ISSN: 1130-3743 - e-ISSN: 2386-5660
DOI: https://doi.org/10.14201/teri.31847

EDUCACIÓN Y VIDA INTELECTUAL1

Education and Intellectual Life

Zena HITZ
St. John’s College
Estados Unidos

zena.hitz@catherineproject.org
https://orcid.org/0009-0000-7292-9626

Fecha de recepción: 16/05/2023
Fecha de aceptación: 01/02/2024
Fecha de publicación en línea: 01/01/2025

Cómo citar este artículo: Hitz, Z. (2025). Educación y vida intelectual. Teoría de la Educación. Revista Interuniversitaria, 37(1), 15-23. https://doi.org/10.14201/teri.31847

RESUMEN

Este texto aborda el valor y los desafíos de la vida intelectual, enfatizando que es un bien humano accesible a todos, no solo a profesionales. La autora sostiene que la vida intelectual enriquece la vida interior, permitiendo una comprensión más profunda de la vida y una existencia plena y humana. Este enriquecimiento no depende de reconocimientos visibles como publicaciones o logros profesionales, sino que se desarrolla internamente. La vanidad es uno de los principales peligros de la vida intelectual, ya que puede llevar a errores y desviaciones del camino del aprendizaje real. Se destaca la importancia de mantener un contacto con la realidad y de formar parte de comunidades académicas o no académicas que ayuden a corregir errores y a avanzar en el conocimiento. A pesar de su naturaleza solitaria, la vida intelectual requiere de la interacción con otros para enriquecer la comprensión y el conocimiento. La autora recomienda construir puentes con personas de diferentes ámbitos, incluso fuera del entorno académico, para fomentar un aprendizaje más diverso y rico. En relación con la corrupción en la vida intelectual, la autora advierte sobre el peligro de utilizar el intelecto para obtener poder o estatus en lugar de buscar el conocimiento por sí mismo. También se aborda el tema de la privación y cómo puede clarificar los motivos y valores verdaderos de una persona. El amor por el aprendizaje es presentado como una herramienta para el autoconocimiento y el desarrollo personal. La autora critica la equiparación de todas las experiencias intelectuales, como jugar videojuegos y estudiar, y aboga por una jerarquía en la educación que distinga entre diferentes tipos de conocimiento. Por último, se menciona el Catherine Project, una iniciativa de la Universidad de St. John’s, que promueve la vida intelectual a través de conversaciones sobre grandes libros. Este proyecto demuestra el interés y la necesidad de espacios para el desarrollo intelectual más allá de las instituciones tradicionales.

Palabras clave: vida intelectual; estudio; artes liberales; conocimiento; intelectuales; educación; formación humanística.

ABSTRACT

The text discusses the value and challenges of intellectual life, emphasizing that it is a human good accessible to everyone, not just professionals. The author argues that intellectual life enriches the inner life, allowing for a deeper understanding of life and a full and human existence. This enrichment does not depend on visible acknowledgments like publications or professional achievements, but rather develops internally. Vanity is one of the main dangers of intellectual life, as it can lead to errors and deviations from the path of real learning. The importance of maintaining contact with reality and being part of academic or non-academic communities that help correct mistakes and advance knowledge is highlighted. Despite its solitary nature, intellectual life requires interaction with others to enrich understanding and knowledge. The author recommends building bridges with people from different backgrounds, even outside the academic environment, to foster a more diverse and rich learning experience. Regarding corruption in intellectual life, the author warns about the danger of using intellect to gain power or status rather than seeking knowledge for its own sake. The topic of privation is also addressed, and how it can clarify a person’s true motives and values. The love of learning is presented as a tool for self-knowledge and personal development. The author criticizes the equalization of all intellectual experiences, such as playing video games and studying, and advocates for an educational hierarchy that distinguishes between different types of knowledge. Finally, the Catherine Project, an initiative of St. John’s University, is mentioned. This project promotes intellectual life through conversations about great books, demonstrating the interest and need for spaces for intellectual development beyond traditional institutions.

Keywords: intellectual life; study; liberal arts; knowledge; intellectuals; education; humanistic education.

