MAURO, Chiara; CHAPINAL-HERAS, Diego y VALDÉS Guía, Miriam (coords.). People on the Move across the Greek World. Estudios helénicos 4. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla y UAM Ediciones, 2022, 356 pp. [ISBN: 978-84-472-2366-4]

El movimiento entendido como desplazamiento, como viaje, es una actividad inherente al ser humano. Sin embargo, no ha de ser vinculado a un simple impulso instintivo o a un mero afán por explorar, pues la movilidad de las personas dependiendo de la época y el contexto ha tenido unas implicaciones específicas y ha sido concebida desde distintas perspectivas. Es a través de este punto de vista plagado de matices desde el que el libro coordinado por C. Mauro, D. Chapinal-Heras y M. Valdés Guía y publicado dentro de la colección Estudios Helénicos de la Editorial Universidad de Sevilla en colaboración con UAM Ediciones busca tratar la cuestión de la movilidad en la Antigua Grecia.

Ya la “Introducción” (pp. 13-17) de los tres autores para este volumen constituye toda una declaración de intenciones al realizar primero un repaso sobre la noción historiográfica del movimiento en el mundo griego antiguo que deja clara la redefinición constante que ha sufrido el concepto. Ante ello, proyectan este libro como un compendio de casos representativos en el que se reflejen la multitud de posibilidades en las que la movilidad de las personas tomaría un carácter central al ser el medio para un fin mayor. Según las palabras de los propios coordinadores, su objetivo con esta obra no era la consecución de un trabajo exhaustivo sobre las vicisitudes del desplazamiento en la Antigua Grecia, sino ofrecer una selección de aproximaciones que mostraran la gran cantidad de factores sobre los que podía influir el desplazamiento de individuos o de grupos.

Con dicho propósito en mente, el libro abarca una horquilla cronológica amplia, desde el Bronce Final hasta la imposición romana sobre la península griega, y un ámbito espacial extenso, al tratar desde los contextos coloniales del Mediterráneo occidental hasta aquellos del Mar Negro, pasando por la Magna Grecia y el mundo egeo. De igual modo, los veintidós artículos que componen la obra quedan agrupados en cuatro secciones temáticas que evolucionan desde la percepción más material del movimiento hasta la más inmaterial: 1. Sociedad, economía y conocimiento; 2. Viajeros y fronteras; 3. Colonización y política; 4. Religión y mitología.

La primera y la segunda sección podrían ser analizadas como una sola, dado que ambas sitúan su foco de interés sobre los tipos de movilidad que las personas podían desarrollar y la influencia de dicha actividad en su estatus social, bien de carácter educativo, económico o político.

Así, el movimiento podía ser un medio de vida para el individuo, desde el vagabundo hasta el aedo, como muestran los trabajos de A. Fernández Prieto (pp. 21-38) y D. Plácido (pp. 39-52) respectivamente, pasando por la labor empírica del historiador que usaba el viaje como fuente de conocimiento, según se refleja en el artículo de G. Ottone (pp. 53-70).

Por otro lado, los siguientes tres artículos centran su atención en uno de los ámbitos que conllevaría una mayor movilidad inherente como sería el comercial. F. e I. Giudice (pp. 85-90) y M. Serino (pp. 91-107) ahondan en las vicisitudes del funcionamiento de los talleres cerámicos, los áticos y los de Magna Grecia respectivamente, así como las formas en las que el desplazamiento, bien de las manufacturas o de los propios artesanos, afectó a la producción. En cambio, el trabajo de A. Querci (pp. 111-122) vuelve la vista hacia la etapa precedente, es decir, el periodo minoico, durante la cual se detecta una movilidad temprana de base comercial que articuló toda la mitad oriental de la cuenca mediterránea. En efecto, a través del intercambio y las rutas comerciales el Mediterráneo se encontró desde el Bronce Final estrechamente conectado, lo cual implicaba una logística de navegación de gran complejidad que queda diseccionada de forma exhaustiva por C. Mauro (pp. 123-140).

