América Latina Hoy, 2025, 95
ISSN: 1130-2887 - e-ISSN: 2340-4396
DOI: https://doi.org/10.14201/alh.31794
Cristina Sesto Yagüe cristinasesya@gmail.com
Miguel Ángel López Navarro mlopez@emp.uji.es 1
1 Universitat Jaume I
Envío: 2023-11-02
Aceptado: 2024-12-18
Publicación: 2025-05-21
RESUMEN: Con la presente investigación se pretende contribuir a la literatura crítica con las dinámicas de la cooperación internacional al desarrollo, poniendo en primer plano a la población receptora de ayuda al desarrollo, en este caso representada por pueblos indígenas de Ecuador. Los resultados permiten aproximarse a un modelo de cooperación adecuada, así como articular un debate en torno a una posible cooperación basada en la transmisión de cosmovisiones desde pueblos del Sur hacia sociedades del Norte.
Palabras clave: alternativas al desarrollo; Cooperación Internacional Transformadora; pueblos indígenas; cooperación Sur-Norte
ABSTRACT: The present research seeks to contribute to critical literature on the dynamics of International Development Cooperation, bringing to the fore the population receiving development aid, in this case represented by the indigenous peoples of Ecuador. The results allow us to approach an appropriate cooperation model, as well as to articulate a debate around a possible cooperation based on the transmission of worldview sheld by peoples of the South towards societies of the North.
Keywords: Development alternatives; Transformative International Cooperation; Indigenous Peoples; South-North Cooperation
La cooperación internacional para el desarrollo (CID), que surge en el contexto de la Guerra Fría, se concibe desde su origen como un instrumento en las relaciones geopolíticas, y se materializa a través de políticas orientadas a canalizar recursos financieros y asistencia técnica, no solo mediante programas de cooperación, sino también con paquetes de ayuda militar (Unceta y Yoldi, 2000). Así mismo, la doctrina Truman inició una nueva era en la comprensión y el manejo de los asuntos mundiales, cuyo fin era crear las condiciones necesarias para reproducir en todo el mundo el modelo de las sociedades avanzadas de la época, surgiendo, a través de los discursos y prácticas, la «invención» del (sub)desarrollo, como aparato para ejercer el poder y el control sobre el Tercer Mundo y sobre el sujeto colonial/tercermundista (Escobar, 2007). Sin embargo, los fracasos cosechados por el modelo de desarrollo occidental, basado en el crecimiento económico ilimitado y en el progreso, generaron el planteamiento de un nuevo debate que cuestionaba el propio concepto de desarrollo. En este contexto, a fines de los años 1980 surge el enfoque conocido como posdesarrollo, que defiende la inclusión de la pluralidad real del mundo, para abrirse a un pluriverso en el que las diferencias culturales no solo sean reconocidas y aceptadas, sino también celebradas (Esteva, 2011).
En este marco, las propuestas de CID tradicionales han demostrado ser más que insuficientes para acabar con los problemas que pretendían combatir en su origen, aportando, en el mejor de los casos, soluciones temporales y parciales y promoviendo, en el peor de ellos, el avance de los sistemas capitalistas en sociedades sostenibles del Sur, a través del llamado neocolonialismo (Chávez et al., 2008). Ante esto, descolonizar la CID exige escuchar la voz de los sujetos marginalizados que provienen de los mundos del objeto investigado (Domínguez y Lucatello, 2018; Surasky, 2014).
Sobre la base de lo anteriormente expuesto, la presente investigación, de naturaleza crítica, tiene un doble objetivo. Por un lado, se busca contribuir a repensar un modelo de CID Norte-Sur más justa y adecuada, donde la población receptora de la ayuda tenga un papel protagonista, desde el caso concreto de pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador en la actualidad. Por otro, se pretende identificar prácticas y conocimientos ancestrales de los pueblos originarios que constituyan una fuente de aprendizaje para los países del Norte, en una suerte de cooperación Sur-Norte, que aporte a una transición civilizatoria y a estrategias para enfrentar la emergencia climática. Con este doble propósito, se llevó a cabo un estudio de naturaleza cualitativa, a través de la realización de entrevistas en profundidad a líderes y lideresas indígenas y a personas no indígenas vinculadas con proyectos y programas de cooperación internacional, complementadas con el uso de otras fuentes de información, también de naturaleza primaria.
El presente documento se estructura de la siguiente forma. En la sección 2 se presentan los fundamentos teóricos del trabajo. La sección 3 muestra la metodología empleada. La sección 4 presenta los principales resultados de la investigación. Finalmente, la secciones 5 y 6 recogen la discusión de los resultados y las conclusiones del estudio.
Siguiendo a Unceta (2009), podemos hablar de maldesarrollo para dar cuenta del fracaso global y sistémico del modelo de desarrollo, que afecta tanto a países subdesarrollados como a los llamados desarrollados, y que ha contribuido a consolidar un sistema mundial basado en enormes asimetrías entre unas y otras zonas del planeta y en un balance de poder claramente favorable a los países llamados desarrollados. Además de generar un sistema mundial profundamente injusto e inequitativo, el desarrollo se ha sustentado en un sistema particular de conocimiento, el correspondiente al Occidente moderno, de forma que el predominio de dicho sistema ha conducido a la marginación y a la descalificación de los sistemas de conocimiento no occidentales (Escobar, 2007).
En la etapa actual de globalización neoliberal, la sobreexplotación de la naturaleza, al ser concebida esta como fuente de materias primas inagotables al servicio del modelo capitalista, ha agudizado la vulnerabilidad de los países y poblaciones más pobres; la gran asimetría económica en la que se asienta la globalización da lugar a una insostenibilidad planetaria que pone en riesgo a las futuras generaciones (Ruano, 2016). A su vez, la CID se inserta en este proceso de extensión del capitalismo global, afianzándose como instrumento del mismo (Maestro y Martínez, 2012), y estando subordinada a los intereses en materia de política exterior de los países donantes (Monje, 2018).
Este modelo de desarrollo es a menudo percibido como negativo por los pueblos indígenas, quienes lo asocian con los modelos político-económicos de crecimiento orientados por el Estado o como la justificación para la extracción neocolonial de recursos de sus territorios. En respuesta, desde los pueblos indígenas surgen otros conceptos, como es el caso del «autodesarrollo» (Gray, 2012) o el «etnodesarrollo» (Bonfil, 1982), que se sustentan en el ejercicio de la capacidad social de un pueblo para construir su futuro, aprovechando para ello las enseñanzas de su experiencia histórica y los recursos reales y potenciales de su cultura, de acuerdo con un proyecto que se defina según sus propios valores y aspiraciones. Para los defensores del posdesarrollo, las críticas y los saberes de los pueblos indígenas, con racionalidades no insertas en la ideología del progreso, se convierten en fuentes privilegiadas para construir alternativas al desarrollo (Gudynas, 2012).
