ISSN electrónico: 1885-5210
DOI: https://doi.org/10.14201/rmc.31276

AMERICAN SPLENDOR (2003) DE SHARI SPRINGER BERMAN Y ROBERT PULCINI: UN SUPERHÉROE UNDERGROUND CON CÁNCER

American Splendor (2003) by Shari Springer Berman and Robert Pulcini: An Underground Superhero with Cancer

Pablo LÓPEZ-MATO1; Miguel ABAD-VILA2

1 Complexo Hospitalario Universitario, Ourense (España).
2 Centro de Saúde Novoa Santos, Ourense (España).

Autor para correspondencia: Pablo López Mato

Correo electrónico: pablo.lopez.mato@gmail.com

Recibido: 1 de octubre de 2022
Aceptado: 14 de octubre de 2022

Resumen

Durante la década de los 60, la auténtica cuna del cómic underground estaba en los Estados Unidos. Estas publicaciones surgieron al margen de las grandes potencias de la edición, impresión y distribución de la época, concentrándose en los temas preferidos por la contracultura: política, jazz, música rock, uso recreativo de las drogas y sexo. Se desarrollaron al margen de las tiras cómicas de los diarios más populares, los cuadernos, las revistas y los comic books que presentaban las caricaturas y las aventuras de personajes románticos, bélicos y policiacos. Pero también las de los superhéroes fantásticos favoritos del público, como Superman, materializadas por primera vez en 1938 gracias a la maestría de Joe Shuster y Jerry Siegel. En San Francisco, a comienzos de 1968, Zap Comix editó el primer comic book underground completo del dibujante Robert Crumb, emblemático pionero de estas publicaciones. Precisamente en el otoño de 1962, un mercadillo de discos de jazz de segunda mano en Cleveland propició el primer encuentro entre Robert Crumb, a la sazón un modesto dibujante de postales, y Harvey Pekar, un anodino individuo desaliñado y fracasado, que acabaría trabajando hasta su jubilación como archivero en un hospital de veteranos del gobierno federal. Así se gestó American Splendor, la autobiografía de Harvey Pekar, poética catarsis personal que sería ilustrada por algunos de los autores más representativos del cómic underground, como el propio Robert Crumb, Gary Dumm, Joe Sacco, Frank Stack y Joe Zabel. En 1987, la primera recopilación de American Splendor ganó el American Book Award. En 1994, la novela gráfica Our Cancer Year, la experiencia del cáncer padecida por Harvey Pekar en primera persona, fue escrita en colaboración con su esposa Joyce Brabner, siendo galardonada con el prestigioso premio Harvey de la industria estadounidense del cómic. Todas estas peripecias han sido llevadas a la pantalla cinematográfica en el docudrama American Splendor (2003) de Shari Springer Berman y Robert Pulcini.

Palabras clave: comic underground; cáncer; medicina gráfica.

Summary

During the 1960s of the 20th century, The United States become the genuine cradle of underground comics. These publications emerged outside of the large publishing, printing and distribution industries on the day, concentrating on the major topics of the counterculture, such as politics, rock and jazz music, recreational drug use and sex. They developed outside the comic strips of the most popular daily characters, notebooks, magazines and comic books that presented the adventures of cartoons and romantics, war and police, as well as those of the most popular fantastic superheroes, such Superman, created in 1938 by Joe Shuster and Jerry Siegel. In San Francisco, at the beginning of 1968, Zap Comix published the first complete underground comic book by cartoonist Robert Crumb, the emblematic pioneer of this type of publications. Precisely, in the fall of 1962, a second-hand jazz record market in Cleveland led to the meeting between Robert Crumb, then a modest postcard artist, and Harvey Pekar, a bland individual, unkempt and unsuccessful who would end up working until his retirement as a file clerk in a federal government veterans hospital. This is how American Splendor was conceived, Harvey Pekar´s autobiography written as a poetic personal catharsis, and which would be illustrated by representative authors of underground comics such as Robert Crumb himself, Gary Dumb, Joe Sacco, Frank Stack and Joe Zabel. In 1987, the first collection of American Splendor won the American Book Award. In 1994, the graphic novel Our Cancer Year, the particular cancerous experience suffered by Harvey Pekar, written in collaborations with his wife Joyce Brabner, was awarded the prestigious Harvey Award of the American comics industry. All these adventures have been brought to the cinema screens in the docudrama American Splendor (2003) by Shari Springer German and Robert Pulcini.