No obstante, el desplazamiento también podía afectar al estatus legal y, por ende, político y social de los individuos. Para ejemplificar esta situación, por un lado, N. Terceiro Sanmartín (pp. 71-84) toma de referencia al personaje de Lisias y su sucesión de exilios, que le valieron el título de “extranjero” y la pérdida de derechos allá donde fue; mientras que la otra cara de la moneda es esbozada por U. Iriarte (pp. 141-152), quien a través de la movilidad ejercida por el tirano Pisístrato demuestra la pluralidad de factores de raíz política que podían motivar el desplazamiento, entre ellas se cuentan: exilios, huidas, campañas militares y búsquedas de aliados en los territorios colindantes.

Por último, las respectivas aportaciones de C. Cardete del Olmo (pp. 153-170) y S. Dimopoulou (pp. 171-186) cierran la segunda sección analizando la figura de Pausanias y enlazando con las observaciones propuestas en este mismo volumen por G. Ottone, pues ambas resaltan el carácter del viaje como una experiencia en sí misma que podía ser más profunda para la concepción del individuo que un mero desplazamiento físico.

La tercera sección se sumerge en las relaciones entre el mundo egeo y los territorios que se vieron incluidos dentro de los procesos de colonización. En otras palabras, atiende a los fenómenos identitarios y de interculturalidad que tuvieron lugar a raíz del desplazamiento y asentamiento de contingentes griegos por toda la cuenca mediterránea. Este apartado es inaugurado por el trabajo de E. Duce Pastor (pp. 189-208) en el que aporta una perspectiva de género al fenómeno colonizador y consigue, a su vez, ilustrar los cambios en la visión que los griegos tenían de la “Otredad” a partir de la coexistencia y la celebración de matrimonios mixtos.

A continuación, el artículo de A. Novello y A. Savino (pp. 209-224) destaca los procesos de heroización e idealización de las historias de fundación en las colonias griegas como un medio de construcción de la identidad y de reivindicación de las tradiciones propias de cada comunidad.

Siguiendo el propio orden de las aportaciones, E. Santagati (pp. 225-238), N. Phiphia (pp. 239-246) y C. De Mitri (pp. 247-256) centran su interés en casos de estudio más específicos que analizan respectivamente la evolución del núcleo de Zancle (la actual Mesina en Sicilia), la colonización del Ponto Euxinos (el actual Mar Negro) y los cambios acaecidos en el Sur de la península italiana a raíz de la imposición romana.

Por último, la cuarta sección trata la movilidad generada por la ritualidad y la mitología. Este apartado resulta elocuente a la hora de apreciar la amplia variedad de circunstancias en las que el ámbito religioso motivó el desplazamiento de las personas o grupos.

Así, A. Patay-Horváth (pp. 259-266) reflexiona sobre los comienzos del santuario de Olimpia, proponiendo una nueva hipótesis sobre el origen de las primeras peregrinaciones al lugar y la celebración de eventos deportivos allí. En este caso, el autor sostiene que se remitiría a la práctica en la región de la caza como deporte aristocrático y la ofrenda consecuente en el templo de figurillas a modo de representación de las presas conseguidas.

Cambiando de tercio, la aportación de A. Jara y C. Fornis (pp. 267-286) muestra la existencia de una movilidad ritualizada y reglada por la tradición al tratar el tema de las consultas oraculares previas a cualquier expedición colonial. Dichas consultas se habían tornado en una costumbre de gran importancia, pues significaban la sanción divina y moral del viaje.

No obstante, los desplazamientos más imbuidos por la ritualidad en el mundo egeo eran los peregrinajes a santuarios. En su artículo, M. Valdés Guía (pp. 287-306) los trata a través de la construcción de los roles de género al analizar las implicaciones de la movilidad femenina al oráculo de Delfos. Por otro lado, D. Chapinal-Heras (pp. 307-322) sitúa el foco de atención sobre los peregrinajes en busca de sanación y la dualidad, en ocasiones difusa, de la curación sagrada y la medicina griega de raíz científica. En tercer lugar, la contribución de A. Luz Villafranca (pp. 323-340) destaca la significación de los festivales panhelénicos como un medio de transmisión de ideas y discursos identitarios; dado que la asistencia a tales eventos provocaba el desplazamiento y reunión de numerosos individuos procedentes de diversos territorios y comunidades que entraban en relación.