Ante la insostenibilidad del modelo de desarrollo actual, que está afectando tanto a los países del Norte como del Sur (si bien estos últimos son los que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad), y que pone en riesgo a la propia especie humana, urge una reorientación hacia un modelo de desarrollo o alternativa de desarrollo que garantice la armonía con el resto de la vida y una radical redistribución del acceso a los bienes comunes del planeta (Lander, 2015). En este marco, los discursos para la transición contemporáneos buscan repolitizar el debate sobre la necesaria transición civilizatoria frente al modelo hegemónico, ofreciendo alternativas y haciendo necesario un diálogo e intercambio entre las diferentes culturas y pueblos del Sur y el Norte para articular respuestas conjuntas de cara a un cambio global (Beling, 2019).
En este contexto complejo de transiciones ecosociales y civilizatorias surge una literatura crítica con el modelo tradicional de CID, un modelo caracterizado por la jerarquización Norte-Sur y una marcada orientación neoliberal, del que se cuestiona su capacidad para contribuir a un proceso continuado de mejora de las condiciones de vida de las comunidades más empobrecidas –véanse, por ejemplo, Lucatello (2017) o Monje (2018)–. Como apunta este último autor, la participación empoderada de los destinatarios de la cooperación es un elemento clave en el éxito de los proyectos de cooperación internacional al desarrollo; sin embargo, también señala que «… existen fuertes indicios para suponer que en muchos proyectos de cooperación internacional al desarrollo implementados en la región latinoamericana se están subordinando los intereses de la población objetivo a los intereses particulares de las agencias de cooperación internacional y de sus respectivos gobiernos» (Monje, 2018, p. 114). Al mismo tiempo, se propone una «cooperación al posdesarrollo» (Chávez et al., 2008) que ya no buscaría diseñar proyectos para atender las necesidades de beneficiarios del Sur, sino que estos se convertirían en autores y dueños de su propio destino, y en solicitantes de un proceso de cooperación con diferentes colectivos, del Sur o del Norte, aportando en este proceso ideas, propuestas y puntos de vista propios. Belda (2018), por su parte, hace referencia a una «cooperación política transformadora» que enfrente y transforme las relaciones desiguales de poder; que reivindique fuentes de conocimientos locales frente al conocimiento experto y la lógica científico-racional, y que explore modelos alternativos de desarrollo y de vida, situando en el centro los procesos de cambio desde abajo arriba. Por otra parte, Fernández et al. (2014) proponen las bases para una nueva Agenda alternativa de solidaridad, que refuerce el carácter emancipador de la cooperación desde un enfoque de acción colectiva, de manera que nazca desde la sociedad civil organizada y no desde ámbitos multilaterales.
En este sentido, Marcellesi y Palacios (2008) destacan la necesidad de apostar por la multidireccionalidad de la cooperación y generar un flujo considerable de cooperación en dirección Sur-Norte que facilite a las poblaciones del Norte el conocimiento de otras formas de relacionarse entre sí y con su entorno y que ponga en valor las aportaciones que realizan las poblaciones del Sur a las poblaciones del Norte. Para Youkana et al. (2021), frente a la profunda crisis ambiental-civilizatoria resulta necesario avanzar y trabajar en la visibilización y comprensión de otros saberes y prácticas, tales como las epistemologías del Sur, que han sido sistemáticamente negadas, pero continúan presentes en las prácticas de las comunidades. Por su parte, para Surasky (2014), las respuestas a algunos de los desafíos globales solo podrán surgir desde un diálogo epistemológico entre el Sur y el Norte en el que saberes, visiones y prácticas se enriquezcan recíprocamente, para lo que es necesario enfrentar las relaciones de poder existentes.
En lo que concierne al contexto de la presente investigación, esta se llevó a cabo en Ecuador, en el marco de una relación previamente establecida por la primera autora con el movimiento indígena ecuatoriano a través de la gestión de proyectos de cooperación internacional. La investigación se ha centrado en la visión de líderes y lideresas vinculados a organizaciones que conforman las bases del movimiento indígena, por ser este considerado como una de las plataformas de reivindicación identitaria con mayor capacidad de movilización e interpelación de América Latina (Bretón, 2002).
Para dar respuesta a los objetivos de la investigación se hizo uso de una metodología de corte cualitativo, empleando para la obtención de la información fuentes primarias; más concretamente, entrevistas realizadas a líderes y lideresas indígenas con amplia trayectoria organizativa y que están en contacto con proyectos y programas de cooperación desde diferentes posiciones, y a personas no indígenas vinculadas a la gestión de proyectos y programas de cooperación con pueblos indígenas. Para la selección se tuvo en cuenta además la relación de confianza establecida con la primera autora, con el fin de poder obtener una visión crítica en la que se pusiesen de manifiesto los aspectos negativos de los programas y proyectos de cooperación.
De esta forma, se entrevistó a 11 personas, de las que 8 fueron líderes y lideresas pertenecientes a pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador (5 mujeres y 3 hombres) que están o han estado vinculadas a organizaciones del movimiento indígena [CONAIE y sus filiales regionales ECUARUNARI y CONFENIAE, el MICC (organización base de la ECUARUNARI), UNORCAC (organización base de la nacional FENOSIN) y otras organizaciones de base del movimiento indígena]; siendo cuatro de estas personas representantes de pueblos y nacionalidades de la Amazonía y las otras cuatro de la Sierra ecuatoriana; además, dos de estas ocho personas están vinculadas a ONGs en la gestión de proyectos de cooperación, y una de ellas tiene perfil académico. Así mismo, se llevaron a cabo 3 entrevistas con personas no indígenas, pero con una trayectoria profesional y activista ligada a procesos de CID con pueblos y nacionalidades indígenas desde diferentes ámbitos: academia (1), ONG (1), organización indígena (1). Estas entrevistas a personas no indígenas, como actores de cooperación desde diferentes ámbitos, buscaban el aporte desde una visión más externa y global a las preguntas planteadas, así como un cuestionamiento desde el empleo cotidiano de las herramientas de gestión de proyectos y programas de cooperación. Las tres entrevistas fueron analizadas de manera diferenciada a las entrevistas realizadas a personas indígenas, si bien hubo coincidencia con la mayoría de las percepciones expresadas por las personas pertenecientes a pueblos indígenas. En la Tabla I se muestra el perfil más detallado de las personas entrevistadas.
