ISSN electrónico: 1885-5210
DOI: https://doi.org/10.14201/rmc.27733

THE LOST KING AND THE “GUT FEELINGS”: INTUICIONES Y BUSCA DE LA VERDAD EN EDUCACIÓN MÉDICA

The Lost King and the Gut Feelings: Intuitions and Search for Truth in Medical Education

Pablo GONZÁLEZ-BLASCO; Graziela MORETO

SOBRAMFA-Educação Médica e Humanismo. São Paulo (Brasil).

Autor para correspondencia: Pablo González Blasco

Correo electrónico: pablogb@sobramfa.com.br

Recibido: 12 de febrero de 2024
Aceptado: 3 de abril de 2024

Resumen

Una película que se apoya en una historia real. La aventura de Philippa Langley en la busca de la verdad sobre la vida y la tumba de Ricardo III. Producción que requiere, al verla, observar y vivir la aventura de Philippa, en una experiencia casi fenomenológica. Pasar por el sentimiento de incapacidad, levantarse de nuevo aferrándose a una idea que va tomando forma, fundamentar la idea para entender que no es un capricho, dar paso a la intuición, en ese punto, ya fundamentada, calificada. El descrédito de los académicos que insisten en desanimarla -al final, se trata de intuiciones no de ciencia- tropiezan con una mujer firme y decidida, que mantiene el rumbo, avanza, reúne a la familia, que consigue entusiasmar con un proyecto basado en una intuición cualificada. La intuición cualificada es el recurso que utilizan los médicos veteranos para sus tomadas de decisiones, algo que actualmente se denomina: Gut Feelings. Esta intuición -corazonada, se podría denominar en español- reúne sentimientos que están relacionados con la experiencia del médico, asociada a sus conocimientos científicos y a su capacidad de escuchar al paciente. El componente afectivo del Gut Feelings complementa el razonamiento clínico y mejora la toma de decisiones médicas a través del equilibrio entre la experiencia del médico y el conocimiento de la evidencia médica. El Gut Feelings es un recurso eficaz, aunque parezca poco científico, porque no se puede demostrar. Ese es el motivo de que no se haga explícito, lo que sería de gran ayuda para los jóvenes que inician la carrera profesional de la medicina.

Palabras clave: educación médica; gut feelings; intuición cualificada; profesionalismo; humanismo médico.

Abstract

A film that is based on a real story. Philippa Langley’s adventure in the search for the truth about the life and tomb of Richard III. The movie requires, while watching, to observe and to live Philippa’s adventure, in a phenomenological experience. That means: to go through the feeling of incapacity, stand up again and cling to an idea that is taking shape, substantiate the idea to understand that it is not a whim, give way to intuition, at that point, it is grounded, qualified. The discredit of those academics who insist on discouraging her - in the end, is about intuitions not science – stand up to a firm and determined woman, who maintains the direction, moves forward, brings together the family, who manages to excite with a project based on a qualified intuition. The qualified intuition is the resource that veteran doctors use for their decision making, something that is currently called: Gut Feelings. This intuition -heartfelt, it could be called in Spanish- brings together feelings that are related to the doctor’s experience associated with his scientific knowledge and his ability to listen to the patient. The affective component of Gut Feelings complements clinical reasoning and improves medical decision-making through the balance between the doctor’s experience and the knowledge of medical evidence. Gut Feelings is an effective resource, although it may seem unscientific, because it cannot be demonstrated. This is the reason why it has not been made explicit, which would be of great help to young people starting a professional career in medicine.

Keywords: medical education; gut feelings; qualified intuition; professionalism; medical humanism.

Ficha técnica

Título original: The Lost King.

País: Reino Unido.

Año: 2022.

Dirección: Stephen Frears.

Guión: Steve Coogan, Jeff Pope.

