territorium, apoyado en los últimos hallazgos y trabajos de arqueología del paisaje y que hacen de esta aportación la actualización más completa disponible sobre este lugar.
Un análisis similar, aunque en esta ocasión en el noroeste de la península ibérica, es el que llevan a cabo Francisco Folgueira Ríos, María Dolores Dopico Caínzos y Juan Santos Yanguas sobre Lucus Augusti («Lucus Augusti, la formación de una ciudad» (pp. 131-164)). Frente al capítulo anterior, centrado en el elemento arqueológico, esta aportación analiza esta fundación augustea desde un enfoque amplio, ya que, además de prestar atención a los elementos físicos y materiales de la civitas, examina también las funciones de tipo político y administrativo que cumplió en la zona. Resulta obligado destacar las aportaciones de este trabajo en el apartado del urbanismo, donde se recogen los hallazgos e investigaciones más recientes sobre el tema que permiten conocer mejor la estructura urbana y la evolución de esta ciudad. Parte de esas funciones son analizadas a partir de la rica y abundante epigrafía procedente de la ciudad y su entorno.
Bracara Augusta, la otra ciudad importante del noroeste y que también fue sede conventual, es objeto de estudio por parte de Manuela Martins y Fernanda Magalhães («Bracara Augusta e a organização do território do convento bracaraugustano» (pp. 167-189)). En este caso, el estudio trasciende la comunidad urbana de Bracara Augusta para ampliarlo al conventus Bracarensis. De nuevo, nos encontramos ante una fundación augustea tras la finalización de la conquista de cántabros y astures en una clara muestra de la reorganización y ordenación de los territorios y comunidades del noroeste hispano llevada a cabo por el fundador del Principado. Precisamente, en relación con esa articulación del territorio, las autoras llevan a cabo un interesante análisis de los diferentes tipos de asentamientos y su jerarquización que asocian a la fuerte identidad de las comunidades allí asentadas, pero también a la variedad de recursos empleados por Roma en ese proceso de integración.
El segundo bloque del volumen está dedicado a las transformaciones de las comunidades locales–A adaptación das comunidades peregrinas (pp. 190-274)– y se abre con la aportación de Gonçalo Cruz dedicada a la revisión de conceptos asociados a la evolución y transformación de algunas de las comunidades locales a partir de su contacto con Roma («Repensando a influência romana no urbanismo dos castros do noroeste português» (pp. 191-208)). Para ello toma como modelos los casos de Citânia de Briteiros y Castro de Sabroso, ambos en Guimarães. Tras un análisis y relectura de los restos materiales y de los trabajos previos sobre ambos lugares, el autor plantea una nueva interpretación en relación con la evolución de estos asentamientos, considerando que algunas de las transformaciones, especialmente aquellas que tienen que ver con el fenómeno urbanizador o protourbanizador, fueron, en parte, resultado de las propias dinámicas internas de esas comunidades y no solo de la actuación de Roma.
Ángel Villa Valdés y Almudena Orejas Saco del Valle se centran en examinar los procesos empleados por Roma para la integración de los territorios al norte de la cordillera cantábrica, correspondientes a los conventus astur y lucense («Convergencias y divergencias en la configuración de civitates en el Cantábrico astur-galaico. Una lectura arqueológica» (pp. 211-237)). El empleo del término procesos en plural por nuestra parte no es accidental y tiene como objetivo mostrar la variedad de sistemas que empleó Roma en esta zona. Para los firmantes de este trabajo, esas diferencias en los métodos se debieron a la diversidad de situaciones preexistentes, pero también a los propios intereses de Roma, asociados mayoritariamente a la explotación de los recursos materiales y humanos de esta región. La combinación de ambos elementos dio como resultado una amplia variedad de formas de incorporación, administración y control de estos territorios en el sistema romano.