Tabla I. Perfil de las personas entrevistadas
Nombre |
Fecha entrevista |
Pueblo/ Nacionalidad |
Sexo |
Perfil |
---|---|---|---|---|
Entrevistada 1 |
07/03/2022 |
Kichwa de la sierra, cantón Cotacachi |
Mujer |
Miembro de organización cantonal de mujeres indígenas, trayectoria profesional vinculada a ONGs y Agencias de cooperación. |
Entrevistado 2 |
27/03/2022 |
No indígena |
Hombre |
Sociólogo y profesor de Universidad, vinculado a procesos de consultoría para investigación y evaluación de programas y proyectos de cooperación |
Entrevistada 3 |
28/03/2022 |
No indígena |
Mujer |
Técnica de proyectos de cooperación en organizaciones de base del movimiento indígena a nivel provincial y nacional |
Entrevistada 4 |
31/03/2022 |
Kichwa de la Amazonia, Napo |
Mujer |
Exdirigenta de la mujer de organización nacional del movimiento indígena, vinculada a ONG ecuatoriana |
Entrevistada 5 |
04/04/2022 |
Kichwa de la sierra, pueblo Panzaleo, Cotopaxi |
Mujer |
Exdirigenta de la mujer de organización provincial del movimiento indígena |
Entrevistada 6 |
10/04/2022 |
No indígena |
Mujer |
Miembro de ONG ecologista, vinculada al trabajo con pueblos indígenas por la defensa del territorio frente al extractivismo |
Entrevistada 7 |
21/04/2022 |
Kichwa de la Amazonía, Pastaza |
Mujer |
Miembro del consejo de gobierno de organización indígena a nivel nacional |
Entrevistado 8 |
30/04/2022 |
Kichwa de la sierra, pueblo Kitu Kara, Pichincha |
Hombre |
Historiador y exdirigente de organización indígena a nivel nacional |
Entrevistado 9 |
28/04/2022 |
A’i Cofan |
Hombre |
Líder comunidad A’i Cofan |
Entrevistado 10 |
06/05/2022 |
Siekopai |
Hombre |
Líder comunidad Siekopai |
Entrevistada 11 |
21/05/2022 |
Kichwa de la sierra, cantón Cotacachi |
Mujer |
Presidenta organización cantonal de mujeres indígenas. |
Fuente: Elaboración propia.
Como instrumento para la recogida de datos, se emplearon entrevistas semiestructuradas en profundidad, individuales, en modalidad presencial (8) y virtual (3), según la disponibilidad de las personas entrevistadas. Dichas entrevistas, que se realizaron entre los meses de marzo y mayo de 2022, se articularon en torno a una serie de cuestiones referenciales que posteriormente se emplearon como guía para el análisis de los resultados. Estas cuestiones se plantearon a todas las personas entrevistadas (aunque profundizando en diverso grado en cada una de ellas según su perfil) y posteriormente se estableció un espacio abierto para añadir aquella información que las personas entrevistadas consideraron relevante. En el anexo 1 se muestran aquellas cuestiones que se utilizaron de guía en las entrevistas.
Las entrevistas tuvieron una duración de entre treinta minutos y una hora. Estas fueron inicialmente grabadas, con el consentimiento de las personas participantes, y posteriormente transcritas para su análisis según los bloques definidos por las preguntas de referencia, tratando de identificar los aspectos comunes percibidos por las personas entrevistadas, pero también incluyendo y reflejando aquellos aspectos en los que había diversidad de opiniones.
Por otra parte, la información derivada de las entrevistas se complementó con la obtenida a través de la participación directa en tres actividades vinculadas a organizaciones y a líderes/as indígenas: 1) participación en 3 talleres liderados por una ONG ecologista ecuatoriana, con organizaciones de mujeres indígenas de la Amazonía en contexto de resistencia frente a la entrada de empresas mineras en sus territorios; 2) charla «Los pueblos indígenas ante el cambio climático», con líder indígena, miembro del consejo de gobierno de organización del movimiento indígena a nivel nacional; 3) entrevista para artículo sobre el Sumak Kawsay a lideresa indígena, exdirigenta de organización del movimiento indígena a nivel regional.
Si bien los pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador presentan una gran heterogeneidad y diversidad cultural, en la presente investigación se ha buscado establecer los puntos comunes que comparten las diferentes cosmovisiones indígenas con relación a saberes ancestrales que se han mantenido a lo largo del tiempo o que están siendo recuperados, desde una visión colectiva y organizativa.
De acuerdo con las percepciones de las personas entrevistadas, existe una consciencia de que la cosmovisión de pueblos originarios se ha visto alterada a lo largo de los siglos de influencia del modelo eurocéntrico y occidental. Por otra parte, el modelo de desarrollo occidental no solo viene de Europa y Estados Unidos, sino también de una parte de la propia sociedad ecuatoriana, en su afán por diferenciarse y estar por encima de las visiones y culturas indígenas. Esta influencia ha ido cambiando la cosmovisión de los pueblos originarios, de forma que, si bien prevalecen ciertas prácticas y saberes ancestrales en algunas comunidades, y sobre todo en las personas mayores, pensar que las cosmovisiones indígenas permanecen inalteradas es una idea romantizada de la realidad.
Ahora hasta la mentalidad de los pueblos indígenas vamos cambiando, y este es uno de los problemas del conflicto que ahora tenemos. […] En ese sentido algunos líderes de las organizaciones están claros por qué camino ir, pero otros van cambiando esta ideología de nuestros movimientos indígenas. (Entrevistada 11)
Se aprecian, por tanto, dos modelos de desarrollo: uno externo, el occidental, basado en el crecimiento económico y el bienestar material a costa, en muchas ocasiones, de la sobreexplotación de la naturaleza; y otro interno, basado en la cosmovisión de los diferentes pueblos y nacionalidades, que no busca solo un desarrollo individual, sino también un bienestar colectivo y comunitario. Ambos son modelos que chocan, que se confrontan y están en pugna, pero es el modelo occidental el que predomina e impone sus lógicas sobre los derechos de los pueblos indígenas, que no solo sufren los impactos ambientales y sociales negativos sobre sus territorios y sus comunidades y un alto grado de conflictividad, sino que ni siquiera se benefician del crecimiento económico que supuestamente lleva asociado.
Sin embargo, el desarrollo, desde la visión de pueblos y nacionalidades indígenas, está íntimamente ligado a sus territorios. Su supervivencia depende de su entorno, con el que tienen un vínculo no solo material, sino también espiritual. Dichos territorios se ven amenazados de forma constante por el modelo de desarrollo hegemónico y por el papel que desempeña Ecuador como país productor de materias primas. Así, en esta división internacional del trabajo en la que se ha ubicado a los países del Sur global, los pueblos indígenas no se podrían «desarrollar», sino solo sobrevivir al «desarrollo».