Keywords: comic underground; cancer; graphic medicine.

Ficha técnica

Título: American Splendor.

Título Original: American Splendor.

País: Estados Unidos.

Año: 2003.

Directores: Shari Springer Berman, Robert Pulcini, Harvey Pekar, Joyce Brabner.

Música: Mark Souzzo.

Fotografía: Terry Stacey.

Montaje: Robert Pulcini.

Guión: Robert Pulcini, Shari Springer Belman.

Intérpretes: Paul Giamati (Harvey), Hope Davis (Joyce); Harvey Pekar (Harvey real), Joyce Brabner (Joyce real), James Urbanik (Robert Crumb), Earl Billings (Mr. Boats), Danny Hoch (Marty), Judah Friedlander (Toby Radloff), Toby Radfoff (Toby real), Daniel Tay (joven Harvey), Madylin Sweeten (Danielle), Danielle Batone (Danielle real), Ebon Moss-Bachrach (director MTV), Jason Stevens (Letterman), Charles Eduardos (Doctor), Robert Pulcini (Bob el director), Shari Springer Berman (entrevistadora)

Color: color.

Duración: 101 minutos.

Género: biografía, comedia, drama.

Idioma original: inglés.

Productoras: Good Machine, Dark Horse Entertainment.

Sinopsis: Harvey trabaja en un hospital de Cleveland. La única vía de escape frente a su tediosa rutina diaria es discutir sobre lo humano y lo divino con sus compañeros de trabajo. Casualmente conoce a Robert Crumb, un diseñador de postales amante del jazz, que años después se hará famoso gracias a sus cómics underground. La idea de que el cómic es una forma de arte para adultos lleva a Harvey a hacer una tira cómica, American Splendor, un retrato irónico de la clase obrera americana. Publicado por primera vez en 1976, este cómic convirtió a Harvey en un autor de culto durante los años 80 (FILMAFFINITY).

Enlaces

https://www.imdb.com/title/tt0305206/

Trailer original

https://www.imdb.com/video/vi2612396313?playlistId=tt0305206&ref_=tt_ov_vi

Cartel americano

Introducción

En líneas generales, el término undergound hace referencia a los movimientos contraculturales alternativos, por norma general opuestos a la cultura oficial, que se fueron gestando progresivamente en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. En el ámbito literario, con los beatniks, una generación de escritores capitaneada por Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William Burroughs, cuyas ideas marcaron tendencia en aspectos tan diversos de la sociedad (la libertad sexual), la política (el pacifismo), la estética (los hippies), el jazz y la música rock y la espiritualidad (de indudable influencia oriental).

Lo underground se opone a la vulgaridad y la represión convencionales. Dicha rebeldía se inspira en la mítica red underground, aquel entramado de ferrocarriles subterráneos organizado en Norteamérica en el siglo XIX para ayudar a los esclavos fugados y magistralmente narrada en El ferrocarril subterráneo (2017) de Colson Whitehead, merecedora del prestigioso premio Pulitzer, e inspiradora del guión de la miniserie televisiva británica El ferrocarril subterráneo (2021) de Barry Jenkins.

De la misma manera, en el mundo del cómic, entre los años 50 y 60 surgieron en Estados Unidos una serie de guionistas y dibujantes innovadores y audaces, autores divergentes del estilo de las tiras cómicas de los periódicos y las clásicas aventuras de superhéroes, y que tuvieron que batallar contra la autocensura oficial impuesta en 1954 por el Comics Code Authority de la Asociación de Revistas de Historietas de los Estados Unidos1.

