Luis Vicente Sáncez Fernández es Profesor asociado de Historia de la Ciencia (H.ª de la Medicina) en la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo. Médico del SESPA en el Servicio de Atención Continuada en el Centro de Salud de Lugones. Autor de cuatro libros y de varios artículos científicos de temas relacionados con la Historia de la medicina asturiana.
La lectura de
Reading
La literatura, y por ende el cine o el teatro, está llena de médicos escritores y de escritores-pacientes que publicaron sus dolencias bajo la forma de novelas. En el primer caso tenemos a Arthur Conan Doyle (1859-1930) Autor de la saga de Sherlock Holmes, 1891-1926.
Con estos ejemplos queremos manifestar que la literatura universal es una fuente magnífica para analizar los sentimientos de los convalecientes, comprender mejor la relación médico-paciente y las dudas de los profesionales, apreciar el temor ante un diagnóstico infausto, el miedo a la muerte, etc. Razonamiento que aplicamos al análisis de
En
Aprovechando esta idea otros culpaban a los gatos callejeros, los perros vagabundos y las palomas que volaban por las proximidades de las casas y que defecaban en los escalones de la entrada. Alguien más echaba la culpa a las hamburguesas, al calor del verano, al dinero, al correo, a las asistentas de color. Para otros la causa radicaba en las granjas de cerdos de los alrededores o los italianos. También los disminuidos psíquicos llevaban su parte, caso de Horace, el deficiente de barrio que estaba siempre lleno de mugre.
Los pudientes decidieron abandonar la zona enfermiza refugiándose en unas casitas cercanas a la playa “para respirar el fresco y tonificante aire del océano”. Los menos privilegiados se quedaron allí haciendo lo mismo de siempre. En el caso de los niños la vida rutinaria los llevaba a su colegio bajo la supervisión de Eugene Cantor, “Bucky”, estudiante universitario y profesor de Educación Física, quien tenía claro que era preciso “que sus vidas sigan siendo lo más normales posibles”. Con este pensamiento les arengaba así:
Muchachos […], no quiero que empecéis a sentir pánico. La polio es una enfermedad con la que tenemos que vivir todos los veranos. Se trata de una enfermedad grave que siempre ha estado ahí. La mejor forma de enfrentarse a la amenza de la polio es mantenerse sano y fuerte. Procurad lavaros a fondo todos los días, comer bien, dormir ocho horas, tomar ocho vasos de agua diariamente y no ceder a las preocupaciones y los temores.
Pero entre la gente popular comenzó a crecer un nerviosismo exacerbado, tanto que el diálogo entre ellos era:
¡Y el Consejo de Sanidad no hace nada!
[…]
Deberían inspeccionar la leche que beben los niños. La polio viene de las vacas sucias y de su leche infectada.
No, no son las vacas –dijo otra mujer–, son las botellas. No esterilizan como es debido esas botellas de leche.
¿Por qué no fumigan? –planteó otra voz?–. ¿Por qué no usan desinfectantes? Que lo desinfecten todo.
¿Por qué no hacen lo que se hacía en mi infancia? Nos ataban bolas de alcanfor alrededor del cuello. Había una cosa que olía mal llamada asafétida. A lo mejor eso sería útil ahora.
¿Por qué no extienden alguna sustancia química por las caller y matan al gérmen de esa manera?
Olvídense de las sustancias químicas –dijo otra vecina– lo más importante es que los niños se laven las manos continuamente. ¡Limpieza! ¡Limpieza es la única cura!.
Más adelante se llegó a pedir el establecimiento de una cuarentena sobre las casas afectadas, o incluso se les exigía, al menos, a los pacientes llevar un brazalete identitificativo. Igualmente comentaban que la ciencia apenas tenía respuestas ciertas.
Finalizamos este análisis resaltando dos apuntes. Por un lado ofrecemos la entereza de un padre que acababa de perder a su hijo de doce años. Su dolor queda sobradamente reflejado rememorando que tenía al
… mejor muchacho que podías desear, y ha desaparecido […]. En cuanto vino el médico llamó de inmediato a la ambulancia, en el hospital se lo llevaron de nuestro lado… y eso fue todo. No volvimos a ver a nuestro hijo. Murió solo. No tuvimos ocasión de despedirnos. Todo lo que nos queda de él son su ropa, sus libros de texto, su material deportivo, y ahí al fondo sus peces.
O cuando el sanitario más importante del lugar, el Dr. Steinberg, reconocía que él también temblaba ante esta epidemia; así mismo aceptaba que “ser médico e incapaz de detener la propagación de esta terrible enfermedad es doloroso para todos nosotros”. En la misma línea aconsejaba no encerrar a los niños en sus casas, ni menos huir; porque el miedo “castra. El miedo nos degrada”.