1. ¿LA VIDA INTELECTUAL ES PARA TODOS?

La tesis principal que recorre el libro es que la vida intelectual es un bien humano, que estudiar y aprender en profundidad, por el mero hecho de hacerlo, nutre la vida, la propia y la de otros, y, además, no solo algunas vidas, sino potencialmente todas las vidas. Por eso, no es una actividad solo para profesionales que deciden dedicarse a darle a la mente, sino que es una actividad que está disponible y que debe estar disponible para todos los seres humanos en general.

Creo que lo que se logra con la vida intelectual es la vida interior. El deseo de llegar a la profundidad de la vida, de pensar las cosas como realmente son, para vivir una vida rica, llena y totalmente humana. Y este deseo es común a todos, puede practicarse de mil maneras por todos, y siempre de la misma manera. Los que trabajamos en la profesión educativa tenemos que ser conscientes de que todo ser humano tiene alguna manera de contribuir en esta actividad; y debemos, con algún esfuerzo, dar la bienvenida a estas personas en sus actividades, y teniendo la vida intelectual más presente como algo propio de los seres humanos, simplemente por el hecho de ser seres humanos. La vida intelectual es un bien humano, es un bien natural, que está a disposición de todas las personas y que cualquiera puede desarrollar. Ahora bien, para los creyentes, la vida intelectual es también una parte de la vida espiritual lo que significa que permite avanzar en caminos hacia la gracia.

Por otra parte, solemos pensar que el uso de la mente, tanto como el uso de cualquier otra cosa, crea resultados visibles: un post en las redes sociales que se hace viral, un artículo en el periódico, un informe en una reunión corporativa, algo que realmente transforma las cosas, y que tiene una buena respuesta. Sin embargo, los placeres de la vida intelectual y el valor real de la vida intelectual no son siempre visibles o públicos, es algo que ocurre internamente en el ser humano. Hasta tal punto es así que una de las cosas que ocurre cuando tienes una conversación con gente que desarrolla su vida intelectual sin intereses profesionales concretos o económicos es que puedes contemplar en ellos una versión más auténtica del amor por aprender, de lo que significa buscar aprender y plantearse preguntas fundamentales.

2. LOS PELIGROS DE LA VIDA INTELECTUAL

La vanidad es uno de los peligros de la vida intelectual porque es muy fácil estar confundido sobre el éxito de uno. Si estoy cocinando o construyendo algo de madera, mi fracaso está claro; si cocino algo que no se puede comer, si construyo algo que se cae, el fracaso es evidente para mí y para todos. Pero el fracaso en otros dominios del intelecto no está tan claro: puedes pasar toda tu vida dedicándote a proyectos intelectuales que están basados en una solución equivocada y que no van a ningún lado. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en el campo de las humanidades, donde el éxito y el fracaso no están tan claros. En cualquier caso, la solución creo que pasa porque los intelectuales y académicos se sigan formando en lo que es real. No necesariamente lo que es tangible, visible, sino en no perder el contacto con la realidad. Las matemáticas son un campo muy bueno para saber cuándo el trabajo no funciona. Recuerdo que cuando estaba en Princeton se contaba la historia de un doctorando en matemáticas -la defensa de los doctorados en esta universidad son bastante automáticos, cuando ya has hecho tu trabajo en la defensa, el comité se reúne y simplemente lo aprueban que fue suspendido porque alguien descubrió un error en los planteamientos de su tesis. Este error no era suyo, sino que se encontraba en la literatura secundaria en la que se había apoyado.

La posibilidad de error siempre está presente, siempre, aunque tus motivaciones sean buenas y lo estés haciendo bien, con todo tu esfuerzo, incluso cuando tienes una comunidad que te respalda. Siempre hay una posibilidad de error porque la realidad es muy complicada, rica y profunda, con infinitas aplicaciones prácticas. Como he señalado, pienso también que una comunidad bien estructurada -académica o no- puede tener un poder increíble para ayudar a alguien a liberarse de sus errores en la medida en que se haya generado una confianza de que esa comunidad se encuentra en la dirección correcta. Por eso mismo considero que si no están bien estructuradas puede haber comunidades más proclives al error. Me gustaría añadir, desde mi experiencia personal, que la mayoría de los académicos que conozco están descontentos, no son felices, están cansados, algo va a mal, y pienso que es porque han perdido el contacto con la realidad, trabajando incluso contra ella.

