eISSN: 1989-3612
DOI: https://doi.org/10.14201/art2023.29197

MODERNIDAD, TECNOLOGÍA Y REGIÓN. LA TELEFONÍA Y SU IMPRONTA EN EL CENTRO-SUR CUBANO (1882-1930)

Modernity, Technology and Region. Telephony and its Imprint in South-Central Cuba (1882-1930)

Vero Edilio RODRÍGUEZ ORREGO
Universidad de Cienfuegos Carlos Rafael Rodríguez
vrodriguez@ucf.edu.cu

Claudia María CASANOVA HERNÁNDEZ
Universidad de Matanzas
claudia.casanova@umcc.cu

Recibido: 21/05/2022     Revisado: 25/05/2022     Aceptado: 28/09/2022

RESUMEN: Este artículo aborda las conexiones históricas entre modernidad y tecnología desde el marco regional. Concretamente, se orienta a explicar los aspectos técnicos, organizativos y culturales que distinguieron la introducción y expansión de la telefonía como expresión del despliegue de la modernidad en Cienfuegos, una región cubana en el tránsito entre el fin del dominio colonial español y las primeras décadas republicanas. Primero, se analiza la génesis y transferencia de la telefonía dentro del influjo de la modernidad estadounidense sobre Cuba y los nexos históricos de dependencia hacia el país norteño, que lo convirtieron en emisor expedito de innovaciones tecnológicas y otras realizaciones hacia la Isla. Luego, se exponen por etapas, los aspectos técnicos y organizativos del despliegue de la telefonía por el contexto regional cienfueguero. Por último, se aborda el aspecto cultural y los significados sociales generados por esta práctica tecnológica en la región, asociados a la actividad económico-comercial, la jerarquización social, la integración intrarregional, la comunicación y a su empleo como herramienta de control político que limitó la soberanía nacional bajo la gestión de la compañía estadounidense Cuban Telephone Company.

Palabras clave: Cuba; modernización; práctica tecnológica; Cienfuegos; significado social.

ABSTRACT: This article addresses the historical connections between modernity and technology from a regional perspective. Specifically, it aims to explain the technical, organizational and cultural aspects that distinguished the introduction and expansion of telephony as an expression of the deployment of modernity in Cienfuegos, a Cuban region in the transition between the end of Spanish colonial rule and the first decades of the republican period. First, it analyzes the genesis and transfer of telephony within the influence of American modernity on Cuba and the historical links of dependence towards the North American country, which turned it into an expeditious transmitter of technological innovations and other achievements to the Island. Then, the technical and organizational aspects of the deployment of telephony in the regional context of Cienfuegos are presented in stages. Finally, there is an approach to the cultural aspect and the social meanings generated by this technological practice in the region, associated to the economic-commercial activity, social hierarchization, intra-regional integration, communication and its use as a tool of political control that limited the national sovereignty under the management of the American Cuban Telephone Company.

Keywords: Cuba; modernization; technological practice; Cienfuegos; social meaning.

1. INTRODUCCIÓN

No cabe duda que la tecnología ha catalizado la transición a la modernidad. Ha sido su motor, dándole forma e impulsándola. Más aún, las tecnologías son y siguen siendo parte integrante de la infraestructura de la modernidad: están profundamente implicadas en sus instituciones, organizando y reorganizando el sistema industrial de producción, el sistema económico capitalista, la vigilancia y el poder militar; y dan forma a símbolos, categorías y prácticas culturales. Al propio tiempo la tecnología es también un producto de la modernidad (Brey,2003,33). Las telecomunicaciones, especialmente, han devenido uno de las expresiones más firmes de los nexos modernidad-tecnología. El telégrafo eléctrico, primero, y el teléfono a continuación fueron piezas claves –entre otras - del proceso modernizador que redujo de forma drástica las distancias y aceleró la transmisión de noticias por señales o voz humana hasta hacerla casi instantánea.