Se trataba de un organismo creado para esquivar la censura del noveno arte tras la publicación del ensayo La seducción de los inocentes (1954), del psiquiatra Fredic Wertham, donde defendía que los cómics constituían una de las principales causas de delincuencia juvenil en la sociedad estadounidense. Generó tal impacto mediático que se realizaron quemas públicas de historietas en algunas de las principales ciudades americanas, así como interrogatorios y visitas al Congreso de algunos de los principales autores de la época2. Estos acontecimientos han sido magníficamente plasmados en Las asombrosas aventuras de Cavalier y Klay (2000), de Michael Chabon, asimismo merecedora del premio Pulitzer en 20013.

Bordeando la censura de los 50, nutriéndose del libre pensamiento de los 60, conmovidos por las convulsiones sociales de los 70, una generación de pioneros liderados por Robert Crumb y formada por Gilbert Shelton, Justin Green, Robert Amstrong, Manuel Spain Rodríguez, Harvey Kurtzman o Victor Moscoso concibieron el cómic como una nueva expresión cultural libre de las censuras oficiales. Convencidos de que las viñetas podían ser una potente arma contra la dominación del establishment, comenzaron a dibujar divertidos cómics irreverentes de marcado contenido sexual, anticapitalista y pacifista. Y por supuesto, también estaba allí Harvey Pekar, el protagonista de American Splendor (2003) de Shari Spriger Berman y Robert Pulcini.

Érase una vez en Cleveland

Al igual que el gran filósofo Immanuel Kant (1724 - 1804), que apenas abandonó su ciudad natal de Königsberg (capital del actual óblast de Kaliningrado), la existencia de Harvey Pekar (1939 - 2010) transcurrió prácticamente dentro de los límites de Cleveland. En la década de los 60, la desaceleración de la siderurgia y las fábricas relacionadas con el ferrocarril y la automoción ocasionaron el declive de la antaño pujante potencia industrial de los Grandes Lagos, enviando a miles de trabajadores al paro y desplazando a muchos residentes hacia los suburbios.

La discriminación económica y racial originaron disturbios en diversas ciudades del norte de los Estados Unidos. En el East Side de Cleveland la tensión social estalló con los disturbios de Hough, en julio de 19664.

En este ambiente depauperado y marginal discurrió la monótona existencia de Harvey Pekar, dando tumbos entre una formación universitaria que nunca llegó a terminar, diferentes trabajos y un fallido alistamiento en la marina estadounidense.

Por otra parte, los dibujantes Robert Crumb y Robert Amstrong, además de su nombre de pila, compartían aficiones y gustos musicales, fervientes devotos de las composiciones clásicas estadounidenses de los años 20 y 30. Quizás por ello, el primer encuentro entre Harvey Pekar y Robert Crumb tuvo lugar en un rastro de discos de jazz de segunda mano. Ambos convivieron una larga temporada, escuchando viejos discos de jazz, mientras Crumb se entretenía dibujando esbozos y retratos de su peculiar amigo.

Por cierto, Crumb (1994) de Terry Zwigoff es un aclamado documental sobre las peripecias del famoso y controvertido dibujante y su traumatizada familia, un periplo socarrón a través de tan singular subconsciente.

En 1967, en plena efervescencia del movimiento hippie, Robert Crumb partió hacia San Francisco para comenzar una rutilante carrera como estrella del cómic underground. Es entonces cuando Harvey Pekar decidió convertirse en guionista de comic books desde una perspectiva nada convencional, aprovechando el potencial de textos y dibujos para retratar lo que estaba ocurriendo a su alrededor, en su propio barrio, en su trabajo como archivero en el hospital de veteranos y en la sociedad americana en general. Para Harvey Pekar, los cómics poseían el mismo valor comunicativo que los libros, las obras de teatro y, por supuesto, las películas.

Con la ayuda de varios dibujantes fue capaz de plasmar desde sus profundas tribulaciones laborales y matrimoniales hasta temas tan absurdos y banales como los diferentes sabores y colores de las gominolas, descubriéndonos personajes tan insólitos como su compañero de trabajo Toby Radloff, interpretado en American Splendor (2003) de Shari Springer Berman y Robert Pulcini por el actor Judah Friedlander y el propio Toby Radloff, el arquetipo de los pringados o los nerd, anglicismo empleado para describir a individuos ciertamente peculiares, intelectuales, obsesivos, tímidos, introvertidos y con habilidades sociales muy limitadas, una excelente materia prima para protagonizar un comic underground.