Conviene diferenciar esta posibilidad de error con la corrupción excepcional que supone vincular la vida intelectual con la conquista del poder, del estatus y del dinero.

Otro peligro que puede llegar a tener la vida intelectual y sobre el que me pregunta mucha gente es la soledad, el aislamiento que puede provocar, o como se dice hoy llegar a ‘ser un rarito’. Siempre les digo que quien se dedica a la vida intelectual es verdad que puede terminar siendo un rarito, pero, les propongo que no lleguen a ser ‘un rarito solitario’. Es necesario construir puentes con otras personas, acostumbrase a tener amistades diferentes, incluso llegar a aprender algo superficial que te permita conectar con los demás.

En cierto sentido la vida intelectual es solitaria. Por un lado, cada persona tiene su propia trayectoria intelectual, su particular capacidad de comprender. Esto lo observo con mucha claridad cuando, por ejemplo, nos reunimos en St John’s doce, quince o veinte personas alrededor de una mesa leyendo un libro: cada uno, en la conversación abierta que provoca una pregunta, tiene su propio proceso de aprendizaje, sus propias experiencias y trayectorias. Ciertas personas en la vida intelectual, como Einstein, muestran desde muy jóvenes una actividad mental particular e inusualmente intensa. Por otro lado, todos sabemos por experiencia que el pensamiento nunca es totalmente comunicado con otros ni compartido en su totalidad. Ahora bien, siguiendo con el ejemplo de Einstein, conocemos su obra porque si bien refleja una vida intelectual solitaria, ha pasado, sin embargo, a formar parte de una comunidad universal de aprendizaje.

Esto es muy importante también en otro nivel porque cuando escuchamos a otras personas, cuando nos ponen retos, cuando nos guían, nos están ayudando a conformar nuestra manera de pensar. Cuando la gente me escribe y me pregunta: “quiero vivir una vida de estudio, ¿con qué libro empiezo?”. Yo suelo decir: “pues con Platón, pero empieza por lo que te guste, pero tienes que leerlo con otras personas”, tienes que leerlo con alguien para que te ayude, si no te pierdes en tu propio lenguaje interno, y tu mente no se desarrolla de la misma manera.

En definitiva, hay una tensión entre la particularidad de mi capacidad de comprensión y la necesidad de compartir el conocimiento. Necesito a los otros para comprender en el modo particular en que yo comprendo.

El entendimiento no es solamente una propiedad individual, pero también es cierto que mi comprensión es mía, y, si yo no entiendo algo, el hecho de que tú sí que lo entiendas no me ayuda, pues necesito entenderlo por mí misma. Como se indica en la obra:

aprender, conocer, estudiar y contemplar son actividades que anidan y viven en el seno del individuo, aunque sean nutridas, cultivadas y preservadas en comunidades y con la ayuda de diversos instrumentos (Hitz, 2022, p. 40)2.

En este sentido, es importante también tener el compromiso, en la relación con los demás, de intentar captar la atención hacia la vida intelectual de quienes nos rodean y no estan interesados especialmente en ella. Me parece importante despertar su hambre de aprender, captando al principio su atención con temas que le gusten e intentando encontrar una conexión, una vinculación, con otras cuestiones que le saquen de su mundo de intereses. No estoy proponiendo que intentes explicar a Aristóteles a tu familia en la comida del día de Acción de Gracias. No me parece una idea afortunada. Pero sí puedes, con el tiempo, encontrar maneras de conectar con otros. Por eso decía antes que es bueno tener amistades diferentes a las que puedas tener en la universidad. Lo que no me parece acertado es que llegues a pensar que sólo te van a proporcionar una vida intelectual tus amistades ‘intelectuales’ o los que lleven, igual que tú, veinte años estudiando a Aristóteles.

