La obra que reseñamos en las siguientes páginas surge a raíz de la celebración el 3 y 4 de marzo de 2022 de un seminario cuya relevancia y necesidad en la actualidad académica es evidente por las tres principales cuestiones que protagonizan el subtítulo: mujeres, memoria y paz. Virtuosamente dirigido por los investigadores FPU del Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Granada, Carmen María Ruiz Vivas y David Sierra Rodríguez, distintas investigadoras prolíferas e influyentes en el panorama nacional e internacional participan conjuntamente para tratar estos tres aspectos. Con el telón de fondo común de los estudios de género y la tan necesaria búsqueda de visualizar y reivindicar el papel femenino en la historia antigua, los capítulos de este volumen tratan de poner en sintonía la memoria y la paz como vía para entender mejor la construcción de los discursos de género e ideológicos que surgieron en torno a la feminidad y su relación con estas dos realidades en el mundo grecorromano.
El volumen comienza con el capítulo introductorio de los dos editores de esta obra denominado “Feminizar la historia a través de la memoria y la paz en el mundo clásico: aproximaciones historiográficas y conceptuales” en el que nos presentan unos antecedentes a la realidad de esta obra, tanto en el estudio de las mujeres como de la paz y la memoria, así como los marcos metodológicos en el que se ajustan las propuestas de este volumen. La memoria, por un lado, debemos entenderla como la forma en la que una comunidad entiende y recuerda su pasado. Así, se confecciona una identidad e ideología común, lo que la convierte una de las herramientas más importantes del patriarcado. En este sentido, es de gran importancia acudir a la parte femenina de estos ejercicios de memoria ya que en ellos tuvieron un gran papel activo, aprovechando las grietas del sistema. En este punto encontramos la relación de la paz y la memoria presentada en este libro ya que es a través de la actividad y papel de las mujeres en la búsqueda activa y construcción de la paz por la cual se creó un modelo ideológico de la paz entendido con lo femenino. De tal forma, estos dos elementos, memoria y paz, con el punto de unión común que sería el estudio de género y la Historia de las Mujeres, se analizan en estos capítulos bajo un mismo escenario, la ciudad antigua, es decir, la comunidad cívica y lo que se entiende como tal, en el mundo grecorromano.
A continuación, encontramos el capítulo “La paz, más allá de la guerra. Las mujeres y las dimensiones de la paz en las sociedades antiguas”, escrito por Cándida Martínez López, catedrática emérita de la Universidad de Granada. Este capítulo se centra en analizar las raíces de la conexión entre la paz, la feminidad y las mujeres en Grecia y Roma. Para ello, en primer lugar, nos presenta un marco teórico amplio en el que observamos la paz como herramienta analítica para el mundo antiguo. En segundo lugar, la autora presenta la capacidad de agencia de las mujeres para promover, construir y hacer formas de paz. De tal forma, con estos dos análisis, se nos presentan los marcos por los que se confeccionó la identidad de las mujeres y lo femenino en relación con la paz, pero no solo en negación de la guerra, también en relación con otras ideas positivas como la fertilidad, la abundancia, la felicidad, la tranquilidad y la necesidad y la responsabilidad cívica de las mujeres de interceder en los conflictos y la capacidad de agencia femenina.
El siguiente capítulo, “Luces y sombras de Antígona. El concepto de piedad”, redactado por Remedios Ávila Crespo, catedrática de la Universidad de Granada, nos presenta un análisis filosófico sobre la conceptualización de la piedad según Sófocles. Éste la identifica con una doble vertiente: el respeto a los dioses y el respeto a los antepasados. En este sentido, Remedios Ávila intenta identificar tales valores encarnados en la figura de Antígona, cuya principal virtud es el coraje y piedad hacia las leyes naturales y los antepasados, desestimando su propia vida en pro de cumplir con los designios naturales que, considera, han de estar por encima de cualquier ley cívica. Por otro lado, es de gran interés este capítulo al poder vislumbrar la concepción contemporánea que el dramaturgo dibuja sobre las mujeres y cómo representa los valores feminizados de la defensa de la familia, del hogar y de los cuidados. Esto es así ya que las presenta en el personaje de Antígona como las indicadas para la defensa de las leyes naturales, protectoras de la piedad familiar y, sobre todo, agentes con el coraje y la fuerza de ir contra el poder dominante.