Música: Alexandre Desplat

Fotografía: Zac Nicholson

Interpretes: Sally Hawkins, Steve Coogan, James Fleet, Sinead MacInnes, John-Paul Hurley, Jessica Hardwick, Phoebe Pryce, Alasdair Hankinson, Glenna Morrison, Robert Maloney, Lati Gbaja.

Color: color.

Duración: 108 minutos.

Género: drama.

Idioma original: inglés.

Productora BBC Films, Baby Cow Productions, Ingenious Media, Magaritz Productions, Pathe.

Distribuidora. Ifc Films.

Distribuidora en España. Vertigo Films.

Sinopsis: “En 2012, después de haber estado más de 500 años perdidos, los restos de Ricardo III de Inglaterra fueron descubiertos bajo un parking de Leicester. Pese a la incomprensión de su familia y al escepticismo de los expertos, los esfuerzos de la historiadora amateur Philippa Langley dieron sus frutos” (FilmAffinity).

Enlaces:

https://www.filmaffinity.com/es/film416466.html

https://www.imdb.com/title/tt13421498/

Trailer original:

https://www.youtube.com/watch?v=uidv_rJiQVc

Cartel original

The Lost King1: había leído la reseña de esta película en una revista de cine, pero la leí en diagonal. Primer error. Pensé que era un reportaje sobre temas históricos de la Inglaterra profunda, con reyes que van y vienen, unos matando a otros, y detrás una obra de Shakespeare que era mi única referencia de oído. Temas monárquicos ingleses cantados por el bardo, pero no es Enrique V, a quien conocía bien. Por tanto, lo relegué a un lugar común. Ése fue el segundo error y ahora, pensando mientras escribo, recuerdo aquella frase de extrema ignorancia en la magnífica película de Mel Gibson, El hombre sin rostro2, que la frívola madre del chico aprendiz pronuncia con desprecio: “alguien debe morir...Siempre es así en Shakespeare”.

Me sentí como esa madre cuando comencé a verla, sin pretensiones, en el tiempo que me quedaba al final del día. No pude parar. Me cautivó el guion -sí, un relato de la vida de la protagonista, su historia como advierte el director al principio-, impulsado por la magnífica interpretación. La búsqueda de la verdad histórica, sustentada en una intuición cualificada.

Y entonces sí, las conexiones de lo que leemos, enseñamos, hablamos y proclamamos en los escenarios educativos cotidianos en los que nos involucramos, comenzaron a emitir chispas, como arcos voltaicos, donde la trama de la película -y la creatividad del director, colocando a un imaginario Ricardo III como interlocutor de Philippa- ya tenía un significado profundo, magnífico y conmovedor.

Intuición cualificada, algo que he incluido en las pautas de formación médica con las que trabajo, bajo un nombre elegante, británico: Gut Feelings. Un sentimiento en las entrañas -corazonada diríamos en castellano- de que algo es de una manera y no de otra. Me explico. El paciente aparece frente a mí, sus exámenes no revelan nada importante, pero algo me dice, en el fondo, que tenemos un caso serio delante (sentimiento de alarma). Son los años de práctica, la experiencia de lo mucho ya visto, los que contribuyen a esta intuición. Es el mismo recurso que utilizan los médicos veteranos para afrontar con serenidad y sin preocupaciones la situación contraria: pacientes con exámenes alterados, síntomas floridos, pero sabemos que, en el fondo, no es nada que comprometa críticamente la salud (sentimiento de seguridad). Esto es Gut Feelings3,4,5, intuición calificada, lo mismo que Philippa Langley siente sobre la vida y la tumba de Ricardo III.

Estos dos sentimientos (alarma y seguridad) están estrechamente relacionados con la experiencia del médico, asociada a sus conocimientos científicos y a su capacidad de escuchar al paciente. El componente afectivo de Gut Feelings complementa el razonamiento clínico y mejora la toma de decisiones médicas a través del equilibrio entre la experiencia del médico y el conocimiento de la evidencia médica6.