3. EN LA VIDA INTELECTUAL ES FÁCIL CORROMPERSE

Creo que la cultura es buena por sí misma, pero necesita ir acompañada de ciertos hábitos de la voluntad que se expresan en la intención y la motivación. En cierto modo, como ya he señalado, la vida de la mente es algo interior, alejado en principio de las cuestiones de poder y de estatus. Pero hay caminos posibles en esa vida intelectual en los que uno puede conseguir poder. Por ejemplo, Fritz Haber, amigo de Einstein, era un brillante químico que modificó por completo el campo de la química. Y, sin embargo, decide en la Primera Guerra Mundial diseñar armas químicas a favor de la causa alemana. En mi opinión está utilizando el intelecto para fines diferentes de los intelectuales. Creo que, si aprendes por aprender, para avanzar en tu propio desarrollo personal, estás eligiendo un camino correcto. Pero si aprendes con el fin de avanzar socialmente o para ganar poder, o estatus social y, al mismo tiempo, no te separas de la vida intelectual puede llegar a ser peor que cualquier otra persona. El desarrollo intelectual da más posibilidades de destrucción. En la vida intelectual es fácil corromperse mientras que, por ejemplo, es difícil convertirte en un cocinero corrupto. Todo esto ocurre porque el sello de la vida intelectual tiene un prestigio que actúa como una goma elástica sobre el modo en que se elaboran las motivaciones, las intenciones y los objetivos pudiendo llegar a defender posiciones erróneas y aún destructivos en sí mismas. Por eso quien opta por una profesión intelectual debe estar siempre en guardia y distanciarse de estos peligros.

4. LA PRIVACIÓN ES ÚTIL PORQUE ESCLARECE LOS MOTIVOS

En principio no hay nada inconsistente en perseguir una vida auténtica intelectual como tu primer objetivo, en ir en búsqueda de los beneficios de la intelectualidad, en estar en contacto con la realidad e incluso tener dinero, estatus y comodidades. En principio no hay nada que esté en conflicto. El problema, tal y como yo lo entiendo, y esto viene de la teoría de la motivación que he aprendido de Aristóteles, es que puedes tener motivaciones mezcladas, pero siempre hay una que va a ganar cuando hay una crisis. Lo que ocurre cuando, voluntariamente o no, tienes un momento de crisis es que se clarifica tu vida porque puedes ver qué es valioso en sí mismo, y no porque te facilite una vida acomodada. Esta es una de las razones prácticas del ascetismo. La privación intencionada es tan útil porque esclarece los motivos.

San Juan de la Cruz habla del rey David y dice: “yo soy un hombre pobre”. ¿Qué quiere decir? Es el rey de Israel, lo tiene todo, pero lo que quiere decir es que a pesar de tener todas estas cosas no son las que le ayudan a mantener el control porque no son el objetivo último de su vida. Puedes tenerlo todo, como el rey David, pero internamente conviene que te separes de todas estas decoraciones que pueden actuar como servidumbres. Creo que el confort en la clase media puede ocultar lo que realmente nos importa, puede hacer fácil el fingir que somos muy buenas personas, que nuestras vidas están en orden, y que cuando estemos en crisis sabremos hacer lo correcto, pero en realidad no llegas nunca a saberlo a menos que vivas menos cómodamente. Uno de los peligros de la vida actual, sin duda, son las comodidades de la clase media, que nos ocultan de nosotros mismos, y que nos hacen fácil escondernos. Por eso es necesario encontrar prácticas que nos permitan estar en contacto con la realidad para saber bien lo que realmente nos importa cuando lleguen las crisis.

5. EL AMOR POR APRENDER NOS PERMITE CONOCERNOS

Lo más fácil para todos es estar entretenidos, cómodos, distraídos, ocupados en una cosa o en otra. Ya Pascal decía que “lo más difícil es estar sólo en una habitación con uno mismo”. Muchas veces detrás de las distracciones, de los trabajos, de las ansiedades, de las multitareas, nos escondemos de nosotros mismos. Muchas veces no son ocupaciones que nos vengan de la vida, sino que nos las buscamos nosotros mismos.