La búsqueda de una voz propia

La película comienza con Harvey en la consulta del otorrinolaringólogo (Larry John Meyers) debido a un problema de salud supuestamente menor: la afonía producida por un nódulo en las cuerdas vocales que le obliga a permanecer callado durante varias semanas. Este hecho coincide con la ruptura definitiva de su matrimonio y una sensación cada vez mayor de encontrarse alienado, en un trabajo monótono y viviendo en un piso desordenado repleto de vinilos de jazz. Esta pasión es precisamente lo que lo une a su amigo Robert Crumb (James Urbaniak), con el que comparte largas horas escuchando música y contemplando su manera de trabajar.

El éxito del dibujante hace que Harvey se plantee la posibilidad de escribir cómics, para lo cual hace una primera prueba dibujando muñecos de palo, pero hablando de situaciones de su vida cotidiana. La idea entusiasma a Crumb, quien se ofrece a dibujar el guion para publicarlo. Sin duda este es un momento decisivo en la vida de Pekar, lo que se refleja en la película de una forma muy simbólica: su afonía desaparece como por arte de magia. Porque ahora Harvey tiene mucho que decir.

Esta obra autobiográfica, titulada American Splendor, trata sobre acontecimientos mundanos: historias del trabajo, del transporte público, de los trabajadores que observa a través de la ventana de su apartamento… Cuestiones que contactan con el americano de clase media, principal público de su obra. El protagonista de sus aventuras es el propio Harvey, con un aspecto físico variable en función del artista que lo dibuje («a veces un joven Brando, a veces un mono peludo»), y sus secundarios son las personas que lo acompañan en su día a día, principalmente amigos y compañeros. Su obra gana tanta popularidad que la gente incluso le pide ser incluido en sus historias.

Tras varios fracasos sentimentales y rupturas matrimoniales, Harvey Pekar (Paul Giamatti) terminará por encontrar la horma de su zapato. Joyce Brabner (Hope Davies) regentaba en sociedad una tienda de cómics y disfraces teatrales en Delaware. Anteriormente había trabajado en programas de integración social con reclusos y niños con problemas. Asimismo, fundó y dirigió un pequeño espacio teatral, The Rondo Hatton Center of Deforming Arts, así denominado en honor de Rondo Hatton (1894 - 1946), el famoso actor estadounidense que padecía acromegalia. Debido a su peculiar aspecto físico, deformado por su patología, se convirtió en un icono del cine de terror dentro del elenco de los estudios de Universal Pictures.

Desde su tienda de cómics, Joyce Brabner era una fiel seguidora de la serie American Splendor. Un buen día, tras haber vendido su socio el último número de esta publicación, la mujer decidió contactar personalmente con el mismísimo Harvey Pekar para que le hiciera llegar un ejemplar. Este fue el inicio de una relación que culminaría tiempo después con la pareja ante el altar. De esta manera ella se convirtió en la tercera esposa de Pekar, e inevitablemente, pasó también a integrarse en el elenco particular de American Splendor. A partir de entonces veremos cómo avanza la relación entre ambos, con sus altibajos (especialmente sus discusiones) y el afrontamiento de la fama de Harvey.

El momento culmen de esta historia es la invitación al programa Late Night, de David Letterman, al que acudían personajes que en aquellos momentos suscitaban el interés de la sociedad. La antipatía de Harvey colisiona con el espíritu sarcástico del presentador, que convierte a su entrevistado en el hazmerreír de su audiencia.