Las emociones y sentimientos están presentes en todo momento. En la memoria se guardan aquellos que son importantes y decisivos para la historia de cada individuo7. Esto se activa cuando se viven experiencias similares. Los procesos intuitivos de Gut Feelings son tan rápidos que no hay conciencia cognitiva del propio pensamiento y acción. El conocimiento en el que se basa no es directamente accesible y a menudo no se utiliza explícitamente6.

Es importante ser consciente de la matización de esta intuición, sentimiento que va precedido de mucha experiencia, lectura de libros y muchas horas de vuelo en el caso profesional de médicos experimentados. Algo que funciona pero que parece poco científico, porque no se puede demostrar. Y por eso nadie habla en voz alta de estas intuiciones que serían de gran ayuda para los jóvenes que inician la carrera profesional de la medicina.

Puede ser que de cierta vergüenza hacer explícita esta intuición, ya que carece de respaldo en la literatura sobre medicina basada en evidencia. Y, al menos, se enfrentará a la oposición del mundo académico, del “templo de la ciencia”. Por tanto, es mejor dejarlo de lado, utilizarlo individualmente, pero no comentarlo con nadie. Lo mantienes “in pectore” y lo utilizas para tus adentros. Una pérdida para todo aquel que sea educador, porque si pensara en voz alta -lo expresara o no- quizás los aprendices tardarían mucho menos que él en llegar a este peculiar conocimiento. Y no descartarían las intuiciones como material acientífico. Al final el perdedor es, como siempre, el paciente tratado, mal tratado en este caso.

Me detengo en esta explicación profesional de la práctica médica porque es exactamente lo que surgió ante mí con la aventura de Philippa en la búsqueda del verdadero Ricardo III. El descrédito de los inteligentes, las advertencias de los académicos que te sugieren con simpatía: no hables de tus intuiciones, de tus sentimientos, porque no funciona bien; menos aun siendo mujer. Y ella, firme, decidida, cambia el rumbo, avanza, reúne a la familia, que consigue entusiasmar con un proyecto... basado en una intuición cualificada. La afirmación que hace en un momento, oponiéndose a lo que siempre se creyó, es contundente: si Ricardo III asesinó a sus sobrinos para quitar a la gente del camino del trono, como había muchos otros, tendría que matarlos a todos, ¿o no?

Intuición calificada que no es un espasmo emocional de adolescente, o algo que simplemente no encaja en mi molde mental. Las emociones, los sentimientos, sí ayudan a buscar la verdad; pero deben apoyarse, para tener credibilidad, en el esfuerzo del estudio, de la práctica, de las horas en la trinchera de la vida profesional. Como en el caso de Philippa que, yendo a la biblioteca, compra todos los libros sobre Ricardo III y luego los devora.

No hay forma de resumir la película, y tampoco es la propuesta de los comentarios en este espacio. En este caso particular, es necesario observar y vivir la aventura de Philippa, en una experiencia casi fenomenológica. Pasar por el sentimiento de incapacidad, levantarse de nuevo aferrándose a una idea que va tomando forma, fundamentar la idea para entender que no es un capricho, dar paso a la intuición, en ese punto, ya fundamentada, calificada. Y, sin duda, enfrentar la oposición del establishment académico, superar los obstáculos de la corrección política y estar presente en el liderazgo. Y, también, contemplar cómo las instituciones cometen los errores -¡¡los mismos errores!!!- que atribuyen a los personajes que las precedieron. La visión común de Ricardo III como un usurpador del trono no es capaz de vacunar a la propia academia a la hora de usurpar el mérito de Felipa como motor absoluto del proyecto. Cuenta la historia -no la película- que después la propia Reina de Inglaterra reconoció su notable esfuerzo.