La telefonía, en particular, tuvo en Cuba un peculiar escenario para su génesis y posterior expansión (1849-1876). Fue en la isla donde el inmigrante Italiano Antonio Meucci, como tramoyista del habanero Teatro Tacón, realizó los primeros experimentos para la trasmisión de la voz humana a través de la electricidad. Por otra parte, hacia la segunda mitad del siglo XIX, Cuba fue quizás uno de los primeros territorios coloniales hispanoamericanos en establecer un nexo identificador de la modernidad con el modelo social estadounidense al punto de que las lejanas sociedades europeas apenas eran asumidas como ejemplos a seguir (Rodríguez, 1998, 13).

No debe asombrar entonces que unos pocos años después de ser patentado el invento por Alexander Graham Bell en 1876, comenzaran a entrar los primeros teléfonos a la Isla (1879), ni tampoco que se erigiera desde 1881 la primera red telefónica en la Habana, estrechamente vinculada al capital estadounidense (Pérez, 2009, 16). El nuevo invento no tardaría en extenderse hacia otros territorios de la geografía insular.

Durante la década de 1880 la región de Cienfuegos y su joven ciudad cabecera se habían convertido en uno de los enclaves más prósperos de la Isla. Semejante esplendor estaba sustentado en una considerable y ascendente producción azucarera, acompañada de una pujante actividad comercial que explotaba las excelentes condiciones que para ello reunía la Bahía de Jagua. La burguesía comercial polivalente local, urgida de mantener y consolidar su predominio, viabilizó la entrada de la entonces novedosa tecnología telefónica, como ya lo había hecho con otras realizaciones de la modernidad. Su propósito quedaba claro: agilizar el flujo de información comercial entre los negocios.

El marco cronológico del estudio adopta el año 1882 como punto de partida pues indica la introducción de la telefonía a Cienfuegos promovido por la burguesía comercial de la región. Se determinó 1930 como cierre del trabajo, en tanto la crisis económica mundial tuvo una importante repercusión en la Isla y desde luego en Cienfuegos, donde el proceso revolucionario generado en esos años influyó sensiblemente en la funcionalidad y calidad de las redes telefónicas en la región. Asimismo, en el propio año se emprende la modernización de la tecnología telefónica que mejoró ostensiblemente su calidad. Ello generó nuevos significados sociales en el ámbito regional, lo que amerita estudios posteriores a esta investigación.

En contraste con la importancia de la temática analizada, los estudios que analizan la evolución histórica de la telefonía a nivel internacional, tienen un espacio muy pequeño en las realizaciones historiográficas que se han publicado en las últimas décadas, mayormente concentradas en Europa y Norteamérica. En general, la historia del teléfono ha oscilado entre tres enfoques analíticos. El primero de ellos, ha considerado principalmente las dimensiones técnicas de las redes telefónicas, El segundo de los enfoques ha priorizado los aspectos económicos y legales y la tercera perspectiva analítica emergió a partir de la década de 1980 para centrarse en los aspectos sociales y culturales de la telefonía (Balbi y Berth, 2019, 105).

En el caso de la historiografía cubana, los trabajos publicados son escasos. La ausencia resulta más sensible aún si se indaga en las conexiones históricas entre telefonía y región o en la influencia de la modernidad en tanto condición histórica sobre el binomio antes referido. Pueden identificarse, sin embargo, desde la Isla, algunos textos que, elaborados desde diferentes perspectivas historiográficas constituyen antecedentes de este trabajo. Son los casos de Pérez (2009), Altshuler (2014) y Sánchez (2015) que ofrecen datos y análisis de interés sobre el despliegue técnico y organizativo de esta tecnología en la Isla, con énfasis en la Habana, aunque la última de estos autores es la única que lo hace desde un entorno regional: la región de Santiago de Cuba.

