ISSN: 1130-2887 - eISSN: 2340-4396

PRESENTACIÓN

El estudio de la violencia en América Latina ha sido objeto de una prolífica literatura,
tal y como lo ha sido el estudio de la superación de las dictaduras o la transformación de sus estructuras e instituciones hacia modelos democráticos. A tal efecto, analizar el fenómeno de la violencia latinoamericana resulta posible desde múltiples aristas. Se puede hacer desde el estudio de los procesos insurgentes que se despliegan al albor de la Revolución cubana hasta las respuestas autoritarias inspiradas en la doctrina de seguridad nacional, proveniente de Washington durante la guerra fría. De otra parte, existen miradas de impronta estructural, o enfoques simbólicos y culturales que igualmente han contribuido notablemente a la comprensión de un fenómeno que, más allá de compartir elementos regionales comunes, presenta realidades tan complejas como plurales.

Este monográfico pretende, a diferencia de lo anterior, poner su punto de atención en el contexto que trasciende de la violencia. Es decir, una vez que un episodio de violencia ha sido superado y formalmente transformado o en transformación, ¿cuáles son los procesos de ruptura o de continuidad que tienen lugar? Por ejemplo, tras las dictaduras militares latinoamericanas, se pusieron en marcha labores de recomposición del tejido social entre las que destacaron las comisiones de la verdad. ¿Cómo han impactado estas en los sectores de seguridad y defensa? Asimismo, tras el recurrido recurso de las Fuerzas Militares a la gestión de la seguridad nacional (y pública) en los años sesenta y setenta, hoy en día pareciera acontecer un retorno de estas lógicas de militarización. Prácticas, quizá, indisociables de la esencia de un Estado fuerte aún vigente tras décadas de paulatina y notable democratización.

Un aspecto de necesaria atención al respecto tiene que ver con la transformación de la agenda estatal. Es decir, ¿hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos de la construcción de paz? Johan Galtung nos diría que resulta imprescindible entender la paz no como mera ausencia de guerra, sino como la superación de las condiciones estructurales, simbólicas y culturales que soportaron la guerra. Quizá, por eso, América Latina, desprovista de guerrillas e insurgencias –a excepción del eln en Colombia– continúa siendo tan violenta o más que lo que era en los años de vigencia de insurgencias y conflictos armados. Algo de lo que debe aprender bien Colombia, especialmente, viendo los derroteros por los que transita el país tras la firma del Acuerdo de Paz con las farc-ep.

Igualmente, tal vez en buena parte de los países de la región no han sabido transformar sus estructuras securitarias. Estas fueron constituidas bajo la vigencia de la guerra fría, cuando los militares ocupaban una posición privilegiada en la respuesta pública frente a la amenaza. Dicha realidad, inalterada en muchos casos, dificultaría notablemente el tránsito de un modelo de seguridad pública a otro de seguridad ciudadana, el cual demanda mayor proximidad con el individuo y el entorno local, además de un mayor protagonismo de los cuerpos civiles de seguridad.

Finalmente, otros muchos aspectos requieren la atención de un proceso de (re)construcción democrática. Las transformaciones de la cultura política, el tránsito de las armas a las urnas o la conformación y disputa de nuevos relatos integradores o desintegradores, adaptados a las nuevas circunstancias de superación de una lógica amigo/enemigo, deben ser tenidos en consideración.

De algún modo, buena parte de lo expuesto se encuentra recogido en este monográfico, en donde las lectoras y los lectores podrán encontrar miradas regionales, comparadas y de estudios de caso, que integran aproximaciones tanto cualitativas como cuantitativas. Lo anterior, con el propósito de arrojar luz sobre las tensiones, dificultades y contradicciones que tienen lugar en diferentes contextos democráticos de
América Latina.

Partiendo de una aproximación regional destacan los trabajos de Elena Martínez Barahona y Héctor Centeno Martín y de Thiago Rodrigues y Érika Rodríguez. El primero de estos aborda una cuestión tan importante como son las comisiones de la verdad y su relación con las reformas del sector de seguridad y defensa en América Latina. De esta manera, se cuestiona hasta qué punto las comisiones resultantes de procesos dispares de posconflictos armados han influido en los diferentes estamentos militares y cuerpos de seguridad de la región. Una de sus principales conclusiones estriba en mostrar cómo el proceso actual de militarización creciente ha debilitado la potencial impronta transformadora que se confiere a las comisiones de la verdad. Asimismo, la posición central que ostentan las Fuerzas Militares en los sistemas democráticos latinoamericanos dificulta cualquier proceso de reforma. En todo caso, hay matices, pues si bien los principales avances se encuentran en Uruguay y Argentina, Brasil y Paraguay encuentran coyunturas desfavorables, a tenor de la llegada al gobierno de Jair Bolsonaro
o el Partido Colorado, respectivamente. Igualmente, en El Salvador, Guatemala o Perú, la posición negacionista de las Fuerzas Militares cercenaría cualquier posibilidad de cambio real al interior de las Fuerzas Militares.