Sin embargo, este hecho sería el despegue definitivo del hombre de clase media. Porque tanto el cómic original como el biopic cinematográfico poseen el mismo tema central: la representación de la gente corriente en una sociedad mundana y gris, alienada tras el declive industrial de los Estados Unidos («todas las ciudades me parecen igual de deprimentes», dice Joyce durante la película). Frente a esta situación, se nos presenta a un héroe que no vuela, que no posee superpoderes ni un cinturón con fantásticas herramientas. Es simplemente un hombre que quiere manifestar lo que realmente piensa de lo que le rodea con sus propias palabras, compartiendo en las mismas circunstancias que aquellos prójimos de los que habla en su obra. Un tipo corriente, con su propia voz.

La película, estructurada a modo de docudrama, narra la historia de Pekar intercalando escenas de actores reales con decoraciones del propio protagonista y sus allegados, Joyce y Toby. En ocasiones, los directores juegan con los límites del género, llegando incluso a esfumarse la frontera entre la ficción cinematográfica y las declaraciones documentales grabadas.

Resaltamos la secuencia en la que el actor Paul Giamatti, el Harvey de la ficción, escucha la voz en off del Harvey real, quejándose por lo que ésta dice. En otras palabras, Harvey Pekar protesta por lo que Harvey Pekar dice sobre Harvey Pekar, un delicioso y sinuoso momento que en absoluto desentona con el tono del resto de la obra, llegando incluso a mezclar imagen real con personajes del cómic recién salidos de las páginas de American Splendor, como en la situación donde Harvey decide cambiar su vida tras sufrir una crisis haciendo cola en el supermercado.

Harvey Pekar y el cáncer: Our Cancer Year

Cuando a su marido le diagnosticaron un linfoma, Joyce concibió una novela gráfica autobiográfica sobre la lucha de la pareja contra el cáncer. Dibujada por Frank Stack, considerado como el primer autor en publicar una novela gráfica underground de la historia en 1962, Our Cancer Year fue publicada en 1994 por la editorial Four Walls Eight Windows (Nueva York), resultando merecedora del premio Harvey al Mejor Álbum Gráfico Original en 1995.

La obra desarrolla dos tramas enlazadas, en las que se muestran no sólo la enfermedad de Harvey sino también la historia de Joyce, que tiene que cambiar su interesante y arriesgada vida laboral (la primera parte muestra cómo elabora un cómic sobre los conflictos en Oriente Medio justo antes de que Saddam Hussein invada Kuwait) por el rol de cuidadora principal de su marido. Algo particularmente difícil teniendo en cuenta la personalidad del autor y su tendencia a la depresión y al fatalismo, desesperando a Joyce en más de una ocasión. El cómic muestra de esta manera que el cáncer afecta como patología no sólo a la persona enferma sino también a los que están a su alrededor, empezando por sus familiares y seres queridos.

Pero lo que principalmente se desprende de esta novela gráfica es lo mismo que se aprecia en todos los números de American Splendor: la verdad sin tapujos ni medias tintas. La enfermedad y la vida en general, con toda su dureza, evitando edulcorar aquellos momentos que son realmente duros para la pareja, como la incertidumbre del proceso diagnóstico o los efectos secundarios de la quimioterapia (son destacables los episodios de mareo y las parálisis transitorias que desmoralizan al protagonista, siempre temeroso de sufrir un ictus). Pero, al final, también hay tiempo para el regocijo por la remisión de la enfermedad, aunque sea ésta una alegría comedida, algo muy común en alguien como Harvey.

En medio de todo este torbellino emocional hay tiempo para que los autores nos muestren su visión del mundo sanitario, encabezada por la oncóloga encargada de Harvey, mostrándonos cómo debería ser una adecuada relación médico-paciente. También existe un espacio para ver todo lo contrario, como el caso del oncólogo que atiende al protagonista cuando se encuentra hospitalizado, que apenas le informa de los procedimientos a realizar o los cambios en la medicación, o la enfermera del hospital de día de Oncología, más preocupada por el ruido que hace Harvey con sus quejas que por su tratamiento y bienestar.