En cuarto lugar, David Sierra Rodríguez, investigador FPU de la Universidad de Granada y editor de este volumen, nos presenta “Memoria y olvido de las mujeres: la naturalización del consenso y de Atenas en el siglo VI a. C.”, en el que nos expone una reveladora propuesta de la reordenación de la jerarquía de género y la marginación del género femenino a unos espacios marcados por lo doméstico y los cuidados que conllevaron su práctica desaparición e invisibilización a partir de ese momento. Esta cuestión surgiría como consecuencia del consenso por la reordenación del demos ateniense durante el gobierno de Solón y su ejercicio de naturalización a través de la memoria colectiva. La base de esta situación se daría debido a la eliminación de la tierra como elemento de privilegio que otorgaba ciudadanía. En el momento en el que se aceptó e integró en la comunidad ciudadana a personas sin posesión agraria, la relación que tenía con las mujeres cambió radicalmente. En resumen, David Sierra, con este profundo estudio sobre la manipulación y creación de la memoria social, muestra cómo la naturalización de los discursos a favor de la lucha por la desigualdad social provocó la naturalización y extensión de la jerarquía de género.
María Cruz Cardete del Olmo, profesora titular de la Universidad Complutense de Madrid, en el siguiente capítulo, “Construyendo paisaje como memoria social en la Antigua Grecia: el culto a Pan en El Misántropo de Menandro” se centra en la cuestión de cómo el paisaje, más allá que simple geografía, se construye en relación con la memoria de una comunidad y juega un gran papel a la hora de la identificación cultural. La autora presenta, por tanto, la teoría del paisaje en relación con la memoria social y colectiva y cómo toman agencia directa en los discursos de poder del sistema. Para ejemplificar con mayor amplitud esta cuestión y relacionarlo con lo femenino, se acerca a la religión, tomando como principal ejemplo los rituales y paisajes relacionados con el culto al dios Pan que presenta Menandro en su obra El Misántropo. A través de un ejercicio de desnaturalización y análisis detallado como realiza María Cruz Cardete en estas páginas se puede observar a la perfección cómo estos discursos se apoyan continuamente en la construcción de los paisajes y la memoria.
Continuando con la representación de las mujeres en el teatro griego, Miriam Amparo Valdés Guía, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, presenta el artículo “Las mujeres y la paz: espacios de solidaridad femenina en la comedia y en la realidad cultual de la Atenas Clásica”. En estas páginas, la autora nos presenta a través del análisis de diferentes fragmentos de la comedia ateniense y fuentes documentales dos vertientes de la representación y capacidad de agencia de las mujeres atenienses. Por un lado, la representación e identificación de lo femenino con la diosa de la Paz, Eirene, y todo lo que se le asimila y cómo se manifiesta en la comedia de Aristófanes. Por otro lado, analiza los rituales dionisiacos como espacios de solidaridad femenina, atendiendo así a los momentos y márgenes de movimiento por los cuales las mujeres podían relacionarse y nutrir los valores femeninos ya que se relacionan en todo momento con estas atribuciones femeninas relacionadas con la paz y la reconciliación, expresadas en la felicidad, fiesta, vino, sexualidad y matrimonio. El objetivo con este doble análisis es mostrar que tras la ficción del teatro podemos observar un reflejo de la realidad ateniense, es decir, Aristófanes tiene una base real respecto a lo que presenta, acudiendo la autora a estas fuentes documentales para ello.