Después de todo, intuición calificada, Gut Feelings es un recurso de herencia individual, nunca una metodología para cambiar instituciones que siempre permanecerán a la sombra de la comodidad, evitando cualquier incertidumbre que pueda amenazar el... trono académico. Este ha sido siempre el camino del progreso en la ciencia: algunos se arriesgan y cuando todo está establecido, llega la monarquía académica para avalar el progreso y colocar el sello de calidad. El sello de la academia se entiende.

Fleming tropezó con la penicilina por casualidad, y luego la academia (y los laboratorios farmacéuticos) desarrollaron ese tropiezo accidental, produciendo beneficios y enormes ganancias.

En el magnífico libro de Jurgen Thorwald8, se cuenta la historia de los primeros guantes quirúrgicos. Una descripción que merece ser copiada integralmente: “En las últimas décadas del siglo XIX, Joseph Lister participó en la cruzada por la asepsia, proponiendo el uso de soluciones con vaporizadores de fenol, ácido carbólico y agua. Estaba luchando contra algo que no podía ver, y eso Robert Kock empezó a demostrar con sus descubrimientos. Los preparados antisépticos que Lister recomendaba utilizar antes de la cirugía, aunque minimizaban las infecciones, no lograban combatir eficazmente uno de los principales reductos de gérmenes nocivos: las manos del cirujano. Por otra parte, estas soluciones desinfectantes no eran inofensivas y a menudo producían reacciones eccematosas y lesiones dolorosas en las manos que el paciente debía operar. Luego, por caminos inesperados, llegó una solución. William Halsted (profesor de cirugía en John Hopkins) se encuentra sin duda entre los episodios más encantadores que acompañan el progreso de la cirugía. La señorita Hampton, una enfermera recién titulada, llegó a Baltimore procedente de Nueva York en la primavera de 1889. Su personalidad aristocrática impresionó a Halsted. (..) La naciente simpatía de Halsted le había confiado la dirección de las enfermeras del quirófano. En este papel, Caroline había terminado ganándose el corazón blindado y esquivo del Dr. Halsted. En el invierno de 1889 aparecieron ciertos cambios en la piel de las manos de Caroline Hampton, cuya causa fue sin duda el sublimado corrosivo utilizado para desinfectarlas. Había desarrollado un eccema que se había extendido cada vez más y que también había afectado a sus brazos. Hasta entonces, nadie había sospechado los sentimientos de Halsted por la bella enfermera. Sólo su extremo cuidado por sus manos alertó la atención de los asistentes. Halsted realizó numerosos experimentos para superar el eccema; todos fueron en vano. Al final de ese año, a Caroline no le quedó más remedio que contemplar la erosión eccematosa de sus manos, o abandonar el quirófano y, con ella, John Hopkins, Baltimore y Halsted. Como nunca reveló lo que pasaba en su corazón durante aquellas horas decisivas, sólo podemos suponer que su miedo interior a verse privado de la compañía de Caroline estimuló su talento inventivo. Lo cierto es que un buen día se presentó a la señorita Hampton y le entregó un par de guantes de goma muy finos que le protegerían las manos sin obstaculizar sus movimientos. Hasta entonces no existían guantes como este. Los guantes de goma, utilizados ocasionalmente por los anatomistas, estaban hechos de un material tosco, poco maleable, inadecuado para operar a una persona viva o incluso para el trabajo de un asistente de operador. Los guantes de Halsted, por el contrario, encargados personalmente por él a Goodyear Rubber Company, eran ligeros, suaves, como una segunda epidermis delgada. A partir de ese día, Caroline Hampton los utilizó, esterilizados con vapor. Con ellos, las manos dispensaban lo sublimado. Convertida en la señora Halsted, Caroline salió del quirófano. Los guantes quedaron; y, nacidos, por así decirlo, como “guantes de amor”, se convirtieron, en manos de los asistentes, en una herramienta quirúrgica indispensable”. El capítulo del libro donde se recoge la historia se titula Guantes de amor.