Por otra parte, Las realizaciones de Moya (2006), Rodríguez y Padrón (2019) y el trabajo de Rodríguez y Simó (2019) si bien no estudian la telefonía, ofrecen un acercamiento al estudio de la tecnología y su integración al ámbito regional cienfueguero durante la segunda mitad del siglo XIX, razón por la cual devienen referentes de interés para este trabajo. La recepción de la modernidad en Cuba y el proceso modernizador que posibilitó la trasformación paulatina de la sociedad colonial, se analizan desde las obras de Rodríguez (1998) y Torres- Cuevas (2004). El análisis de Sueiro (2001) permite un acercamiento al propio tema, pero abordado desde el contexto de la región cienfueguera y particularmente desde la urbe centro-sureña, también durante las últimas cinco décadas de la centuria decimonónica.

En consecuencia, en este trabajo los autores se proponen explicar los aspectos técnicos, organizativos y culturales que distinguieron la introducción y expansión de la telefonía como expresión del despliegue de la modernidad en la sociedad regional cienfueguera entre 1882 y 1930.

El estudio evidencia novedad en tanto se ofrecen elementos factuales y analíticos sobre la trayectoria socio-técnica de la telefonía en una región cubana de entresiglos que atraviesa dos escenarios sociopolíticos distintos: el fin de la dominación colonial española y las primeras décadas republicanas bajo el control económico y político de los Estados Unidos. Asimismo, se develan los diversos significados culturales que esta práctica tecnológica generó entre los diversas clases, sectores y grupos sociales.

2. PERSPECTIVA TEÓRICA

La perspectiva teórica de este se asienta sobre los presupuestos generales de los Estudios Sociales sobre Ciencia y Tecnología (CTS), específicamente desde disciplinas como la Historia Social de la Tecnología y la Sociología de la Tecnología. En este sentido, resultó necesario partir de una noción equivalente de tecnología que se desmarcara de visiones artefactuales y deterministas que en ocasiones han sesgado su análisis histórico.

En concordancia con lo anterior, resultó muy útil la ya clásica definición de práctica tecnológica elaborada por Arnold Pacey entendida como: “(…) la aplicación del conocimiento científico u organizado a las tareas prácticas por medios de sistemas ordenados que incluyen a las personas, las organizaciones, los organismos vivientes y las máquinas” (Pacey, 1983, 6). La definición sistémica de Pacey se distingue por abarcar tres dimensiones: el componente técnico, que alude a artefactos, conocimientos técnicos y habilidades, el componente organizativo que vincula administración y políticas públicas con la actividad de ingenieros, diseñadores, trabajadores técnicos y de la producción, usuarios y consumidores; y el componente cultural que se orienta a objetivos, valores, códigos éticos, ideas y a la actividad creadora.

Asimismo, se empleó una noción de modernidad que posibilitara correlacionarlo con un estudio de caso concreto en el ámbito regional. En tal sentido se define la modernidad, en su concepción institucional ¨como un modo de vida u organización social más que una condición cultural o epistemológica. Se caracteriza por estructuras y procesos institucionales, como el industrialismo, el capitalismo, la racionalización y la reflexividad. Es con este significado institucional de la modernidad que se puede asociar la noción de modernización, que es la transformación de las sociedades tradicionales en sociedades modernas¨ (Brey, 2003, 28).

Otra de las dimensiones analíticas que contribuyeron a interpretar la base informativa de la investigación fue la de Significado Social, elaborada por Andrew Feenberg que posibilitó diferenciar el valor que la telefonía posee para los diferentes actores y grupos sociales. Este concepto aborda el papel social del objeto técnico y los modos distintos en que es percibido, utilizado y valorado por los diferentes actores sociales, destacando las causas y consecuencias sociales de la tecnología (Biera y Feenberg, 2018, 5-6).

3. LA TELEFONÍA: UN NUEVO HERALDO DE LA MODERNIDAD ESTADOUNIDENSE Y SU INTRODUCCIÓN EN CUBA

Si bien resulta evidente que el origen y evolución inicial de la telefonía en Estados Unidos está asociado al interés comercial, no se percibe tan claramente el papel que las ideas políticas de sus promotores jugaron en tal proceso. En virtud de ello, esta novedosa práctica tecnológica nació, como otras innovaciones, íntimamente vinculada a la emergente clase media norteamericana, para -entre otros propósitos- definir y diferenciar su posición en la sociedad, distinguiéndola tanto de la clase trabajadora como de los ricos. Comprender las interacciones de inventores y empresarios con el Estado resulta también medular para situar en contexto los primeros pasos de la trayectoria socio-técnica de la telefonía y su expansión fuera de las fronteras de la Unión.