Con estos pasajes razonamos que la Historia de la Medicina nos enseña que lo ocurrido en este relato es idéntico a otras epidemias del pasado (peste en la Edad Media, cólera en el siglo XIX, gripe de 1918, etc.). Esto es así, porque ante cualquier dificultad extrema en el ser humano relucen unos instintos primarios, aletargados por la educación y el disfrute de unas buenas condiciones de vida, que lo transforman en un ser violento y sin piedad. Veamos cual es la respuesta en esta obra concreta: 1. Miedo colectivo ante la tragedia que oteaba sobre el horizonte y que quebró por entero el “sueño americano”, generando una gente obsesiva y temerosa frente a la posibilidad de contagio y que decidió simplemente huir de su territorio infectado demostrando insolidaridad ante los más débiles. Una fuga desesperada frente a los marginales y pobres exacerbada por un egoismo a ultranza En su momento, ante entidades epidémicas contagiosas, Galeno de Pérgamo (129- La cuarentena es una herencia del pensamiento hipocrático que consideraba agudas a las enfermedades que aparecían dentro de un periodo de cuarenta días después de aparecer la disfunción orgánica en cuestión. Los pasajes bíblicos refieren el bloqueo de este mismo tiempo sobre los leprosos. Contreras Mas A. Legislación frente a la peste en Mallorca Bajomedieval. La fumigación comenzó a hacerse ya en épocas remotas; así existen documentos escritos por Homero en el que se indica el uso del azufre como sustancia “purificadora” para eliminar hongos. El rey de Persia, Jerjes (519 a. C.-465 a. C.), usó flores de piretro como insecticida y los chinos se sirvieron de los arsenitos para el control de roedores y plagas. Del Puerto Rodríguez A. M., Suárez Tamayo S., Palacio Estrada D. Efectos de los plaguicidas sobre el ambiente y la salud.
En el momento actual, al igual que en “Yoísmo”, término no reconocido por la Real Academia Española ( Más información en: Rodríguez López J.
Igualmente, se comenta que esta pandemia es debido a la gente materialista, consumidora desbocada de bienes y servicios y completamente superficial criada bajo el influjo de la globalización que no controla adecuadamente el medio ambiente que nos rodea. Cuestión que lleva a una cercanía cada vez más extrecha con el mundo salvaje y portador de estos virus dañinos. Pero, ¿quién está dispuesto a perder las prebendas de las que gozamos por esta condición? (nos calentamos en el invierno con el gas de Argelia, movemos el coche con restos fósiles del Golfo Pérsico, nuestro teléfono móvil funciona gracias a metales raros –wolframio– de Centroáfrica, etc.).
De momento no se observa excesiva insolidaridad en nuestra patria, aunque los índices económicos no son muy distintos de lo ocurrido con la crisis financiera de 1929 en los EEUU de América, porque el Gobierno de España está protegiendo a los más vulnerables con los Expedientes de Regulación de Empleo Temporal (ERTE) y el salario vital. Con esta cortina de humo la población hedonista española se lanzó a disfrutar de un verano de diversión, a la compra compulsiva en las rebajas o a pelearse –literalmente– por una mesa en una terraza. Un auténtico Ante estas, y otras necedades humanas, recomendamos el análisis reflexivo de dos pintores. Veamos
Otro detalle a destacar es la sensación de inmortalidad –ciclo vital: nacer, crecer, reproducirse y morir– que impera en el mundo occidental, auspiciado en parte por el buen nivel de la medicina. El pensamiento adolescente o inmaduro de nuestra sociedad actual rechaza claramente la última etapa porque cree que estamos a punto de ser “dioses”. Pero lo que realmente nos llama la atención es como nuestro tiempo adoptó una palabra: “posverdad”; que no es más que un eufemismo para encubrir su sentido real: una auténtica “falacia” De
Existe una expresión bíblica que dice: “no darás falso testimonio contra tu prójimo”
No debemos preocuparnos de lo que diga la mayoría de la gente, sino sólo lo que diga el experto en cosas justas, único capaz de decirnos la verdad misma
Incomprendido por esa idéntica “mayoría” fue acusado de perturbador de la vida pública y de corromper a la juventud a quienes incitaba -según sus denunciantes- a no seguir las viejas costumbres. Él mismo se defendió planteando cuestiones éticas o de como la injusticia se debe de defender con valores y verdad. Su sentencia inapelable: beber cicuta. Bien es verdad, que tuvo la posibilidad del destierro, pero prefirió cumplir con dignidad el fallo de los jueces
Mientras allí se nos dijo que la verdadera mentira es detestada por todos, dioses y hombres, pues nadie querría voluntariamente estar en el error
Dando un paso más apreciamos que tanto a Platón como a Aristóteles les preocupaba “la eficacia de la verdad”; puesto que estaban convencidos de que esta comentada desnuda no siempre resultaba eficaz porque era necesario persuadir al auditorio respectivo. Sócrates admitía que los dirigentes de la
Continuamos con San Agustín, del cual destacamos que fue quien mejor definió el concepto que tratamos; de esta manera dejó escrito que “mentira es la significación de una cosa falsa unida a la voluntad de engañar”; entendemos por tanto, que no miente quien no dice la verdad, sino “quien dice aquello que no cree que sea verdad” Igualmente matizaba que había dos tipos de verdad: la ontológica, entendida como correspondencia entre lo que se afirma y lo que es verdad, y la moral, entendida como “veracidad” o “veridicción”, entendida como la conformidad entre lo que se dice y lo que se piensa. Gramigna, 2001: 487.