La vida intelectual, bien entendida, te ofrece poder alejarte de las distracciones, de las exigencias de la vida corriente, para buscar algo más profundo, más real, para ejercitar tu mente en relación con esa realidad y así descubrir algo más profundo de ti mismo. En realidad, esto es una experiencia muy frecuente para todo el mundo y no sólo para el que tiene una vida intelectual. Cualquiera que pasa su vida laboral al teléfono con múltiples tareas, con una obligación detrás de otra y, de repente, por ejemplo, va a la naturaleza, entonces se relaja, siente que es de otra manera, te alejas de las miradas del exterior, para buscar en tu interior y encontrar la paz y poder recuperar así lo que uno es en realidad.

Me gustaría señalar también que si bien la vida intelectual, sobre todo al principio, tiene más de esfuerzo ascético que de placer sofisticado, sin embargo, cuando se consigue cierto hábito, además de ofrecerte la posibilidad de conocerte mejor a ti mismo es una actividad con la que se disfruta.

6. NO ES LO MISMO UN VIDEOJUEGO QUE ESTUDIAR

En principio, los contenidos u objetos de la vida intelectual pueden ser cualquier cosa pues todo se puede llevar a la vida intelectual. Ahora bien, lo cierto es que hay objetos que proporcionan un ejercicio intelectual más fructífero u objetos más beneficiosos para los jóvenes e incluso también podíamos hablar de objetos especialmente convenientes para, por ejemplo, las personas que se distraen con facilidad. Especialmente interesante es la formación de la mente que proporcionan los libros difíciles o el estudio del mundo natural o de los objetos matemáticos. Estos objetos exigen una disciplina que nos ayuda a formar nuestra mente, a darnos cuenta de lo que es importante, a saber hacer conexiones y sacar conclusiones. Como decía, creo que todo objeto o contenido intelectual puede servirle a alguien siempre y cuando tenga ya hábitos de atención, de percepción, de hacerse preguntas, de detectar las líneas de pensamiento básicas. Se trata en definitiva de poder concentrarte y pensar con profundidad frente a cualquier cosa. Esto es lo que hace fascinante a la mente.

Ahora bien, me parece necesario añadir algunas matizaciones. La acumulación de experiencias intelectuales sin una dirección, sin un orden, no favorecen el crecimiento personal. No se trata de consumir cultura ni productos intelectuales indiscriminadamente. Creo que la institución universitaria tiene la obligación de dejar clara cierta jerarquía en los contenidos de estudio de la vida intelectual. Me parece fundamental para la educación de las personas enfatizar la necesidad de la comprensión personal, de desarrollar mi propio entendimiento, mi propio camino, mi propia experiencia individual. Pero también hay que señalar que no todas las experiencias son iguales, que no es cierto que jugar a videojuegos y estudiar sean lo mismo. La institución universitaria debe destacar estas diferencias entre unas experiencias y otras, entre unos temas y otros.

Uno de los problemas actuales que tienen las instituciones educativas, entre ellas la universidad, es que quieren ser y parecerse a cualquier otra institución. Quieren así proporcionar la formación necesaria para trabajar y formar parte del mundo del mercado; quieren también ser entretenidas como si estuvieras acomodado en tu casa escuchando a alguien; también quieren participar en la vida política o desarrollar el activismo político como si estuvieran formando políticos profesionales. Esto está provocando que se igualen en nivel todas las experiencias. Las instituciones educativas deben tener la fuerza de voluntad de reconocer públicamente que la vida intelectual es especial, que es algo con valor en sí mismo, que tiene su propia integridad, sus propias condiciones de éxito, de disciplina y de formación, y que merece la pena desarrollarla. Las universidades pierden su liderazgo si dejan de recordarnos las características distintivas de la actividad intelectual como actividad humana.