El teléfono fue definiéndose, además, desde su contexto de origen, como un medio para democratizar el acceso a la información, en la medida en que podía instalarse donde lo necesitara el usuario: en su casa o en su negocio, para mensajes personales, sociales o comerciales. En tal sentido, se contrapuso al telégrafo, manejado por el monopolio creado por Western Union que priorizaba la información comercial y siempre mediaba entre los ciudadanos y la información. Aun cuando el invento patentado por Bell no se generalizó hasta el siglo XX, sus significados políticos y sociales básicos se perfilaron antes de 1880 e influyeron en el desarrollo comercial ulterior de esta tecnología (Carlson, 2001,39-40).

Durante la segunda mitad del siglo XIX el influjo de la modernidad estadounidense fue permeando gradualmente todos los ámbitos de la vida en Cuba. La influencia norteamericana no fue una imposición lineal o unilateral, sino un complejo proceso de negociación, en el cual muchas de sus más importantes proposiciones fueron abrazadas por los cubanos como afirmaciones de progreso, que ofrecían la promesa de una vida mejor (Pérez, 1999, 3). Los dos proyectos de nación surgidos por entonces para superar la condición colonial, eran ciertamente antitéticos, pero coincidían en la necesidad de modernizar el país.

Las innovaciones tecnológicas llegaban a Cuba de forma expedita, a veces en el mismo instante en que se encontraban disponibles en los Estados Unidos. El acceso a ellas sirvió para dar forma a todas las facetas de la actividad económica cubana: en las producciones estratégicas, en los sistemas de transportación y comunicación, en las relaciones comerciales, también contribuyeron a modificar los patrones de consumo. Asimismo, transformaron las relaciones sociales, no solo al recomponer la estratificación demográfica, sino al rehacer todos los elementos culturales y materiales de lo que se consideraba moderno y civilizado (Pérez, 1999, 22).

La asimilación de nuevos productos deviene acto de apropiación mediante el cual la sociedad los hace suyos, no ya en calidad de mercancías, sino como objetos culturales, a través de un complejo quehacer que no solo puede modificar, en mayor o menor medida, el significado de dichos objetos, sino que indiscutiblemente influye sobre la cultura y el modo de vida de los receptores. El proceso de transferencia tecnológica que implicó la llegada de la telefonía a Cuba no fue, desde luego, la excepción. Aunque los primeros teléfonos se instalaron en 1879, se trató de conexiones punto a punto1, aisladas entre sí. Fue la creación de la primera red telefónica cubana entre 1881 y 1882 la que hizo confluir en la Habana capitales, tecnología, empresarios y personal técnico estadounidense.

Las relaciones de dependencia económicas hacia el país norteño, acentuadas durante el último tercio del siglo XIX, fueron reforzadas y extendidas al control político a partir de 1899, con el inicio de la Primera Ocupación militar estadounidense y luego con el advenimiento de la República en 1902. Ello contribuye a explicar por qué el despliegue de la telefonía en la Isla transitara con relativa rapidez, si se tiene en cuenta que, en Norteamérica la etapa inicial, caracterizada por el predominio casi absoluto de la conmutación manual y la limitación del servicio de larga distancia, se extendió hasta la conclusión de la Primera Guerra Mundial (García, 2011,77). En Cuba, sin embargo, las primeras centrales automáticas (La Habana y Cienfuegos) fueron erigidas entre 1910 y 1911, mucho antes que sus similares europeas y también que en varias ciudades del país norteño.