Un análisis similar, aunque en un contexto y cronología distintos al trabajo anterior, es el que plantea Oriol Olesti Vila para los ceretanos, pueblo ibérico que ocupó la comarca de la Cerdaña, a ambos lados de Los Pirineos («La integración de los Ceretanos al modelo urbano (s. II a. C.-I d.C.): Nuevos datos para la definición de un modelo» (pp. 239-274)). Una de las ventajas que presenta el estudio de este caso es la existencia de una secuencia histórica completa y bien documentada, tanto a nivel arqueológico como epigráfico, que permite reconstruir el proceso de inserción de esa comunidad desde sus primeros contactos con Roma hasta su asimilación en el sistema romano, con la configuración de Iulia Libica y su posterior promoción a municipio de derecho latino.
Llegamos así al último bloque de este libro, titulado A cidade e a integración indíxena (pp. 276-391), en el que se analizan diferentes aspectos de ese proceso de inclusión de las comunidades indígenas en el sistema romano. El primero de los trabajos resulta muy interesante, ya que analiza el elemento religioso de esas comunidades como un elemento identificador de esa transformación. Bajo el sugerente título «Il silenzio degli dèi indigeni» (pp. 277-292), Emanuela Murgia lleva a cabo un examen sintético sobre las manifestaciones religiosas de las comunidades en el norte de Italia y en la zona de Istria de cara a determinar las implicaciones que, a nivel de romanización, representa la ausencia de determinados cultos/divinidades locales en las manifestaciones religiosas de esas sociedades. Para la autora, más que un síntoma de una resistencia o de una asimilación de la religión romana por parte de las poblaciones locales, este fenómeno es el reflejo de la variedad y de la complejidad de relaciones que se establecieron entre Roma y esas comunidades.
En el ámbito religioso se inserta también la aportación de Santiago Martínez Caballero, quien pone su atención en el papel de los santuarios en la configuración y desarrollo de cinco civitates de la Celtiberia romana: Termes, Confloenta, Clunia, Segovia y Numantia («Ciudad y santuario en la Celtiberia del Duero: comunicación religiosa y transformación ideológica» (pp. 295-325)). Hay que tener en cuenta que nuestros conocimientos acerca de esas manifestaciones resultan muy desiguales en función de los trabajos llevados a cabo en esos asentamientos, Así, mientras la antigua Termes aporta los datos más completos y la secuencia mejor documentada en este campo, circunstancias que permiten analizar bien ese proceso, en el caso de la antigua Segovia los conocimientos en esta materia son más escasos y provienen mayoritariamente de la arqueología de gestión y de la epigrafía conservada, no pudiendo reconstruir ese proceso de la misma manera. A pesar de esas diferencias, el autor realiza un estudio del papel de los santuarios, tanto de los urbanos como de los extraurbanos, en el proceso de incorporación de esas comunidades en el sistema romano.
Manuel Salinas de Frías dedica su aportación a la integración de las aristocracias lusitanas en el período cesariano-augusteo, un período clave en la redefinición de las comunidades locales y su posterior inclusión en el sistema político romano y unos protagonistas sin los que resulta imposible entender todo ese proceso («Adhesión e integración de las aristocracias lusitanas a Roma en el horizonte cesariano-augusteo» (pp. 327-347)). El autor lleva a cabo un estudio detallado del comportamiento y de la relación de las elites locales con Roma a partir de elementos como la onomástica, y asociada a ella la epigrafía y la numismática, pero también tomando como referencia determinadas manifestaciones materiales, indicadores muy significativos de los cambios operados en el seno de esos grupos y, consecuentemente, de las comunidades que regían. Dicho análisis permite identificar una amplia variedad de circunstancias en ese proceso en territorio lusitano, con especial atención a la parte septentrional, donde se constata un mayor peso de las comunidades locales, reflejo de la complejidad que alcanzó la integración de las aristocracias locales en el marco de la civitas.