Se mira a los territorios donde estamos campesinos y pueblos y nacionalidades no como territorios, sino como un lugar de donde extraer recursos. En ese escenario, ¿qué puedes desarrollar en un contexto así, de qué desarrollo podemos hablar desde el territorio? Lo que tenemos son territorios en conflicto, no desarrollo. (Entrevistada 4)
Estas amenazas al territorio que vienen de la mano de agentes externos, como son las empresas transnacionales, o del propio Estado ecuatoriano, dividen a las comunidades y rompen el tejido social, posicionando a los pueblos y nacionalidades en una tensión constante entre la conservación de la cultura y el entorno y la necesidad de obtener recursos económicos para la subsistencia. De esta forma, las empresas extractivistas, con la complicidad del Estado ecuatoriano, ofrecen dinero y privilegios a los líderes comunitarios para que faciliten su entrada, y criminalizan y hostigan a aquellos que no se dejan comprar. Así, a menudo se escuchan discursos desde medios de comunicación y funcionarios públicos que señalan a los pueblos indígenas como «enemigos del desarrollo», y también con frecuencia se emplea a las Fuerzas Armadas o a la Policía para permitir la entrada de las empresas en los territorios.
Desde la perspectiva de las personas entrevistadas, la propuesta de los pueblos indígenas para lograr su desarrollo pasa por romper con el modelo extractivista y, en su lugar, establecer un modelo económico basado en iniciativas locales sostenibles en el tiempo y respetuosas con el entorno, desde un enfoque comunitario y colectivo. A su vez, existe en la percepción de los pueblos indígenas una consciencia compartida de la necesidad de preservar el territorio ancestral para las generaciones futuras y una preocupación sobre el legado que se les está dejando.
En este contexto, la CID, en sus prácticas, modalidades y actores, ha sido y es muy diversa desde su origen hasta la actualidad, si bien el análisis de los resultados trata de ofrecer una perspectiva global y crítica sobre sus impactos, positivos y negativos, en pueblos indígenas en Ecuador, tal y como son percibidos por las personas entrevistadas.
En primer lugar, varias de las personas entrevistadas consideran importante resaltar que la cooperación no ha sido homogénea, sino que es necesario diferenciar entre distintos tipos y actores de cooperación que han actuado históricamente en el país, especialmente con relación a su impacto sobre pueblos y nacionalidades. En este sentido, se considera especialmente valiosa la cooperación que no es únicamente técnica, sino que tiene también un componente de apoyo político al movimiento indígena. Así, varias de las personas entrevistadas resaltan, como impactos positivos de la cooperación internacional, su papel en el fortalecimiento organizativo del movimiento indígena, de la pluriculturalidad y de la plurinacionalidad, en un contexto de abandono por parte de los gobiernos nacional y locales, de incumplimiento de los derechos colectivos y de insatisfacción de las necesidades básicas.
Varias de las personas entrevistadas coinciden en la importancia del aporte de la CID a la conservación de la cultura y de la naturaleza, así como a la denuncia de vulneraciones de derechos de los pueblos indígenas, a sostener procesos de resistencia frente a actividades extractivas y a apoyar a líderes/as y defensores/as de derechos frente a la actuación de empresas transnacionales y del propio Estado ecuatoriano.
En el cuidado de la naturaleza, sostener a los líderes y dirigentes en el tema de la resistencia, es porque hay una cooperación internacional que cree que es importante conservar la naturaleza, más allá de una explotación minera. (Entrevistada 1)
A pesar de que este fortalecimiento y apoyo político por parte de la cooperación se percibe como positivo en términos de justicia social, algunas personas consideran que, a veces, estos procesos se olvidan de las condiciones económicas y medios de vida para el sustento de las personas, lo que dificulta la sostenibilidad de las acciones. Por otra parte, es una percepción compartida que los proyectos y programas de cooperación muchas veces son puntuales, no consiguen una sostenibilidad y continuidad en el tiempo, y no se adaptan a la realidad de los ritmos organizativos y de las comunidades, iniciando procesos, pero dejándolos inacabados.
Hemos visto con algunas cooperaciones internacionales u ONGs que nos han ayudado, que solamente al inicio que nos ayudan, pero luego no nos ayudan como para poder levantar. Nosotros como comunidad o como organizaciones no tenemos ese respaldo o esa ayuda hasta el final, es una ayuda para iniciar, pero luego nos dejan ahí y nos quedamos en la nada. (Entrevistada 5)
En estas dinámicas, se pierde el objetivo de fondo, ya que las organizaciones y comunidades se adaptan a los requerimientos de los donantes por su necesidad de contar con recursos económicos. De esta forma, en muchas ocasiones, la cooperación impone un modelo de desarrollo, o bien sus propias agendas de acuerdo a sus prioridades, sin atender a las necesidades priorizadas por los propios pueblos y nacionalidades. Además, en muchos casos, los diversos actores de la cooperación se colocan en un primer plano de liderazgo de los procesos, dejando en el papel de receptoras pasivas a las comunidades y organizaciones.
Porque hay financiamiento entonces la gente de las comunidades, tal vez por justificar y aprovechar este recurso piden fondos porque vienen alineados para un tema específico, no pueden hacer otras cosas. (Entrevistado 9)
Esta práctica es concebida en parte como una nueva forma de colonización, a través de la imposición de agendas y del modelo de desarrollo occidental, desde una forma de racionalidad que no es propia de los pueblos indígenas y que no favorece procesos de autonomía y sostenibilidad. Además, se percibe la cooperación como una posible puerta de entrada a los intereses de empresas transnacionales y de pérdida del control del territorio y de los saberes ancestrales, como es el caso de la apropiación de plantas sagradas a través de patentes por parte de agentes externos.
Otro impacto negativo de la cooperación, identificado por varias de las personas entrevistadas, es la ruptura del tejido social y organizativo a la hora de seleccionar dirigentes y líderes/as con los que trabajar, al no tomar en cuenta las organizaciones existentes y/o los procesos organizativos asamblearios. A su vez, las personas entrevistadas no indígenas observan que es frecuente la ruptura de los procesos de autogestión existentes en las organizaciones y en las comunidades (procesos que en el caso del contexto indígena todavía están muy presentes con prácticas comunitarias tradicionales como la minga[1]), debido a la inyección externa de recursos económicos y a la generación de dependencias.