La película dedica la última parte del metraje al proceso de creación de Our cancer year. Algunos de los diálogos y escenas de la película son extraídas directamente del cómic, como por ejemplo las palabras que Harvey le dice a Joyce en el porche de su casa («¿cómo puedo tener cáncer? No me siento enfermo») o el cuadro confusional que sufre el autor una noche, desnudo a los pies de su cama («¿soy un tipo que escribe sobre sí mismo en un cómic, o soy un personaje de ese cómic?»). También podemos contemplar la aparición de Fred (James McCaffrey), el artista encargado de dibujar el cómic y su hija Danielle (Madylin Sweeten), que terminará convirtiéndose en una verdadera hija para tan singular pareja.

Cómic, cine y realidad se entremezclan en este docudrama donde nos muestra la compleja existencia y personalidad de un autor que, sin duda alguna, ha pasado a la historia sin dejar a nadie indiferente, a pesar de la magnitud de su afición por el noveno arte.

Cáncer y cómic: una relación inevitable

La medicina gráfica, tal y como se define en la web especializada5, consiste en «el uso del cómic, la novela gráfica y la ilustración como herramientas de comunicación sanitaria».

Se trata de un término relativamente reciente, de comienzos del siglo XXI. Sin embargo existen varios ejemplos de cómics del siglo pasado que podrían adscribirse a esta definición, como son algunos ejemplares de la colección True Comics (años 40) o Binky Brown meets the Holy Virgin Mary (1972) de Julian Green, historia en la que el autor relata la angustia generada por su trastorno obsesivo-compulsivo.

Debemos considerar que muchas de las obras enmarcadas en la medicina gráfica son patografías gráficas, es decir, historias donde los autores narran su experiencia directa con la enfermedad, bien porque la han experimentado en primera persona, o porque la ha padecido algún ser cercano. Por lo tanto, podemos suponer que las enfermedades descritas en estas obras serán aquellas que producen un mayor impacto emocional y vital. Esto explica que muchas patografías gráficas traten sobre trastornos psiquiátricos, como las anteriormente comentadas, pero también aquellas centradas en patologías oncológicas, dada la significación particular y social de estas enfermedades.

Quizás el ejemplo más antiguo de patografía gráfica oncológica sea Contrato con Dios (1978) de Will Eisner, considerada la primera novela gráfica de la historia. Su fuente de inspiración es la pérdida de la hija de este legendario autor, víctima de una leucemia en la adolescencia. La enfermedad no se nombra en ningún momento, pero el conocer este dato biográfico posibilita una lectura más profunda de la obra, apreciando el dolor y la desesperación del protagonista, el rabino Hersh, una manera de extender el duelo experimentado por el propio Will Eisner.

El siguiente ejemplo es inesperado por su origen, localizado en el mundo de los superhéroes. La muerte del Capitán Marvel (1982), de Jim Starlin, podría haber sido una historia más dentro del sinfín de relatos que existen sobre muertes de héroes. Sin embargo, ha pasado a la posterioridad por dos aspectos: que el personaje nunca resucitó después de publicarse esta obra (algo muy infrecuente dentro del mundo del cómic) y que la causa de fallecimiento del protagonista fue un cáncer que contrajo al exponerse a una sustancia tóxica.

Las páginas del cómic nos conducen por la última aventura del héroe, que supone también el último viaje y reflexión sobre su vida, la cual termina en la cama de su habitación. Rodeado por sus seres queridos, los héroes y heroínas que lucharon a su lado, esta obra en realidad también puede considerarse un canto a favor de los cuidados paliativos y la adecuación de la muerte a los deseos de los pacientes. Sin duda, algo a tener cada vez más en cuenta y de lo que la medicina gráfica también se hace eco.

En los años 90, con la excepción de Our cancer year (1994) de Harvey Pekar, Joyce Brabner y Frank Stack, hará falta esperar hasta principios del 2000 para ver una nueva patografía gráfica sobre la enfermedad neoplásica, pero el impacto de la obra fue tal que podría considerarse el acontecimiento fundacional del movimiento medicina gráfica.

El cáncer de mamá (2004) de Brian Fries, se publicó como web-cómic y posteriormente fue recopilado en formato papel, manteniendo el aspecto apaisado de la edición digital original. Son varios los autores de medicina gráfica que han reconocido la influencia de esta obra en sus propios trabajos, destacando sobre todo Ian Williams, Michael Green y Kimberly R. Myers. Su reciente publicación en español en 2020 por la editorial SaludArte seguramente contribuirá a incrementar su interés en nuestro país6.