El último capítulo dedicado a la historia y la mujer griega es presentado por María Dolores Mirón Pérez, profesora titular de la Universidad de Granada con el artículo “Mujeres que unen: dos Apolonis en la memoria de Cícico”. En este capítulo se analiza la vida de dos mujeres procedentes de la misma ciudad, Cícico, con el mismo nombre, Apolonis, que tuvieron gran relevancia para la memoria social de la ciudad por sus prácticas de paz reconocidas. La primera Apolonis fue la reina de Pérgamo, casada con Átalo I y madre de los atálidas, recordada por ser el puente que permitió el acercamiento y los pactos entre esta polis y Pérgamo. En consecuencia, se le hizo en su ciudad natal un templo repleto de un gran simbolismo femenino, maternal y cívico. La segunda Apolonis, posterior en el tiempo a la primera, fue una sacerdotisa de Artemisa Pitia. Su importancia en la ciudad se evidencia por la inscripción epigráfica fragmentada en la que se le concede una serie de honores públicos post mortem de una calidad y excepcionalidad que sorprende, por lo que debió ser en vida una figura de influencia política de primer grado y con una agencia clave en la reconciliación entre los habitantes y Roma. Lo que nos muestra con gran acierto este capítulo es la verdadera posibilidad de agencia que se permite a ciertas mujeres de la aristocracia y los planos por donde pueden moverse dentro de sus límites, además de mostrar la realidad de que se las recordaba y alababa por sus acciones en exclusividad y de forma individual.
El primer capítulo dedicado al mundo romano, escrito por Hannah Cornwell, de la Universidad de Birmingham, y denominado “Constructions of peace in the political lanscape of the Late Roman Republic”, se centra en los acontecimientos justamente posteriores y los debates e intentos por conseguir alcanzar la concordia y la paz en el año que siguió a los idus de marzo del 44 a.C. Cornwell se centra principalmente en la visión que presenta Cicerón de los acontecimientos y las críticas que presenta hacia Marco Antonio, protagonista del primer intento de hacer la paz con los tiranicidas y de un viraje desde esta falsa propuesta de paz hacia una beligerancia contra éstos y el Senado, convirtiéndose en el principal hostis del Estado según Cicerón. Nos presenta estas cuestiones centrándose en las Filípicas, obras que redactó Cicerón contra Marco Antonio a raíz de una serie de intercambios de discursos en el Senado, reunido en el Templo de la Concordia a orden de Marco Antonio, entre septiembre del 44 a.C. y febrero del 43 a.C. Al tiempo, analiza los métodos y complejos mecanismos para alcanzar la paz y los diferentes elementos propios de la diplomacia romana para obtener estas conciliaciones, además de los simbolismos y discursos contradictorios que constantemente jugaban estos líderes políticos en torno a los significados de la paz a finales de la República.
A continuación, contamos con el capítulo de Carmen María Ruiz Vivas, investigadora FPU de la Universidad de Granada y la Universidad de Bologna y coeditora de este volumen con el capítulo “Madres por la paz en la crisis de la República romana: discursos y prácticas de poder femenino”. Este capítulo se centra en el análisis de la dualidad de género característica del mundo romano en la que lo bélico corresponde a lo masculino y la maternidad a lo femenino, además de las contradicciones que surgen respecto a esta dualidad ya que las mujeres han de fomentar esta belicosidad, pero son las principales afectadas y sufridoras de ésta en momentos de crisis. En este sentido, la autora, en primer lugar, analiza esta ideología de género y sus contradicciones, procediendo, a continuación, a observarlas en el caso práctico de Mucia y Julia, madres de Sexto Pompeyo y Marco Antonio, respectivamente. Con este caso práctico muestra esta ideología y la agencia que a estas matronas se les reconocía a la hora de las prácticas de paz. Finalmente, a raíz de este caso práctico, analiza las herramientas usadas por las mujeres para llevar a cabo esta agencia para la paz, normalmente de calidad emotiva y sentimental, lo que las convierte en efectivos agentes activos de la paz. En definitiva, la autora nos presenta un análisis sobre la ideología de género relacionada con la maternidad y la paz y las herramientas por las que llevaban a cabo esta agencia activa.