Además, el hecho de que los recursos no vayan directamente hacia las comunidades involucradas en los procesos, sino que pasen a través de «intermediarios», ya sean administraciones públicas ecuatorianas u ONGs nacionales o internacionales, provoca una sensación de falta de transparencia y de posible corrupción cuando no se consiguen los resultados esperados.
En relación con el impacto de la cooperación sobre los derechos de las mujeres indígenas y su contribución a la equidad de género, una de las líneas de acción priorizadas en las agendas de gran parte de los donantes, existen opiniones encontradas en las personas entrevistadas. Por una parte, se visibiliza el conflicto existente entre la entrada de conceptos externos como son el género y los derechos de las mujeres (entendiendo estos como derechos individuales frente a una visión de derechos colectivos que sostienen los pueblos indígenas) y la conservación de las cosmovisiones indígenas. Esta entrada de conceptos «occidentales» genera resistencias en el seno de las organizaciones y comunidades indígenas, que basan sus cosmovisiones en una relación ideal de complementariedad y dualidad entre hombres y mujeres.
Desde los pueblos originarios se habla del tema de la familia ampliada que es el ayllu[2] o la comunidad, por un lado, la cooperación pone el tema del enfoque de género buscando la participación de la mujer porque estamos en esa era, pero también están los pueblos originarios en un tema de resistencia porque se cree que todos somos iguales, pero en la práctica no es así. (Entrevistada 1)
Sin embargo, por otra parte, y con carácter general, se perciben como positivos los logros de las acciones impulsadas por la cooperación en materia de derechos de las mujeres indígenas y equidad de género, especialmente en la formación y la visibilización de derechos y en el fortalecimiento de la participación de las mujeres indígenas en espacios organizativos y de toma de decisiones. Asimismo, se rescata la importancia del empoderamiento económico de las mujeres, como forma de romper con situaciones de violencias de género.
De acuerdo a esta percepción crítica de la cooperación internacional, para las personas entrevistadas, una CID «adecuada» desde la visión de los pueblos y nacionalidades debería cumplir con varios requisitos.
En primer lugar, ser una cooperación horizontal, con sentido de hermandad y solidaridad, en la que haya intercambio de saberes y de experiencias y un acercamiento cultural, y no únicamente una transferencia unilateral de recursos económicos y tecnológicos. Se valora además una cooperación políticamente afín, no meramente técnica y despolitizada, y basada en relaciones de confianza.
Puede ser un intercambio de ideas a través de los saberes, compartir experiencias, especialmente en la participación política, en la toma de decisiones, me parece que todo nos puede aportar entre los dos lados. (Entrevistada 1)
En segundo lugar, se destaca la importancia de la integralidad de las acciones de cooperación, en las que estén también contempladas la generación de medios de vida mediante actividades económicas alternativas al extractivismo; su sostenibilidad en el tiempo favoreciendo la autogestión e independencia de financiadores externos, y la adecuación a los ritmos y procesos de las comunidades, así como a la diversidad cultural de cada pueblo y nacionalidad.
Que la cooperación aporte directamente con una visión a largo plazo, […] llegar a un acuerdo en que se utiliza ese recurso para esa actividad, que va a ser un proyecto para largo plazo, y que vamos a contribuir con esa cooperación para llegar a más gente. (Entrevistado 9)
En tercer lugar, debe ser una cooperación que contribuya a la conservación de la naturaleza y a reforzar y garantizar el papel de pueblos y nacionalidades en su papel de defensores y cuidadores del territorio, reconociendo que este papel tiene un impacto no solo a nivel local, sino en todo el planeta y toda la humanidad, así como a revalorizar y rescatar los conocimientos ancestrales que han contribuido a esa conservación.
Lo primero es tener esa naturaleza intacta, pero para que no destruyan la naturaleza cómo hacemos, […] llevar a jóvenes para que se preparen bien y vengan para defender su cultura, porque el conocimiento es el único medio para mí que nos va a permitir frenar estas situaciones. (Entrevistado 10)
En cuarto lugar, deben ser acciones que se articulen a través de las agendas organizativas que ya están en marcha, que se adapten a las prioridades identificadas por los pueblos y nacionalidades y que coloquen a las comunidades y organizaciones en una posición de liderazgo como tomadores de decisiones, en lugar de que sean los donantes y las ONGs los que impongan las agendas y dejen a las comunidades en un papel de receptores pasivos de ayuda.
Una cooperación muy respetuosa de ayuda, de entender en qué está la organización y mirar cómo aportar y fortalecer eso en lo que ya está la organización. La cooperación se debe adaptar a las necesidades organizativas. (Entrevistada 4)
En quinto lugar, se valoran como positivos los aportes de la CID a los derechos de las mujeres indígenas y la equidad de género, y se identifica como necesario fortalecer estas acciones, pero siendo conscientes de la diversidad cultural y de que son las propias mujeres y comunidades indígenas las que deben idear sus propias estrategias para conseguir una mayor equidad y construir feminismos adaptados a sus propias realidades y contextos, como son los feminismos indígenas y/o comunitarios.
Importante sería enfocar cómo en los países desarrollados las mujeres han podido superar tanto en la participación política, pero en Ecuador todavía eso está crítico, muchas mujeres no somos escuchadas, a veces llegamos a la dirigencia y los hombres nos miran como que no estamos en condiciones de capacidad. (Entrevistada 7)
En sexto lugar, se deben promover alianzas estratégicas, especialmente entre movimientos sociales y organizaciones de sociedad civil, a nivel local, regional e internacional, para aunar esfuerzos ante los mismos objetivos, como la resistencia ante empresas transnacionales extractivas o la lucha contra el cambio climático.
El cambio climático no es que quede solamente en Latinoamérica, es el desequilibrio a nivel global por lo que debe haber un nivel de corresponsabilidad […] hemos tenido también coordinación con otros pueblos hermanos en los países de origen donde vienen las empresas, que podamos generar condiciones de movilización, de organización, de unidad y de lucha en todas las latitudes. (Charla líder indígena)
Por último, se quiere una cooperación en la que los fondos se gestionen con transparencia, se conozca su origen y lleguen directamente a los territorios, sin «intermediarios».
Es fundamental la contribución, la retribución por estas acciones de conservación que hemos hecho desde siempre y que es bueno que se haga directamente a los territorios, y la administración se haga desde el territorio. (Entrevistado 9)
Cuando se plantea la posibilidad de una cooperación Sur-Norte, que vaya por tanto desde los pueblos y nacionalidades indígenas hacia los países «ricos», basada en saberes, valores y prácticas que puedan llevar aprendizajes a las culturas «occidentales», en un primer momento se visualizan las dificultades de este escenario por parte de las personas entrevistadas en el contexto actual de desigualdad en las relaciones Norte-Sur, en el que los poderes económicos y políticos no buscan un cambio, sino mantener el statu quo.