Abraham Flexner, con su informe de 1910, provocó la conocida reforma en las facultades de medicina, constituyendo un hito en la educación médica. Esta reforma fue necesaria para sistematizar las enseñanzas, eliminar charlatanes, organizar el conocimiento y promover la especialización esencial que los avances técnicos exigían a la medicina. La propuesta era incuestionable, pero las consecuencias –los efectos secundarios– llegaron como un efecto colateral indeseado: la fragmentación del ser humano (el famoso divide y vencerás se puede traducir aquí como segmentar y aprender). Una vez divididas, resulta cada vez más difícil volver a unir las piezas. Es el mismo Flexner, quien escribe casi 30 años después, un opúsculo que se recoge en aquel excelente libro de Nuccio Ordine9, donde se puede leer: “He pasado muchos años argumentando que nuestras escuelas deberían prestar más atención al mundo en el que sus alumnos están destinados a vivir. Ahora me pregunto si esta corriente no ha cobrado excesiva fuerza y si estamos dejando espacio para una vida plena si despojamos al mundo de esas cosas inútiles que le dan un sentido espiritual. Es decir, si nuestro concepto de lo útil no se ha vuelto demasiado estrecho (…) La mayoría de los descubrimientos importantes de la humanidad se deben a personas que no se guiaron por el deseo de utilidad, sino por la curiosidad. … Defiendo la conveniencia de abolir la palabra utilidad (en los laboratorios) y liberar el espíritu humano”.

Después de comentar mi sorpresa con un amigo, profesor de Historia, fui a ver el Ensayo cinematográfico de Al Pacino10 que él me recomendó en su momento. Y me sumergí en la obra de Shakespeare, en definitiva, intenté matizar mi intuición...sabiendo que tenía delante de mí una película convincente, luminosa, esclarecedora.

Leer a Shakespeare -buscando capacitarme en la intuición- también es esclarecedor. La figura de Ricardo es repulsiva: “Yo, que fui desheredado de hermosas proporciones, robado de una forma externa por la naturaleza disimulada, estaba con deformidades, inacabado y antes del tiempo en que fui colocado en este mundo que respira, hecho malo y medio malo, y esto, la mitad es tan imperfecta, informe y tosca que los perros empiezan a ladrarme si me paro junto a ellos. Por eso, como no puedo ni sé actuar como un amante, para ocuparme de estos días de elegancia y elocuencia, me propongo actuar como un sinvergüenza y detestar los placeres fáciles de hoy (...) Y así que visto a mi sinvergüenza desnudo con viejos clichés de aquí y de allá, robados de textos sagrados, y parezco un santo, cuando la mayor parte del tiempo hago el papel del diablo”.

Pero vale la pena señalar que los dramas históricos de Shakespeare, más que presentar un estudio certero de los hechos, son ocasión para que el bardo inglés nos sirva, con singular elegancia, los sótanos del alma humana, por donde pasan miserias y grandezas. Esto es lo que hace de Shakespeare un clásico, aunque el argumento sea pura ficción o tenga una base histórica. Vale la pena copiar, como ejemplo, este diálogo entre dos asesinos contratados por Ricardo para eliminar a uno de sus oponentes, de hecho, su propio hermano Clarence11:

• Primer Asesino: ¿Pero dónde está tu conciencia ahora?

• Segundo Asesino: Ah, en el bolso del Duque de Gloucester.

• Primer asesino: cuando abra la bolsa para entregarnos nuestra recompensa, ¿se le irá la conciencia?

• Segundo Asesino: No hay problema, la dejamos ir. Pocos querrán darle la bienvenida y quizá nadie lo quiera.

• Primer asesino: ¿Qué pasa si ella vuelve contigo?