En penúltimo lugar, tenemos el capítulo de Francesca Cenerini, catedrática de la Universidad de Bologna, denominado “La scrittura su pietra delle donne romane: innovazione o tradizione?” en el que se analiza, desde la epigrafía, algunas de las fórmulas de visibilización y de ejercicio de prestigio y poder que las mujeres en época augusta podían ejercer, es decir, el evergetismo, potenciado por el mismo emperador. De tal forma, las mujeres con riqueza y capacidad de gestión podían invertir su patrimonio en la reconstrucción del Imperio y dejar su impronta y memoria grabada en piedra. En relación con esto, la autora analiza las innovaciones al respecto y la capacidad de gestión de las mujeres, centrándose en la fórmula nomine suo que expresa la individualidad femenina. Para ello acude a diversos ejemplos en los que podemos observar estos casos de emancipación femenina y evergetismo como son las inscripciones de Maria Procilla o Dusmia Numisilla. A propósito de exponer estas cuestiones, la autora demuestra el poder económico femenino, así como, la libertad de gestión que pudieron obtener gracias a las nuevas circunstancias que el nuevo sistema político del Principado acarreó para algunas mujeres.
La obra cierra, siguiendo esta línea cronológica desde la Grecia Clásica hasta la Tardoantigüedad, con el capítulo “Mujeres y paz en el cristianismo antiguo: innovaciones y pervivencias respecto al imaginario grecorromano” de Purificación Ubric Rabaneda, profesora titular de la Universidad de Granada. En este pionero estudio, la autora nos presenta hasta qué punto se continuó esta relación de lo femenino con la paz en el ámbito del cristianismo primitivo, tanto en su génesis como en sus diferentes etapas históricas. La principal conclusión que es necesario adelantar es que la herencia y la continuación es evidente, aunque adaptada a la realidad y la ideología cristiana, como la identificación de la paz y la búsqueda de la misma como el modelo de las mujeres, sobre todo reinas que presentan la misma idea e identificación de la obligación y papel de las mujeres como pacificadoras, mediadoras y garantes de la paz o la visión de éstas como encargadas de la caridad y los cuidados. No obstante, Purificación Ubric no solo habla de las continuidades, también de las diferencias e innovaciones. Por un lado, presenta la identificación de Cristo como paz manteniendo aún ciertos elementos femeninos. En segundo lugar, la cuestión de la paz como pilar de la ritualidad e idiosincrasia cristiana. En tercer lugar, la idea de la paz interior, en la que se podría detectar como una primera ocasión en la que es igual tanto para mujeres como hombres y, finalmente, la reveladora visión de la paz y su unión de género en el cristianismo gnóstico. En definitiva, un capítulo que cierra esta inspiradora obra con un perfecto broche que une la antigüedad clásica y la Europa de los reinos cristianos.
La lectura de estos capítulos nos muestra cómo la agencia activa por la paz y acción femenina en general jugó un gran papel dentro de la formación de la comunidad cívica y de la cultura antigua, sobre todo en la construcción de una ideología y modelo femenino de gestión y acción en relación con la paz, defensa de los vínculos de la comunidad y la unidad y los diferentes valores positivos y de bienestar que se le asocian. En la gestación de estos modelos, la memoria se presenta como una de las mejores herramientas, como también se podrá observar en la lectura de este volumen. Atendiendo a esta realidad, obras como la que acabamos de reseñar se muestran de gran importancia ya que resaltan la necesidad y utilidad de un estudio contextualizado y metódico de la realidad femenina en la Antigüedad para acabar y reescribir discursos anticuados en los que la mujer aparece en un plano tan secundario. De tal forma, se obvia una realidad que, como podemos observar en este libro, juega un papel esencial en las bases de ambas culturas, ya que poseían una agencia activa, aprovechándose de las grietas y fisuras que el propio patriarcado y los discursos oficiales abrían. A razón de todo esto, esta lectura se presenta necesaria y obligada a cualquier interesado o investigador dedicado al mundo antiguo y a la cultura grecorromana ya que no solo muestra una realidad, la femenina, muchas veces desestimada u obviada en otros trabajos y estudios, también nos muestra unos campos de trabajo como pueden ser los estudios de la memoria o de la paz, que pueden despertar nuevos intereses a la nuevos iniciados o investigadores y potenciar su necesaria y merecedora proliferación.
Pablo Molina del Jesus
Universidad de Granada
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