Solo es en un escenario de cooperación entre organizaciones de sociedad civil y pueblos, y no en procesos de cooperación internacional al desarrollo «formales» liderados por gobiernos o instituciones multilaterales, en el que se contempla una posible cooperación Sur-Norte, mediante la cual los pueblos y nacionalidades puedan intercambiar y aportar con sus saberes a las sociedades «occidentales».
La comunidad tiene que salir al mundo a exponer sus vivencias, su cultura, su visión para que otra gente que no conoce pueda conocer. (Entrevistado 9)
Si bien se reconoce que en la actualidad el modelo de desarrollo de los pueblos originarios también ha sido en gran parte occidentalizado, se identifican varios aspectos en los que los pueblos y nacionalidades indígenas pueden aportar a un nuevo modelo de desarrollo o a alternativas de desarrollo.
De forma generalizada, las personas entrevistadas identifican la relación con la naturaleza y el rescate de saberes ancestrales vinculados a esta relación, perdidos en gran parte en muchas comunidades, como uno de los grandes aportes que pueden hacer los pueblos originarios. Esta relación busca un mayor equilibrio entre la naturaleza y los seres humanos, en lugar de la imposición del hombre hacia la naturaleza.
Nosotros como nacionalidades podemos ir allá y dar nuestro modelo, de cómo nosotros pensamos […], si de alguna manera vamos allá y damos nuestra forma de pensamiento, claro que ellos podrían aprender y aplicarlo para de alguna manera disminuir los impactos ambientales. (Entrevistado 10)
Por otra parte, destacan como aporte la visión comunitaria y colectiva frente al individualismo promovido por la cultura «occidental»; los mecanismos de redistribución, que permiten comunidades más equitativas, y los modos asamblearios y participativos de organización social y política.
Como pueblos indígenas tenemos varios mecanismos que son de redistribución, por ejemplo, las fiestas, la minga o las actividades colectivas donde si hay algo repartes y es para todos. (Entrevistada 4)
Otro aspecto que se resalta es la puesta en valor de la diversidad cultural, desde la trayectoria histórica de trabajo de los pueblos y nacionalidades de Ecuador en la construcción de un Estado plurinacional, que incluye la riqueza que aportan las diferentes culturas y civilizaciones, frente a la exclusión y discriminación que las personas indígenas sufren en su vida cotidiana y en el accionar de los gobiernos y sus políticas públicas.
Destacan también los aportes desde las mujeres indígenas, como sabias, cuidadoras, proveedoras de alimentos sanos, defensoras de la naturaleza, de la soberanía alimentaria, así como su papel activo en las luchas sociales para la exigencia de los derechos colectivos. Son además las mujeres las que permanecen en el territorio y preservan la cultura y los saberes ancestrales, ya que los hombres emigran en busca de empleo a las ciudades, y las que se mantienen firmes defendiendo el territorio cuando los hombres son corrompidos por los incentivos que ofrecen las empresas extractivas.
En cuanto a la forma en la que operativizar esta cooperación y poder transmitir los saberes y conocimientos identificados, se rescatan experiencias relacionadas con espacios de intercambio y de solidaridad, pero también con experiencias más espirituales desde los conocimientos ancestrales, como son las vinculadas al uso de plantas sagradas para la sanación, el crecimiento personal y comunitario.
Nosotros también tenemos un poder de ofrecer, no simplemente a recibir […]. Nosotros practicamos la medicina ancestral, la bebida de yagé[3], que es una planta muy poderosa, la gente que bebemos de esta sabiduría, podemos compartir desde este valor de esta planta sagrada. (Entrevistado 9)
Si bien hoy en día el pensamiento occidental ha penetrado en gran parte de las comunidades indígenas y ha transformado las mentalidades hacia ideales vinculados con el progreso y el desarrollo entendido desde el crecimiento económico, perviven (o están recuperándose) en algunas personas, comunidades y organizaciones valores, cosmovisiones y prácticas en los que se centrarán las siguientes reflexiones.
Las propuestas para un desarrollo o alternativas al desarrollo desde los pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador, aun teniendo en cuenta la diversidad cultural e histórica existente entre estos, poseen, desde el punto de vista de las personas entrevistadas y otras fuentes primarias empleadas en la investigación, una serie de principios comunes para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas y el bienestar. Este bienestar no es concebido solo de manera individual y personal, sino que implica a la comunidad desde un enfoque colectivo y desde relaciones de reciprocidad y cooperación, e incluye también la relación con el entorno y la naturaleza, que debe ser armónica y equilibrada. Así, siguiendo a Prada (2011), estas concepciones cosmocéntricas establecen una relación con la naturaleza mediada por la comunidad, en la que se dan relaciones y redes comunitarias, al entender que la reproducción solo es posible bajo nexos de interdependencia mutua basados en relaciones de reciprocidad y solidaridad.
El bienestar de los pueblos indígenas pasa también por garantizar sus derechos colectivos, entre los que se encuentra el derecho a sus tierras y territorios ancestrales. La supervivencia y el bienestar de los pueblos y las nacionalidades depende enteramente de la supervivencia del territorio en el que habitan, el cual es su fuente de medios de vida y símbolo de identidad cultural, en el que tienen lugar las relaciones familiares, comunitarias y organizativas, las relaciones con la naturaleza y las prácticas espirituales. Para Ponce (2019), el territorio está vinculado además con la idea de autodeterminación, que se expresa como un derecho colectivo que ejercen los pueblos indígenas en sus territorios ancestrales, modificando las relaciones entre las instituciones estatales y las comunidades, y rompiendo con la herencia colonial.
Sin embargo, el modelo de desarrollo hegemónico y las relaciones desiguales de poder entre países «desarrollados» y «subdesarrollados» colocan a los países del Sur en un rol subordinado, como proveedores de materias primas que sirven como insumos para los procesos de industrialización de los países «ricos». Este modelo lleva, en el plano global, a lo que Gudynas (2011) considera como una crisis multidimensional, que visibiliza los serios problemas económico-financieros internacionales y las amenazas del cambio climático global, y que profundiza en los países sudamericanos un estilo de desarrollo que perpetúa la dependencia de las economías nacionales en la exportación de materias primas, actividad que no solo no repercute en la disminución de la pobreza, sino que agrava el deterioro ambiental. En este contexto, los pueblos y las nacionalidades indígenas de Ecuador sufren directamente las consecuencias de este modelo de desarrollo extractivista, de forma que no son beneficiados por el modelo de desarrollo hegemónico, sino supervivientes de este. Para Gudynas (2011), cualquier exploración de una «alternativa al desarrollo» debe romper con este modelo extractivista.
