Estrategias del mirón

Resumen

En 1434, Jan van Eyck pinta su Retrato de los Arnolfini, un cuadro cuyo contenido simbólico ha sido considerado por algunos historiadores como una verdadera acta ma- trimonial. Pero, además de todos los elementos que establecen el acuerdo, Van Eyck introduce, en la pared del fondo, dos cosas: un espejo convexo, que refleja la escena y nos ofrece, de una manera inusualmente detallada, una vista desde atrás de lo que podemos contemplar en el cuadro, y una inscripción que no corresponde al espacio re- presentado (la habitación) sino al de la representación (el lienzo mismo); en ella puede leerse «Jan van Eyck estuvo aquí». La inusual firma viene refrendada por el reflejo del espejo, en el que pueden contemplarse, al fondo, dos personas, una de las cuales, la que va vestida de azul, suele identificarse como el propio pintor. Van Eyck no afirma haber pintado el cuadro, sino haber estado allí, haber presenciado la escena, convirtiendo con ello el cuadro en testimonio visual. Una especie de acta del acontecimiento.
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