También a la integración de los indígenas en el marco de la ciudad, aunque en este caso en el ámbito cantábrico, concretamente en la zona comprendida entre el río Sella y el Bidasoa, está dedicado el trabajo de Alicia Ruiz Gutiérrez y de José Manuel Iglesias Gil («Evidencias de la integración de los indígenas en las ciudades del Cantábrico oriental en el Alto Imperio Romano» (pp. 349-369)). Esta contribución resulta un complemento perfecto a la de A. Villa y A. Orejas, pues las características de este territorio marco resultan muy similares al otro, definido, desde el punto de vista geográfico, por una compleja orografía y una vertiente marítima y, desde el punto de vista histórico, por haber sido la última región de la península ibérica en formar parte de la órbita romana. Estos rasgos convierten a estas tierras en un interesante banco de pruebas para examinar la puesta en marcha del marco cívico romano en Hispania. La autora y el autor analizan tres ámbitos de ese proceso, tomando como referencia la ciudad, tanto en su vertiente de urbs –configuración material– como política, donde la epigrafía y, a partir de ella, la onomástica adquieren todo su protagonismo. El resultado es la constatación, una vez más, de una variedad de realidades y de diferentes ritmos de la civitas como medio de asimilación de estos territorios en el sistema romano.
Un análisis distinto, aunque complementario al resto de trabajos, es la contribución de José María Vallejo Ruiz, centrada en el análisis de la onomástica lucense y su comparación con otras regiones limítrofes («Indígenas y romanos: algunos rasgos de la onomástica lucense» (pp. 371-391)). Su inclusión en este libro está sobradamente justificada, pues, como ha podido comprobarse a lo largo de estas líneas, la onomástica constituye uno de los elementos clave a la hora de comprender la integración de las poblaciones locales en el sistema romano. Esta aportación está dividida en dos partes bien diferenciadas. La primera presenta un marcado carácter metodológico, donde se expone la situación actual de los estudios onomásticos, con especial atención a las bases de datos disponibles sobre la materia, las dificultades y posibilidades que presenta su uso en relación con el estudio de la onomástica y su aplicación a otras disciplinas. La segunda parte consiste, precisamente, en el empleo de esos recursos en el caso concreto del conventus Lucensis. El resultado del mismo es la constatación de una serie de particularidades en el ámbito de la antroponimia de este territorio que, según el autor, constituye un buen punto de partida para llevar a cabo futuros estudios complementarios que permitan explicar esas diferencias en el plano socio-político.
Al igual que los otros volúmenes de esta misma serie, la edición está muy cuidada y merece destacar el importante y esmerado aparato gráfico que presenta. Somos conscientes de que cada autor/a es el encargado de seleccionar el material para su aportación, circunstancia que explica la falta en algunos capítulos de ese aparato gráfico y de cartografía, elementos que habrían enriquecido algunas de las aportaciones. Esta cuestión no desmerece, en ningún caso, el valor y calidad de la obra ni la labor de los editores.
Como ha podido comprobarse a lo largo de estas líneas, el volumen presenta una completa y variada visión del papel de la ciudad en el proceso de configuración del dominio de Roma, un proceso que, como ponen de manifiesto las diferentes contribuciones aquí recogidas, presenta una casuística muy variada y compleja. Esta complejidad justifica por sí misma la aparición de este libro, que se ve reforzada por los nuevos planeamientos historiográficos y los más recientes hallazgos en este campo.
Esta obra no es un punto y final en relación con el tema propuesto, sino, muy al contrario, un punto de partida a partir del cual continuar reflexionando sobre una realidad que constituye uno de los ejes esenciales e ineludibles a la hora de afrontar el estudio de la antigua Roma.
Juan José Palao Vicente
Universidad de Salamanca
palaovic@usal.es
_______________________________
1 Rodríguez Cao, Celso. La domus del Mitreo. Un enclave singular en Lucus Augusti. Lugo: Servizo de Publicacións da Deputación de Lugo (Philtáte, 4. Studia et acta antiquae Callaeciae), 2021.