La región centro-sureña de Cienfuegos y su ciudad cabecera constituían, a la sazón, uno de las comarcas más florecientes de la Isla. Allí el proceso modernizador, portador -como en toda la Isla- de un fuerte componente tecnológico norteamericano, había ido manifestándose desde finales de la centuria anterior con la introducción de otros sistemas técnicos como el alumbrado de gas, el ferrocarril o el cable telegráfico submarino. La introducción de la telefonía, se situaría también en esta etapa inicial al servicio de las necesidades de expansión de le élite económica cienfueguera.

4. PRIMEROS PASOS DE LA TELEFONÍA EN CIENFUEGOS. ASPECTOS TÉCNICOS Y ORGANIZATIVOS (1882-1899)

El primer enlace telefónico establecido en la ciudad de Cienfuegos tuvo lugar en junio de 1882, al establecerse una conexión punto a punto de aproximadamente un kilómetro entre las casas comerciales de Castaño e Intriago y Cardona, Hartasánchez y Compañía (Rousseau y Villegas, 1920, 206). Ambas sociedades eran de las más importantes de la región: dedicaban sus actividades al comercio de importación y exportación, a la refacción mediante créditos y a la inversión tanto en la industria azucarera regional como fuera de ella. La necesidad de una comunicación directa y ágil entre los referidos comerciantes polivalentes para atender sus negocios, unida a las posibilidades adquisitivas de estos prósperos empresarios, permitieron introducir la novedosa práctica tecnológica en la localidad.

En fecha tan temprana como 1883, el Directorio General de la Isla de Cuba comenzaba a reflejar la presencia de negocios de ferretería en la ciudad que incluían entre sus mercancías los cables de teléfonos. Tal era el caso de Arruebarruena y Trujillo, almacén ubicado en la calle Santa Clara esquina a D´Clouet que comenzaba a introducir la logística necesaria para extender la telefonía en la urbe (Nomenclator comercial, industrial, artes y oficios. Directorio general para 1883-1884, 1883). Ferreterías y almacenes locales emprenderían desde muy temprano la comercialización de algunos componentes técnicos de la telefonía, contribuyendo al proceso de transferencia tecnológica en progreso. Todo indica que los propios comerciantes fueron asimismo sus primeros usuarios. La telefonía llegó no solo para establecer un nuevo medio de comunicación, si no que el suministro de insumos telefónicos de procedencia mayoritariamente estadounidense, se convirtió asimismo en un renglón comercial para varios negocios de la ciudad.

Durante 1887 el Cuerpo de Bomberos del Comercio recibió cajas telefónicas de varias de las más importantes sociedades mercantiles de la ciudad (Rousseau y Villegas, 1920, 219). Tales obsequios indicaban en primer lugar que la telefonía comenzaba a extenderse por la población, principalmente entre los sectores de mayor solvencia. Por otra parte, se comprueba también la utilidad que la novedosa tecnología podía reportar para los propietarios: permitiría la comunicación directa con el servicio de bomberos ante la posibilidad de un incendio en sus instalaciones, acortando el tiempo de respuesta ante el siniestro.

Ante el despliegue de la nueva tecnología por la Isla, las autoridades coloniales no tardarían en comenzar a levantar un marco regulatorio para la expansión y explotación de esta práctica. Entre 1886 y 1890 varias legislaciones otorgaban concesiones a particulares para establecer y explotar líneas telefónicas con destino al servicio público. La experiencia cubana serviría de ejemplo para disipar temores entre las autoridades españolas acerca de la conveniencia de otorgar a empresas particulares la organización del servicio telefónico en la Península (García, 2011, 245).

Por Real Orden del 11 de junio de 1890 la regencia del Reino autorizaba la subasta pública de la red telefónica de Cienfuegos con un radio de 10 kilómetros. La concesión fue otorgada al empresario local Magín Font (Noticias de Cuba, 1890, 3). Claro que tales concesiones preveían la reversión gratuita al Estado al cumplirse un número limitado de años, con lo cual el concesionario no tendría un holgado margen de ganancias y difícilmente realizaría mejoras técnicas. Al final, el Estado recibiría un sistema de mantenimiento tan descuidado que tendría que reconstruirlo primero para hacerlo funcionar (Bennett, 1895, 327). Aunque, como se verá luego, la concesión de marras nunca retornó a la administración ibérica el saldo se tradujo efectivamente en una red telefónica con prestaciones técnicas limitadas por el marco legal en el que se desenvolvía.

