HARLOW, Mary y LARSSON LOVÉN, Lena (eds.). Age, Ages and Ageing in the Greco-Roman World. Newcastle Upon Tyne: Cambridge Scholars Publishing, 2022, 275 pp. [ISBN: 978-1-5275-8120-3]

Este volumen colectivo plasma algunas de las contribuciones presentadas en la 8th ARACHNE Conference, celebrada en octubre de 2017 en el Wallenberg Center de la Universidad de Gotenburgo. Estructuralmente, la obra consta de 16 capítulos agrupados en tres grandes apartados. Estos se encuentran precedidos de una introducción en la que, además de delinearse la metodología seguida por la mayoría de los trabajos, se ofrece un breve resumen de los contenidos de cada contribución.

La primera sección, titulada “Children, Childhoods, and Becoming Adult in the Greco-Roman World”, se encuentra integrada por siete capítulos. El primero de ellos, a cargo de Hollister Pritchett, se detiene en la representación artística de la infancia de los sátiros. A través del análisis de, aproximadamente, un centenar de piezas cerámicas, el texto demuestra con solvencia no solo la otredad de esta criatura mitológica, sino que incide, también, en los procesos socializadores que —a imitación de los humanos— llevan al sátiro niño desde la infancia hasta la edad adulta. El segundo capítulo, firmado por Louisse Pratt, se detiene en la infancia del dios Eros, hijo de Marte y Afrodita, para afirmar cómo, a lo largo de la historia griega, pasó de ser representado como un joven a imaginarse como un niño o, incluso, un bebé. Pese a este endulzamiento de su imagen, la aparente inocencia de Eros seguirá escondiendo, siempre, un peligro latente, tanto para el erastés como para el erómenos. Seguidamente, Katerina Ladianou realiza un interesante análisis de corte filológico a través del que demuestra cómo Alcmán, un famoso poeta espartano del siglo VII a. C., no solo representó la voz femenina de los coros como diferente a la humana —utilizando, para ello, una variada serie de metáforas—, sino que, también, nunca llegó a recoger su aspecto real. Paradójicamente, el coro, para poder expresarse, termina adoptando el lenguaje masculino, aspecto que refuerza la subordinación de las mujeres dentro de una sociedad patriarcal. El cuarto capítulo, obra de Jaakkojuhani Peltonen, constituye un interesante análisis de distintos episodios de la infancia de Alejandro Magno tal y como aparecen en las obras de varios autores antiguos. Pese a que el futuro conquistador del Imperio Persa se comporta, en muchas ocasiones, como un puer senex, otras veces actúa de manera acorde a su edad biológica. Para Peltonen, la admiración sentida ante la figura de Alejandro es una muestra más de las altas expectativas que las familias aristocráticas depositaban en sus hijos varones. A continuación, Mikael Johanson analiza la vida estudiantil en la Atenas del siglo IV d. C. utilizando, para ello, las obras de algunos de los autores que estudiaron allí. Del estudio de las fuentes escogidas se desprende que, si bien los estudiantes más jóvenes, como Eunapio de Sardes, tendían a recordar sus años en Atenas de una forma positiva, los estudiantes más mayores —con más de veinte años— se inclinaban por la actitud contraria, al criticar tanto a sus profesores como a sus compañeros estudiantes a causa de su estilo de vida disipado. El siguiente capítulo, escrito por Marianna Thoma, aborda, a través de un análisis papirológico, cómo podría ser vivir en una familia pobre dentro del Egipto romano. Su estudio parte del análisis de varios contratos de aprendizaje para incidir, a continuación, en las prácticas de la dación en prenda —cuando no venta— de niños a causa de deudas contraídas por sus padres. El análisis de los papiros nos muestra tanto a hijos agradecidos con sus padres como a otros que lamentan su indiferencia hacia ellos. La sección se cierra con el trabajo conjunto de April Pudsey y Ville Vuolanto, en el que los autores analizan más de 7000 papiros hallados en Oxirrinco para ilustrar algunas de las formas en las que los jóvenes de ambos sexos experimentaban el proceso de hacerse adultos. Así, junto a la “ansiedad” detectada en los sectores más acomodados por inscribir a los jóvenes en el “grupo metropolitano” y en el “gimnasio”, se aborda, también, la importancia de algunos eventos sociales en la progresiva conformación de sus identidades. Sin embargo, se recuerda que, en el caso de los sectores menos privilegiados, el tránsito hacia la edad adulta tenía lugar de manera mucho más abrupta, a través del trabajo y/o el matrimonio.