Otro síntoma que me llama la atención es la reflexión que se está haciendo, a mi modo de ver equivocada, entre la universidad y la inteligencia artificial. Cuando ahora los profesores se quejan con razón de que un alumno puede escribir una redacción con la inteligencia artificial y obtener una buena nota, esto lo único que significa es que hemos estado mandando redacciones que ya eran redactadas de forma automática, algorítmica e impersonal. En las universidades hemos tratado a los alumnos como personas que dan resultados y no como hombres y mujeres libres que tienen un intelecto vivo en sí mismos, que pueden desarrollarse en contacto con otros y con ciertos temas. Todo el mundo sabe que el hecho de que los alumnos presenten sus trabajos con una máquina no da lugar a una educación. Es la manera de conseguir un grado, pero no de ser realmente transformado. Y esto no es educación. La educación es el desarrollo del ser humano, es la manera en la que un joven desarrolla sus capacidades humanas para pensar, para entender, para reimaginar el mundo, para tomar decisiones y emitir juicios importantes, para evaluar las pruebas, para indagar en las grandes preguntas. De tal modo que la inteligencia artificial nos está mostrando con claridad cómo hemos estado tratando a nuestros alumnos durante años. La inteligencia artificial hace que la misión de la universidad sea más clara que antes.

Por último, querría insistir en que una de las tareas fundamentales de los profesores es conectar el estudio intelectual con contenidos que importen. Del mismo modo, todas las instituciones educativas, universidades y colegios, deben favorecer un aprendizaje que se conecte con cosas que importan para la vida humana, que enriquezcan la idea de lo que es un ser humano y que expandan nuestro sentido de lo que nos es posible, y no conectarlo con lo que empobrezca, reduzca o trivialice la vida humana.

Me gustaría recurrir en este punto a mi propia experiencia como profesora. Es algo aterrador, pero no hay nada más poderoso y, al mismo tiempo, más débil que mi propio ejemplo ante mis alumnos. Tanto mis virtudes como mis vicios pueden ser imitados por mis alumnos. Para poder cuidar su vida intelectual y moral lo primero que tengo que hacer es cuidar mi propia vida intelectual y moral. Es verdad que no pudo hacer mucho pues solamente están en mi clase una pequeña parte de su tiempo de vida universitaria. Pero más a menudo de lo que creemos tengo la oportunidad de decirles algo y procuro dar consejos para animarlos a iniciarse en la vida intelectual.

7. CATHERINE PROJECT3

El Catherine Project es una comunidad intelectual online que ha fundado Zena Hitz, independiente y sin ánimo de lucro, en la que se tienen conversaciones sobre grandes libros buscando el desarrollo de la vida intelectual de cada uno de sus participantes. Dentro de esta comunidad intelectual hay grupos de lectura diferentes, algunos más formales, otros más informales, los hay más grandes o pequeños dependiendo de la experiencia que tengan los participantes. Es un proyecto que tiene ya casi cuatro años, es bastante popular y ya han pasado por él más de mil personas de todo el mundo, muchos repitiendo. El Catherine Project permite que quien quiera empezar a experimentar una vida intelectual lo haga con independencia de la formación que tenga y de dónde resida. Es una manera de fortalecer la cultura, de favorecer una conversación seria e implicarse en el intercambio de ideas. He podido comprobar con mi experiencia el hambre de vida intelectual que hay en personas muy diferentes. Tal vez estas pequeñas comunidades intelectuales actúen como iniciativas contraculturales capaces de cambiar las cosas más fácilmente que instituciones con solera que solamente cambian si lo hacen a muy largo plazo y ante determinadas situaciones.

1 Este artículo se basa en la transcripción revisada por la autora de una conversación pública mantenida en Madrid el 16 de mayo de 2023 con la profesora Tania Alonso en torno al libro de Zena Hitz titulado Pensativos, los placeres ocultos de la vida intelectual. Esta conversación tuvo lugar en la sede de Madrid de la Fundación Tatiana y forma parte del ciclo de conferencias y actividades del Proyecto Más que Palabras. Las humanidades en la formación de los educadores, patrocinado por la Fundación Tatiana en el marco de la II Convocatoria para la Financiación de Proyectos Docentes y Culturales sobre ‘Liderazgo y Humanismo Cívico’ y dirigido por el profesor David Reyero. La transcripción corrió a cargo de Rodrigo de Miguel Santamaría, a quien se agradece su labor.

2 Hitz, Z. (2022). Pensativos, los placeres ocultos de la vida intelectual. Encuentro.

3 https://catherineproject.org/
https://twitter.com/CatherineProj/status/1742300785885733074