El 11 de agosto de 1890 era ya un hecho la instalación de la red telefónica en Cienfuegos. El servicio constaría de 10 estaciones independientes que se refundirían en la principal establecida en el cuartel de bomberos. La primera estación2 partiría del propio cuartel y radicaría en uno de los departamentos del recién edificado Teatro Terry (Noticias de Cuba, 1890, 3). Aunque la red anunciada era pequeña en extensión, sin duda marca el inicio del servicio de telefonía en Cienfuegos que fue de las primeras poblaciones, después de la Habana en implementarlo. Nótese como los aparatos de la red se “conectan” al aparato que se instalaría en el cuartel de bomberos, reafirmando la idea de que el teléfono, al menos en la ciudad, se incorporó con rapidez al sistema de respuesta ante incendios en la población, que por entonces eran bastante frecuentes.

El servicio telefónico prestado durante el decenio de 1890 era –como en toda la Isla- aún de carácter local y muy deficiente. La calidad de las comunicaciones no era la idónea para establecer largas conversaciones. Para lograr la comunicación se llamaba por el suscriptor al Centro y este mediante un dispositivo de conmutación (pizarra) primitivo comunicaba con el teléfono del otro abonado que se le solicitaba. Los aparatos telefónicos eran de magneto3 y constaban de pilas eléctricas individuales para contactar con el Centro (Morales, 1985a).

Dado el carácter novedoso de la telefonía por entonces, muchos de los aspectos técnicos eran una especie de caja negra para sus gestores en la región, si bien poseían los rudimentos fundamentales para su operación. La pseudo-transferencia tecnológica dejaba fuera buena parte del know-how del sistema y acentuaba la dependencia del país receptor. Al respecto Herbert Casson afirmaba:

La mayor gloria de un sistema telefónico actual no es el simple teléfono en sí mismo, ni el laberinto o longitud de la red de cables, sino el maravilloso mecanismo del conmutador. Esta es la parte que permanece siempre misteriosa (…). Raramente se puede ver, y es un enigma tan grande para los que lo han visto como para los que no. Intentar describirlo es en vano. (…) pocas personas, si es que hay alguna, han sido iniciadas en sus misterios aparte de aquellos que pertenecen a su corte de inventores y sirvientes.” (Casson, 1910, 141-142).

En el año 1892 el Directorio Mercantil de la Isla de Cuba contemplaba 75 números telefónicos pertenecientes a Cienfuegos (Directorio Mercantil de la Isla de Cuba para el año 1892 a 1893, 1892, 470-473), además de la propia oficina de la red telefónica local que no necesitaba un número pues todas las llamadas iban directamente a ella. Comoquiera que es muy posible que no todos los abonados de la red telefónica hayan reflejado sus datos en el mencionado Directorio, por los numerales expuestos se estima que el total de abonados de la central sureña podría haber superado el centenar de usuarios.

Para la difusión del servicio telefónico la prensa jugó un papel primordial. Esta constituyó el medio de información más cercano a los cienfuegueros. Era posible apreciar cómo la prensa cienfueguera anunciaba en sus páginas la actividad de empresarios y profesionales de la localidad que entre sus datos ofrecían el número de teléfono para facilitar su trabajo o la contratación de sus servicios. Es fácil distinguir en varios periódicos de la época que no todos los comerciantes y profesionales podían disfrutar del servicio lo cual ofrecía, lógicamente, ventaja a quien lo poseyera. También la prensa se hacía eco de las necesarias regulaciones y anuncios a los usuarios del servicio. Esta era la forma de socializar la información con mayor rapidez, sobre todo las tarifas, interrupciones del servicio o cualquier otra información que los concesionarios necesitaran divulgar.