• Segundo Asesino: No me entrometeré en sus asuntos; convierte a los hombres en cobardes. El sujeto no puede robar, de lo que ella lo acusa; el sujeto no puede jurar, porque ella lo censurará. El tipo no puede acostarse con la esposa de su vecino, como ella descubre. Es un espíritu que se sonroja de vergüenza, un espíritu tímido que se rebela contra el corazón del hombre. Deja al ser vivo lleno de impedimentos. Una vez me hizo devolver una bolsa de oro que encontré por casualidad. Convierte en mendigos a los hombres que la acogen. Se considera peligroso en las ciudades, de donde lo expulsan. Todo hombre que quiere vivir bien se esfuerza por confiar en sí mismo, despidiéndola de su vida.

Ésta es la inmensa fuerza de Shakespeare: verdades contundentes como esta apología de la conciencia... y cómo los hombres se deshacen de ella. Lo que no quita nada al hito histórico, y a las conocidas frases que nos ha legado la tradición: “¡Un caballo! ¡Un caballo! Mi reino por un caballo” Es Ricardo, herido, caído, a pie, en la batalla final, que pone fin al reinado de los Plantagenets, allanando el camino a la dinastía Tudor.

¿Qué quedó de todo esto? ¿Qué aprendí? La historia, las narrativas, lo que nos cuentan, lo que no nos cuentan, aunque sea Shakespeare, y la intuición que busca la verdad, y arregla la propia vida y la enfermedad. ¿Qué puede aprender el lector de estas líneas? Inténtalo, déjate guiar por tus intuiciones, conviértelas en instintos sólidos y de calidad, y no tengas vergüenza de compartirlos con los demás. Es un camino hacia la verdad.

Referencias

1. The lost King (2022). IMDb

2. El hombre sin rostro (1993). IMDb

3. Stolper E, van Royen P, van de Wiel M, van Bokhoven M, Houben P, van der Weijden T, et al. Consensus on gut feelings in general practice. BMC Fam. Pract. 2009; 10: 66.

4. Stolper CF, Van Royen P, Dinant GJ. The ‘sense of alarm’ (‘gut feeling’) in clinical practice. A survey among European general practitioners on recognition and expression. Eur. J. Gen. Pract. 2010 ;16 (2): 72-4.

5. Le Reste JY, Coppens M, Barais M, Nabbe P, Le FB, Chiron B, et al. The transculturality of ‘gut feelings’. Results from a French Delphi consensus survey. Eur. J. Gen. Pract. 2013; 19(4): 237-43.

6. Stolper E, van de Wiel M, van Royen P, van Bokhoven M, van der Weijden T, Dinant GJ. Gut feelings as a third track in general practitioners’ diagnostic reasoning. J. Gen. Intern. Med. 2011; 26(2): 197-203.

7. Damasio AR. Emotions and Feelings. En: Descartes’ Error. Emotion, Reason, and the Human Brain. New York: Avon Books; 1994. p. 127-64.

8. Thorwald J. O Século dos Cirurgiões. Hemus Editora. São Paulo. 2002.

9. Ordine N. La utilidad de lo inútil. Manifiesto. Acantilado. Barcelona. 2013.

10. Looking for Richard (1996). IMDb

11. Shakespeare W. Ricardo III / L&PM Editores, (Coleção L&PM POCKET) Porto Alegre. 2007.

Pablo González Blasco. Médico y Doctor en Medicina, por la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, Brasil. Miembro fundador y actual director Científico de SOBRAMFA- Educação Médica & Humanismo. Autor de diversas publicaciones y trabajos presentados en congresos nacionalezs e internacionales, donde aborda los temas de Medicina de Familia, Educación Médica, Humanismo y Medicina, Educación de la Afectividad a través del Cine y de las Artes.

Graziela Moreto. Médico y Doctor en Medicina, por la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, Brasil. Directora de SOBRAMFA- Educação Médica & Humanismo. Coordina los Programas de Formación y Cooperación Internacional. Autora de diversas publicaciones y trabajos presentados en congresos nacionales e internacionales, donde aborda los temas de Medicina de Familia, Educación Médica, Humanismo y Empatía.