En este contexto de «maldesarrollo» (Unceta, 2009), el papel de la CID en pueblos indígenas de Ecuador ha sido diferenciado y dependiente de los agentes de cooperación implicados y de la evolución de los principios rectores de la cooperación desde su origen hasta la actualidad. Así, la cooperación y los procesos de desarrollo dirigidos a pueblos originarios han transitado desde prácticas de aculturización y asimilación, hasta procesos de revalorización y reconocimiento de los saberes ancestrales y del papel de los pueblos originarios en la defensa del territorio y de la naturaleza.
En este sentido, se aprecia como positiva aquella cooperación en la que destaca la dimensión política como una herramienta de transformación (Polvorinos, 2016), frente a una cooperación meramente técnica y despolitizada. Se puede decir que la cooperación «adecuada» percibida por las personas entrevistadas se aleja de una lógica impositiva, donde son los agentes de la cooperación quienes marcan las agendas y la población «beneficiaria» se posiciona como receptora y pasiva, y se acerca a la noción de «cooperación política transformadora» (Belda, 2018).
A su vez, las propuestas para una cooperación «adecuada» por parte de las personas entrevistadas se alinean tanto con el concepto de «cooperación al posdesarrollo» (Chávez et al., 2008), según el cual la población «beneficiaria» pasaría a ser la protagonista de su propio destino, y participante de un proceso de cooperación con colectivos, del Sur o del Norte, aportando en este proceso ideas, propuestas y puntos de vista propios; como con la propuesta de una agenda alternativa de solidaridad (Fernández et al., 2014), en la que se promueve el fortalecimiento de los sujetos estratégicos de emancipación, como los movimientos sociales, desde una lógica internacionalista que supere la división Norte-Sur, y en la que se generen espacios de decisión horizontales.
En la Tabla II se muestran, de acuerdo con los resultados de la investigación llevada a cabo, los aspectos que contribuyen a definir una cooperación «adecuada», frente a la cooperación «real», desde la visión de las personas entrevistadas.
Tabla II. Comparación cooperación «real» vs. cooperación «adecuada»
Cooperación «real» |
Cooperación «adecuada» |
|
---|---|---|
Naturaleza de la cooperación |
Técnica y de gestión, despolitizada |
Politizada |
Capacidad organizativa |
Apoyo al fortalecimiento de procesos organizativos |
Apoyo al fortalecimiento organizativo, pero con componentes que aseguren los medios de vida |
Defensa de los derechos de la Naturaleza |
Apoyo de procesos de conservación / Puerta de entrada a empresas transnacionales |
Apoyo de procesos de conservación, pero con componentes que aseguren los medios de vida de comunidades indígenas / Apoyo a la defensa del territorio frente a extractivismos |
Diversidad cultural y plurinacionalidad |
Apoyo de la diversidad cultural y plurinacionalidad / Apropiación de conocimientos ancestrales |
Apoyo de la diversidad cultural y plurinacionalidad, pero con componentes que aseguren los medios de vida de comunidades indígenas / Preservación del patrimonio cultural de pueblos y nacionalidades indígenas |
Derechos humanos y colectivos |
Denuncia de la vulneración de derechos humanos y colectivos y protección de personas defensoras |
Denuncia de la vulneración de derechos humanos y colectivos y protección de personas defensoras |
Relación donante-receptor |
Jerárquica y vertical |
Horizontal, basada en relaciones de confianza y fraternidad, espacios asamblearios |
Tomas de decisión |
Arriba-abajo (donantes y actores de cooperación toman decisiones, comunidades como receptoras pasivas) |
Abajo-arriba (las comunidades y organizaciones indígenas toman las decisiones sobre su propio destino) |
Prioridades de las acciones |
Impuestas por agenda de donantes y / o intereses privados |
Priorizadas por comunidades y organizaciones indígenas, de acuerdo con agendas organizativas y comunitarias existentes |
Interlocución con población local |
Interlocutores no siempre representativos, no se respetan procesos organizativos |
Asambleas y espacios comunitarios, respeto a procesos organizativos |
Temporalidad |
Acciones puntuales |
Compromisos estables que se adecúen a los tiempos y capacidades de las comunidades y organizaciones y no dejen procesos interrumpidos. |
Género y derechos de las mujeres |
Visibiliza derechos de las mujeres y promueve su participación política y organizativa. Empodera económicamente a las mujeres |
Continuación del trabajo, respetando la defensa de derechos de mujeres y equidad de género desde la visión de las propias mujeres y comunidades indígenas y feminismos indígenas y/o comunitarios. |
Sostenibilidad |
Insostenibles, generan dependencias externas |
Fortalece procesos de autogestión sostenibles en el tiempo |
Gestión de recursos |
A través de «intermediarios», sin gestión transparente ni rendición de cuentas |
Gestión directa desde las comunidades y organizaciones implicadas. |
Fuente: Elaboración propia.
Por otra parte, con el fin de comprender y valorar la diversidad y la pluralidad de otras culturas y civilizaciones para alcanzar el bienestar humano, así como de explorar otro tipo de órdenes sociales, económicos y políticos, con racionalidades no insertas en la ideología occidental del progreso, se han tratado de identificar aquellas prácticas y conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas que constituyan una fuente de aprendizaje para los países del Norte, en una suerte de cooperación Sur-Norte, que aporte a una transición civilizatoria y a estrategias para enfrentar la emergencia climática. De esta forma, se han identificado por parte de las personas entrevistadas tres aspectos principales, que a su vez están incluidos en la propuesta del Sumak Kawsay[4] (Acosta, 2015; Blanco y Aguiar, 2020) como alternativa al desarrollo y también se alinean con los Objetivos del Buen Vivir (Hidalgo-Capitán et al., 2019) como un primer paso para la construcción del Buen Vivir a escala global.
En primer lugar, resalta la consciencia de los valores intrínsecos de la vida, sea humana o no humana, desde una percepción biocéntrica, en lugar de antropocéntrica, entendiendo que los seres humanos no estamos separados de la naturaleza, sino que formamos parte de ella. Desde esta visión, el territorio y la naturaleza son concebidos como un bien común y patrimonio cultural, social y natural, que debe ser conservado y protegido, tanto para las actuales generaciones como para las futuras. En segundo lugar, destacan los valores de solidaridad social, en la certeza de que los seres humanos somos interdependientes y solo podemos lograr la plenitud en comunidad y de forma colectiva; se promueven las prácticas redistributivas de En tercer lugar, resalta la importancia de la diversidad cultural y la plurinacionalidad de Ecuador, donde coexisten diversas nacionalidades y pueblos indígenas oficialmente reconocidos, descendientes de pueblos originarios, que dan un carácter pluricultural y multiétnico al país.