Rodrigues y Rodríguez centran su trabajo en torno al alcance, el significado y la eficacia que en el continente representan las políticas de «mano dura» y de militarización de la seguridad. Tomando cuatro casos paradigmáticos, como son Brasil, Colombia, Guatemala y México, se propone que, más que entender la violencia como una anomalía de los Estados democráticos de la región, concurre una cierta connivencia entre orden y violencia, lo que dota de significado la necesidad de un Estado fuerte. A tal efecto, los autores consideran el recurso de este tipo de respuesta como un atributo propio, resultante del modo en que se importó el sistema democrático tras la superación del ciclo autoritario de la década de los setenta y ochenta.

Tal y como se puede observar, el caso colombiano genera un especial interés en la comunidad académica, dadas las posibilidades, los riesgos y las transformaciones que deja consigo el Acuerdo de Paz suscrito en noviembre de 2016 con las farc-ep. De este modo, en el monográfico es posible encontrar dos trabajos al respecto. Primero estaría el de Jerónimo Ríos, en donde se abordan las dimensiones y posibilidades del conocido como «dividendo de paz». Así, cabe presumir que, tras el fin de un conflicto armado, el Estado, al menos potencialmente, dispone de mayores recursos económicos para la inversión en otros sectores que, bajo la vigencia de la violencia, quedaban anclados al recurso de la seguridad y la defensa. Sin embargo, el planteamiento del trabajo cuestiona dicha posibilidad. Las debilidades territoriales e institucionales acumuladas e irresolutas por el Estado durante décadas se suman a una transformación de la violencia en donde nuevos grupos y amenazas, y una geografía de la violencia parecida a la previa al Acuerdo de Paz, dificultan la optimización económica y social del mismo. Más si cabe, cuando el actual ejecutivo de Iván Duque pareciera operar más como saboteador que como implementador del Acuerdo.

Por su parte, el trabajo que proponen Alberto Castillo y César Niño analiza el posconflicto armado, no tanto desde la óptica de la investigación para la paz y la resolución de conflictos, sino más bien desde la mirada securitaria. Es decir, se enfatiza en cómo la desmovilización de las farc-ep no implicó, stricto sensu, un cambio en la doctrina militar –en tanto que esta venía cambiando desde 2007– y sí supuso, más bien, la transformación del enemigo en adversario. O lo que es igual, la resignificación de un problema nuclear del Estado, en tanto que era su principal amenaza, en un asunto estrictamente político. Este proceso de (de)securitización que proponen los autores, demanda un nuevo reto para futuras investigaciones, pues se hace necesario arrojar luz a cómo el eln, pero, especialmente, las disidencias de las extintas farc-ep o los grupos criminales herederos del paramilitarismo, han de ser definidos, problematizados e incorporados a una agenda securitaria que atraviesa un momento de transformación.

At last but no least, quedaría mencionar la última aportación a este monográfico. Es el artículo de Eduardo Sánchez, que orienta su análisis a las estrategias discursivas que desarrollaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (fmln) y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (urng) en El Salvador y Guatemala, respectivamente. Aunque se trata de un tema ampliamente abordado por la academia, la principal aportación del texto reposa en los testimonios de entrevistas en profundidad obtenidos de algunos de sus líderes más destacados, y en el contraste de las particularidades que ofrece cada caso. Uno, reducido a una suerte de derrota pactada tras los Acuerdos de 1996, en Guatemala, y el otro, todo lo contrario, fortalecido por una correlación de fuerzas pareja al Estado. Razón esta por la que, tras los Acuerdos de Chapultepec de 1992, el fmln obtendría importantes reconocimientos de parte del Estado que contribuirían a su llegada a la presidencia de la república, en 2009.

En la sección varia se incluyen dos estudios. El trabajo de María Grisel Salazar parte de la interesante definición de México como régimen híbrido, de manera tal que la relación del poder local con los medios de comunicación ha de entenderse desde un proceso de intento manipulador en el que es posible encontrar dos estrategias diferentes, marcadas por las particularidades de cada caso: la cooptación y la represión. Así, no todos los gobernantes están dispuestos a lo mismo ni con los mismos recursos, pero, como bien propone la autora, «bajo regímenes híbridos, se privilegia la optimización por encima de la maximización de estrategias, precisamente para preser­var los balances de poder y la fachada democrática. De ahí la utilidad de considerar las diferencias de las estrategias en cuanto a su visibilidad, costos de aplicación y lógica de operación». A tal efecto, la particular mirada que ofrece de la violencia resulta tan interesante como novedosa.

El segundo trabajo de esta sección es el de Luis González Tule, que también analiza el caso de México, pero se centra en las campañas presidenciales y en su nivel de profesionalización. Para el análisis, el autor propone una interesante metodología a partir de la construcción de un índice propio, que aplica a la campaña de 2018 y que le permite identificar áreas de mayor desarrollo e innovación en los diferentes candidatos que concurrieron a esa contienda.

Jerónimo Ríos Sierra

Universidad Complutense de Madrid

Elena Martínez Barahona

Universidad de Salamanca

Manuel Hidalgo Trenado

Universidad de Carlos iii de Madrid