La primera red telefónica cienfueguera abarcaba calles de mucha afluencia. En San Fernando, San Carlos, Santa Cruz, se establecían gran número de negocios particulares, y era ahí donde se hacía necesario y útil el teléfono. Su empleo agilizaba los procesos de compra-venta y permitían una rápida comunicación entre los negociantes interesados. En estos años muchos no estaban familiarizados del todo con esta práctica tecnológica, pero poco a poco se fue haciendo un espacio en los medios de comunicación, resaltando su efectividad, a pesar de los incidentes en el servicio dado su reciente establecimiento en la región.

Con la incorporación de esta innovación tecnológica, la urbe cienfueguera se insertaba aún más en el sistema de relaciones que tanto la telefonía como otras realizaciones de la modernidad contribuían a configurar. Durante los años coloniales la modesta red telefónica cienfueguera, estuvo gestionada por capitales locales, aunque casi todo el aseguramiento tecnológico provenía de los Estados Unidos. La racionalización técnica y organizativa, propia del proceso modernizador comenzaría a incidir en lo adelante con mayor fuerza, contribuyendo gradualmente a fortalecer el control y la eficacia del servicio. El resto de los poblados de la región comenzarían a percibir los efectos de los timbres, cables y redes telefónicas en lo fundamental durante la centuria siguiente.

5. EL DESPLIEGUE TÉCNICO Y ORGANIZATIVO DE LA TELEFONÍA EN CIENFUEGOS DURANTE LA PRIMERA DÉCADA REPUBLICANA (1899-1909)

Luego de la intervención estadounidense en la guerra hispano-cubana (1898) se inició un período de ocupación militar de la nación norteña en Cuba (1899-1902) que allanó el camino para el control político norteño sobre la Isla. La dinámica actividad económico-comercial de la región cienfueguera, sustentada en el proceso de concentración y centralización azucarera se asociará a partir de ahora, en mayor medida, al fortalecimiento del capital monopolista norteamericano.

La telefonía, al menos en Cienfuegos, transitó hacia el nuevo siglo sin cambios bruscos en el orden técnico y organizativo. Estos fueron aconteciendo paulatinamente, en la medida en que el servicio se hacía cada vez más necesario para las actividades productivas, comerciales y profesionales en la población. Ello conllevaba a una especialización del personal de la red telefónica pues la clientela real y potencial comenzaba a exigir cada vez más calidad en el servicio prestado. El poder municipal, por su parte también adoptaba las medidas correspondientes para que todas sus dependencias quedaran enlazadas por el hilo telefónico y que los cables de las instalaciones interfirieran lo menos posible en el ajetreo cotidiano de la ciudad. (Ayuntamiento de Cienfuegos., 1904, 58)

Como ya fue referido, durante los últimos años de la etapa colonial, la red telefónica cienfueguera solo abarcaba con sus servicios el ámbito estrictamente citadino. No obstante, las capas y sectores rurales más prósperos, asociados a las actividades agrícolas y ganaderas –sobre todo a la producción del dulce-, pudieron haber gozado de los beneficios de la telefonía punto a punto durante el pasado siglo. Para ello se considera los fuertes lazos anudados entre el ámbito rural y el urbano a través de las actividades productivas y comerciales ya referidas. De modo que no resulta tampoco desatinado pensar que en poblados como Palmira, Las Cruces o Santa Isabel de las Lajas –por solo citar tres ejemplos- ya existieran aparatos telefónicos particulares en funcionamiento, aunque con conexiones limitadas.