La segunda sección, “Adulthood, Age and Gender in Roman Society” se compone de cinco capítulos. El primero de ellos, escrito por Lisa Hagelin, analiza el matrimonio y la paternidad como expresiones de la masculinidad en los epitafios de los libertos romanos. El texto se sustenta sobre la base de que los antiguos esclavos otorgaban gran importancia a la representación de su recién adquirida masculinidad, oponiéndola a su anterior subordinación. Ello motivó que, en una clara imitación de la ideología de la élite, decidieran reforzar su identidad mediante la valorización del matrimonio y su papel como paterfamilias. El siguiente capítulo, elaborado por Marja-Leena Hänninen, analiza el papel central jugado Livia en la articulación de la familia imperial, estudiando, en particular, sus relaciones con otras mujeres como Octavia, Julia, Agripina la Mayor, Antonia la Menor y Agripina, la madre de Nerón. Lejos de insistir, como se ha hecho machaconamente, en las posibles enemistades dentro de las mujeres de la familia imperial, se destacan las muy probables redes de colaboración y solidaridad tejidas entre estas primeras integrantes de la dinastía Julio-Claudia. Los tres últimos capítulos de esta sección abordan la vestimenta masculina y femenina en Roma. Lena Larsson Lovén se adentra en los armarios de las mujeres romanas adultas. Tras destacar que no todas las romanas pudieron costearse un vestido específico para celebrar su matrimonio, se comentan varios testimonios artísticos —principalmente esculturas y pinturas murales— para destacar la variabilidad del atuendo femenino tanto en función de la riqueza familiar, como del contexto y las preferencias personales. Las mujeres trabajadoras, por su parte, optaban por utilizar distintos tipos de túnicas, primando la comodidad. Mary Harlow, por su parte, analiza cómo algunas de las actitudes de los romanos hacia el envejecimiento masculino encontraban expresión a través de la vestimenta. Así, estudia varias fuentes, especialmente de época imperial, para sugerir, a continuación, que “a transition from the flamboyance, fickleness and passion of youth to the dignity and conservatism of old age should ideally be reflected in dress as well as manner” (p. 180). Del análisis de algunas esculturas se desprende que los distintos tipos de toga que aparecen en ellas bien pueden hacer referencia al paso del tiempo, y se recuerda que esta prenda, aunque ciertamente esconde algunos de los efectos de la edad, podía ser un atuendo particularmente incómodo, sobre todo para aquellos hombres con artritis o problemas de espalda. Por último, el capítulo de Amy Place se adentra en el estudio de una obra de Tertuliano que, titulada De virginibus velandis, fue escrita en respuesta a una discrepancia religiosa suscitada por algunas vírgenes consagradas a Dios. En ella, el obispo de Cartago sostenía que las religiosas debían mantenerse veladas, de la misma manera que ocurría con las mujeres casadas. Este escrito no solo defiende que las mujeres deben permanecer bajo la autoridad masculina, sino que reafirma, también, la potencial carga erótica de sus cuerpos.

La tercera sección, titulada “Interaction across Generations and Old Age” está formada por cuatro capítulos. El primero, escrito por Eleni Papadogiannaki, se centra en dos personajes de las comedias de Aristófanes, Estrepsíades y Filocleón, para analizar el conflicto intergeneracional en la Atenas de finales del siglo V a. C. Para lograr su objetivo, la autora destaca los desastrosos efectos de la edad sobre estos dos individuos, y se centra en algunos clichés literarios, entre los que destaca la incapacidad de las personas mayores para adaptarse a los nuevos tiempos. En el siguiente capítulo, Lisa Brunet aborda, a través de la epigrafía, la posición de las abuelas en el mundo romano. Para ello, define tres criterios que va entrecruzando con casos de estudio particulares. Ello le permite abordar interesantes cuestiones como la edad cronológica de las abuelas conmemoradas, la dependencia derivada del declive de las ancianas, o las labores que las mujeres podían seguir desempeñando durante su senectud. El siguiente texto, firmado por Sabine Armani, analiza testimonios epigráficos, legales y artísticos descubiertos en las provincias hispanas para abordar algunos temas como la edad al morir de los ancianos (lamentablemente, no se indica la edad media de los decesos), analizar dos casos de epitafios colectivos y comentar tres testimonios iconográficos que ilustran las dos caras de la vejez, situada a medio camino entre el respeto y la vituperación. El libro se cierra con la contribución de Geoffrey Nathan, que se centra en los espacios y los roles jugados por las abuelas romanas a través de un acercamiento literario. En primer lugar, desmonta la creencia de que las abuelas maternas y paternas tendían a desempeñar roles diferentes respecto a sus nietos/as; en segundo término, sostiene que aquellas, lejos de modular sus enseñanzas en función del género de los pequeños a quienes debían cuidar, solían encargarse de la enseñanza de las llamadas “virtudes morales”; por último, destaca su labor como “padres subrogados” (principalmente en casos de orfandad) y recuerda que la visión de las abuelas que nos proporciona la literatura es, mayoritariamente, muy positiva.

Los dieciséis capítulos de este trabajo proyectan nueva luz sobre el curso de la vida en la antigüedad, un tema de estudio que, en la actualidad, está comenzando a recibir la atención que merece. La mayor parte de las contribuciones realizadas en este volumen tienen una notable calidad científica pues, aparte de utilizar la bibliografía más reciente, emplean una metodología que trasciende el mero análisis filológico, entrecruzando informaciones procedentes de fuentes muy diversas. Sin duda, la inclusión de investigadores procedentes de diversas áreas geográficas y de distintas tradiciones académicas ha facilitado este intercambio de conocimientos y metodologías. Otro aspecto que resulta destacable es la adecuada mezcla entre investigadores ya consagrados y jóvenes estudiosos del mundo antiguo. En resumen, nos encontramos ante una obra muy valiosa y cuya lectura resulta especialmente recomendable para todos aquellos interesados en la historia social y cultural del mundo antiguo.

Borja Méndez Santiago
University of Manchester / Universidad de Oviedo
mendezsborja@uniovi.es