A modo de cierre, el trabajo de K. Stratiki (pp. 341-353) profundiza en el papel de los mitos migratorios como narraciones identitarias del grupo para articular su propio pasado y diferenciarse del resto. Resulta este un tema apropiado para finalizar el volumen, pues el desplazamiento constituyó la base para construir las tradiciones de numerosas comunidades griegas a lo largo de la cuenca mediterránea. En este sentido, el viaje era concebido como el comienzo de todo, donde residía la raíz de sus orígenes y adonde acudían cuando necesitaban recordar quiénes fueron sus ancestros y quiénes eran ellos mismos.

En definitiva, a lo largo de las veintidós aportaciones que vertebran este volumen el lector puede extraer diversas conclusiones de los artículos de manera individual o como conjunto. La principal que deseamos destacar es una conclusión de conjunto, la cual radica en el carácter marcadamente plural de la movilidad en el mundo griego antiguo. Dicho factor es en realidad el hilo vertebrador que unifica todas las contribuciones de la obra. A este respecto, es posible diferenciar la existencia de varias dualidades cuya conjunción genera la visión de lo que los griegos concebían por desplazamiento. Así, el primer estadio es la dicotomía movilidad individual y movilidad colectiva. Por un lado, la movilidad individual solía acarrear un beneficio, generalmente de tipo económico o intelectual (si excluimos el desplazamiento motivado por causas externas como el exilio o la migración), resultando el medio para conseguir algo; mientras que, por otro lado, la movilidad colectiva solía desarrollarse dentro de los planos político y religioso, es decir, procesos de colonización y peregrinación, en los que la acción del movimiento era instrumentalizada como un elemento más de cohesión del grupo en pos de un interés común a todos los integrantes.

De igual modo, se distingue la diferencia entre la movilidad de las clases altas y las bajas, pues las primeras solían verse involucradas en viajes para su beneficio personal más numerosos y de mayor alcance; a la vez que las segundas permanecían por lo general en un mismo lugar a no ser que un fenómeno de fuerza mayor los obligara a moverse.

Este hecho nos lleva a una interesante contradicción en la que, el individuo errante era vinculado con la marginalidad y la improductividad del vagabundo, a pesar de que el desplazamiento era un medio de vida para ocupaciones que abarcaban desde el mercenario hasta el comerciante, pasando por el artista. Asimismo, la migración de un territorio a otro conllevaba la etiqueta de “extranjero” y la consecuente caída en la jerarquía social. Sin embargo, los discursos identitarios de numerosas comunidades griegas establecidas por toda la cuenca mediterránea se asentaban sobre el relato heroizado de una migración y un viaje.

En definitiva, la movilidad en el mundo griego era vista desde una perspectiva poliédrica, en ocasiones contradictoria, donde el desplazamiento podía ser una seña de riqueza o de marginalidad y también un medio de cohesión para el grupo o un instrumento de marginación.

No obstante, a pesar de que esta riqueza de percepciones es captada por los diversos trabajos que componen el presente volumen que aquí tratamos, se ha de subrayar que en algunas aportaciones se alcanza este objetivo con mayor claridad que en otras. Pues, aunque se supone que el hilo conductor que une dichas contribuciones es siempre el movimiento humano en todas sus vertientes, en varios de los artículos parece la excusa para tratar un tema en particular, el cual alberga una ligera relación con la movilidad. Prueba de ello es que los propios términos “desplazamiento” o “movilidad” aparecen en dichos artículos de manera testimonial y el análisis de la acción del movimiento queda en un segundo plano, difuso dentro del desarrollo del texto.

En cualquier caso, la idea de representar la pluralidad de realidades que conllevaba la movilidad en el mundo antiguo prevalece y se percibe a través de la lectura del libro a reseñar aquí. Obras de este cariz muestran las nuevas perspectivas desde las que se están abarcando temas ya clásicos en la investigación, aportando una imagen cada vez más compleja y cercana a la realidad de lo que fue el pasado con todos sus matices y variantes.

Guiomar Pulido González
Instituto de Arqueología de Mérida, CSIC-Junta de Extremadura
guiomar.pulido@iam.csic.es