En esta novela gráfica, Brian Fries relata la historia de su madre, afectada por un cáncer pulmonar con metástasis cerebral. Podemos seguir todo el proceso de su enfermedad, desde el inicio de los síntomas hasta la finalización del tratamiento, pasando por el proceso diagnóstico y las vicisitudes padecidas por la paciente y los hijos que la acompañaban. El autor utiliza un estilo sencillo y claro, que facilita el procesamiento de lo contado, circunstancia ciertamente complicada porque no oculta el miedo a los resultados de las pruebas, los efectos de la radioterapia y la quimioterapia, y las discusiones entre el autor y sus hermanas por los cuidados de su madre enferma, resumiendo el proceso que ocurre cuando una familia debe enfrentarse a una grave enfermedad de uno de sus miembros, sea ésta de la etiología que sea.

Tras la publicación de El cáncer de mamá (2004) de Brian Fries, han aparecido varias novelas gráficas centradas en el cáncer como argumento e hilo conductor7: Cancer Vixen: mi lucha contra el cáncer (2007) de Marisa Acocella Marchetto, Alicia en un mundo real (2010) de Isabel Franc, El paréntesis (2011) de Élodie Durand, Los silencios de David (2014) de Judith Vanistendael, La ternura de las piedras (2016) de Marion Farolle, 17, vivir, revivir, sobrevivir (2017) de Alex Santaló, La historia de mis tetas (2016) de Jennifer Hayden, Que no, que no me muero (2016) de María Hernández Martí y Javi de Castro, y la más reciente Algo extraño me pasó camino de casa (2020) de Miguel Gallardo.

Estos son solamente algunos ejemplos que reafirman la idea de que el cómic (y el arte en general) permiten canalizar y procesar el sufrimiento generado por el cáncer y las enfermedades en general. A buen seguro, más obras engrosarán este listado.

Referencias

1. Vélez A. American Splendor, superhéroe de la vida real. Revista Blast. 13 de mayo de 2019.

2. Pérez Fernández F. Psiquiatría y censura en el cómic estadounidense. Fredric Wertham y la seducción del inocente. Revista de Historia de la Psicología. 2009; 30 (2-3):301-309.

3. Martínez Hidalgo F. Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, Michael Chabon: grandes momentos de cómic y magia. Fabulantes (2020) 4 de junio.

4. Chowkwanyun M. Cleveland Versus The Clinic: The 1960s Riots and Community Health Reform. Am J Public Health. 2018 November; 108(11): 1494-1502

5. Qué es Medicina Gráfica. Wordpress.

6. Ros Piñeiro I. «El cáncer de mamá» de Brian Fries, un cómic sobre las vivencias familiares ante un cáncer complicado y avanzado. Vanda el Español. 23 de febrero de 2021

7. Abella A. Cómics contra los tabúes del cáncer. El periódico. 03 de febrero del 2017. Actualizada 06 de febrero del 2017

Miguel Abad Vila

Licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela. Doctor en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela. Diplomado en Salud Pública. Máster en Gestión Sanitaria por la Universidad de Vigo. Máster en Derecho Sanitario por la Universidad de Castilla – La Mancha. Médico de Familia en el Centro de Saúde «Novoa Santos», Servizo Galego de Saúde, Ourense. Colaborador habitual de «La Región», «Telemiño» y «Onda Cero» (Ourense) y «Atlántico Diario» (Vigo). Autor de los blogs «Cartas de Aloysius» y «Medycine».

Pablo López Mato

Licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela (USC). Médico internista en el Complejo Hospitalario Universitario de Ourense. Máster en Enfermedades Autoinmunes Sistémicas por la Universidad de Barcelona. Cursa actualmente el Máster de Medicina Gráfica por la Universidad Internacional de Andalucía y su proyecto de tesis doctoral sobre Medicina Gráfica por la USC.