Si bien se entiende que las alternativas al desarrollo no deben ser homogéneas ni universales, sino plurales y diversas, surge la necesidad de establecer un diálogo e intercambio entre las diferentes culturas y pueblos del Sur y el Norte para que, de acuerdo con Beling (2019), se iluminen mutuamente para articular respuestas conjuntas ante objetivos comunes, ya que es necesario conectar y poner en común las diferente iniciativas, discursos y luchas locales para unir fuerzas de cara a un cambio global.
Partiendo de estos elementos identificados, se propone una cooperación Sur-Norte, que difícilmente será posible en el ámbito de la cooperación «formal», representada por organismos multilaterales, estados y gran parte de las ONGs, que perpetúan el statu quo y las relaciones de poder desiguales. En cambio, sí se considera viable este tipo de cooperación con movimientos sociales, organizaciones de sociedad civil y pueblos del Norte, como agentes críticos frente a las relaciones de poder y dominación existentes, para, siguiendo a Polvorinos (2016), superar la lógica Norte-Sur a través de la articulación y creación de redes, buscando estrategias que permitan incidir en el ámbito global para la emancipación de los pueblos.
Con la presente investigación se ha pretendido contribuir a la literatura crítica con las dinámicas instaladas en torno a la CID, poniendo en primer plano los intereses y necesidades de la población receptora de ayuda al desarrollo, en este caso representada por pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador, como sujeto activo y protagonista de su propio desarrollo. En este sentido, se cuestionan las acciones del modelo dominante de CID, y se proponen alternativas más ajustadas a las necesidades y realidades de los pueblos y nacionalidades indígenas. Estas propuestas incluyen aspectos como la necesidad de actuar sobre las condiciones estructurales que perpetúan las relaciones desiguales Norte-Sur; el deseo de que los procesos de cooperación se asienten en relaciones basadas en la horizontalidad, respeto mutuo, solidaridad y fraternidad entre iguales; la preferencia por un tipo de cooperación politizada, que apoye las agendas y los procesos organizativos existentes y que no imponga sus propias agendas; la importancia de promover acciones continuas, no puntuales, que apoyen procesos desde el inicio hasta el fin y garanticen su sostenibilidad y autogestión futuras; la necesidad de promover el fortalecimiento organizativo y la conservación de la diversidad cultural y de la naturaleza, pero sin olvidarse de contribuir a garantizar los medios de vida y el sustento de las comunidades; la importancia de seguir contribuyendo a garantizar los derechos de las mujeres y la equidad de género, pero sin imponer visiones externas; la relevancia del papel de las organizaciones internacionales como denunciantes de las vulneraciones de derechos de los pueblos indígenas por parte del propio Estado ecuatoriano y de las empresas transnacionales; así como la importancia de que los recursos lleguen directamente a los territorios y puedan ser gestionados y justificados con herramientas accesibles y adaptadas a los conocimientos técnicos de organizaciones y comunidades indígenas.
Por otra parte, en el actual contexto de crisis civilizatoria y emergencia climática, se plantea la posibilidad de establecer de forma continua y permanente una cooperación Sur-Norte (Marcellesi y Palacios, 2008) basada en la transmisión de cosmovisiones, conocimientos, valores y prácticas desde pueblos del Sur hacia las sociedades del Norte. En el caso de los pueblos indígenas de Ecuador, se identifican como aportes relevantes a las sociedades del Norte una relación más armónica y respetuosa con la naturaleza, entendiendo que el ser humano está integrado en esta; la percepción colectiva y comunitaria del bienestar, frente a una percepción más individualista y materialista; y la inclusión de la riqueza procedente de la diversidad cultural y de racionalidades «no occidentales». Esta cooperación Sur-Norte difícilmente se llevará a cabo a través de los canales «formales» de la cooperación, pero se considera viable si es promovida por movimientos sociales y organizaciones de sociedad civil, así como por ciertas ONGs con perfil crítico y político y universidades.
Los resultados de la presente investigación pretenden ser una contribución a la construcción de un nuevo modelo de cooperación internacional al desarrollo más justo y adecuado, si bien estos resultados presentan limitaciones en cuanto al número y la representatividad de las personas entrevistadas, teniendo en cuenta la gran heterogeneidad y la diversidad de los pueblos y las nacionalidades indígenas de Ecuador, así como en cuanto a la delimitación geográfica de la investigación, que se ha desarrollado en un solo país. Investigaciones futuras sobre la percepción de la cooperación en una muestra más amplia de líderes y lideresas de pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador y de otros pueblos del Sur, así como sobre la percepción de la cooperación Sur-Norte desde ciertos actores de cooperación, que identificasen las necesidades priorizadas por las sociedades del Norte para la transmisión de saberes y valores desde el Sur; e investigaciones para profundizar sobre estrategias para que los pueblos indígenas puedan posicionarse como actores activos en los procesos de CID podrían proporcionar información complementaria al presente trabajo.
Anexo 1. Listado de preguntas de referencia
1) ¿Cómo se ajusta el desarrollo, tal y como se entiende en el mundo occidental, a las necesidades y a la cosmovisión de los PPII de Ecuador? |
2) ¿Qué tipos de impactos (positivos y negativos) ha tenido la CID en los pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador? |
3) ¿Cómo han contribuido (positiva y / o negativamente) los programas-proyectos de CID a los derechos de las mujeres indígenas y a la reducción de la brecha de género? |
4) Respecto a la deuda histórica de los países del Norte con los países del Sur (en especial España con Ecuador y América Latina), ¿la CID se puede considerar forma de reparación y reconocimiento? ¿Qué otras medidas para el reconocimiento y reparación de la deuda histórica serían necesarias, en su caso? |
5) ¿Qué pueden aportar los PPII en un nuevo modelo de desarrollo /alternativa al desarrollo? |
6) ¿Qué pueden aportar las mujeres indígenas en un nuevo modelo de desarrollo / alternativa al desarrollo? |
7) Respecto a la posibilidad de un tipo de cooperación desde el Sur hacia el Norte (en cuanto a valores, cosmovisión…), ¿qué podríamos aprender los países del Norte de los países del Sur? ¿cómo se podría llevar a la práctica esta cooperación Sur-Norte? |
8) ¿Cómo sería una cooperación internacional «ideal» desde el punto de vista de PPII? |
Fuente: Elaboración propia.
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