De Martín Lutero, líder de la reforma protestante, tan sólo subrayamos el odio cerval que propugnó sobre el judaísmo vertido en su libro Escrito en 1543. En él vertía opiniones de que los seguidores de esa religión tenían que ser enviados a trabajos forzados o incluso podían ser asesinados.
El genial dramaturgo madrileño Francisco de Quevedo escribió el “Valimiento de la mentira”; dice así:
Mal oficio es mentir, pero abrigado:
eso tiene de sastre la mentira,
que viste al que la dice; y aún si aspira
a puesto el mentiroso, es bien premiado.
Pues la verdad amarga, tal bocado
mi boca escupa con enojo y ira;
y ayuno, el verdadero, que suspira,
invidie mi pellejo bien curado.
Yo trocaré mentiras a dineros,
que las mentiras ya quebrantan peñas.
y pidiendo andaré en los mentideros.
Prestadas las mentiras a las dueñas:
que me las den a censo caballeros,
que me las vendan Lamias alagüeñas
Realidad socio-económica de la España de Felipe III y Felipe IV que se simplifica con la unión del dinero y las mentiras; aspectos reforzados con la corriente imperialista del país gracias a los metales nobles que llegaban de América. Sinergia poderosa que atraía a todos los estamentos: gobernantes y gobernados; a pesar de que los teólogos y moralistas condenaban la mentira como pecado grave. La moneda falsa estaba también mal vista y los que mercadeaban con ella podían ser quemados vivos.
Nietzsche afirmaba que la capacidad de sobrevivir del individuo está cuestionada constantemente por el intelecto gracias a que desarrolla sus fuerzas primordiales en la ficción. Arte que
… alcanza su máxima expresión en el hombre: aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la hipocresía, el vivir ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, el teatro ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante ante la llama de la vanidad es hasta tal punto la regla y la ley, que apenas hay nada más inconcebible que el hecho de que haya podido surgir entre los hombres un impulso sincero y puro hacia la verdad
Autor que suaviza un tanto este trasunto al plasmar que ese mismo hombre “tanto por necesidad como por aburrimiento, desea existir en sociedad y gregariamente, precisa un tratado de paz”, aunque originando un conflicto entre verdad y mentira. Razonamiento por el que deduce que la verdad es sólo “un ejército móvil de metáforas, metonimias, antropomorfismos” que permite o favorece “la obligación de mentir según una convención firme”. Dicho de otra manera: la mentira es nuestro medio de subsistencia.
El francés Koyré en
Nunca se ha mentido tanto como en nuestros días, ni de manera tan desvergonzada, sistemática y constante
En la época de Sócrates y Platón a estos manipuladores se les denominaba “demagogos”, en nuestra época quedan rebajados a meros “propagandistas” y ante la falta de masa crucial puede ocurrir lo dicho en su momento por el filósofo griego Gorgias (
Cualquier epidemia del pasado acarreó a los coetáneos un sufrimiento personal significativo como consecuencia de la alta mortalidad y del deterioro económico consecuente; piénsese en el efecto que pudo traer la peste bubónica que provocó la defunción de un tercio de la población europea.
El brote de poliomielitis que nos describe Pilipp Roth nos sirve de ejemplo para que analicemos la eclosión de instintos básicos negativos entre la población. La COVID-19 camina por la misma senda; veremos en un futuro próximo las consecuencias socio-económicas.
Para finalizar tan sólo anotamos una cifra: 270.000 españoles muertos durante la epidemida de gripe de 1918/1919. La COVID-19 es una enfermedad seria, pero aún se mantiene en unas cifras moderadas de mortalidad. Debemos desprendernos del “ius ad omnia” (un derecho a todo) que cargamos al Estado para responsabilizarnos, como adultos bien formados, individualmente. De nosotros –de cada uno– depende que podamos frenar este brote o que se desboque definitivamente.