Comoquiera, no fue hasta los primeros años de la etapa republicana que la red telefónica comenzó a desbordar el entorno urbano y a expandirse a pueblos, ingenios o sitios de labor. Sin embargo, al menos desde 1900, se hablaba en el Ayuntamiento cienfueguero de comunicarse telefónicamente con las distintas poblaciones de la región. En la sesión capitular del 23 de agosto del año referido se planteó la necesidad de estudiar el establecimiento de una red telefónica en Aguada de Pasajeros, teniendo en cuenta los beneficios que semejante conexión prestaría para las comunicaciones regionales. (Ayuntamiento de Cienfuegos, 1904, 58)

También en 1900 se trataba en el cabildo cienfueguero sobre la instalación de la línea Arimao- Cienfuegos a través del Central Soledad, a la sazón propiedad del prominente empresario estadounidense Edwins Atkins (Ayuntamiento de Cienfuegos., 1904, 62). Desde luego, un central como el Soledad y un propietario como Atkins, no podían retrasarse para aprovechar los beneficios potenciales de la telefonía. Solicitudes, reclamaciones o preocupaciones afines comenzaron muy pronto a despuntar desde distintos puntos de la sociedad regional cienfueguera. Ciertamente, resultaba provechoso para las poblaciones vecinas establecer vínculos con la ciudad cabecera, pues la condición de la urbe como centro regional hacía codiciada cualquier tipo de comunicación con ella.

Durante el año 1904 el servicio telefónico comienza a ser cada vez más reclamado por los usuarios de toda la Isla. El crecimiento que se evidencia en las peticiones a los distintos encargados de otorgar los servicios, así lo demuestra. Para entonces, las líneas telefónicas oficiales tienen 536 km. Las peticiones para las líneas particulares debían ser autorizadas por el presidente de la República. Para entonces se habían autorizado 178 líneas particulares a nivel nacional con 735 estaciones (Ayuntamiento de Cienfuegos., 1904, 38)

El central Andreíta, ubicado en Cruces y propiedad de Laureano Falla Gutiérrez para 1909 ya disponía “(…) de complicada red telefónica que enlaza los principales ingenios y todas las estaciones del Central” (El Excelentísimo Sr. D. Laureano Falla Gutiérrez, 1909, 4). Obviamente el desarrollo azucarero de Cienfuegos tenía también su reflejo en la expansión de la telefonía por todas las fábricas del dulce de la región, de modo que la moderna tecnología se integraba gradualmente al sistema tecnológico en el que se sustentaba la producción azucarera en la sociedad regional.

Pero no todo era positivo en la expansión telefónica regional. Desde el punto de vista técnico y organizativo aparecían dificultades: a la vez que aumentaban los usuarios de la red pública o particulares, en algunas zonas iba mermando la calidad de las comunicaciones y las quejas comenzaban a formar parte también de la dinámica asociada al servicio:

(…) el alcalde de Barrio de Caunao, solicitando el interés del Sr. Magín Font representante de la Empresa Telefónica que mejore dicho servicio en Caunao estableciéndolo en la forma que se prestaba al principio ó sea fijando comunicación directa desde el aparato colocado en la tienda del Sr. Roble hasta el mismo Centro Telefónico. (Ayuntamiento de Cienfuegos., 1904, 12).

Los propietarios azucareros más adinerados de la zona, aun cuando disfrutaban del servicio particular, no siempre poseían autorización oficial. Tal es el caso de Emilio Terry y Hermanos, “quienes solicitaban la legalización de las líneas telefónicas particulares que tienen establecidas en la Provincia de Santa Clara en relación con el Central “Caracas”, de su propiedad” y a los que le fueron autorizadas 5 estaciones en el año 1904 (Ayuntamiento de Cienfuegos., 1904, 38)

La llegada de la segunda intervención estadounidense (1906-1909), a raíz del intento de reeleción presidencial de Tomás Estrada Palma, resultó propicia para afianzar los mecanismos de control socioeconómicos y políticos estadounidenses sobre la Isla. El gobierno provisional encabezado por Charles Magoon tenía como tarea principal la adopción de medidas que condujeran a la estabilidad política del país, para ello promovió la creación de una Comisión Consultiva que actuó en la dirección de fortalecer las estructuras institucionales para que el capital y los correspondientes intereses estadounidenses tuvieran las debidas garantías para su libre albedrío.

Previo a las elecciones generales de 1908, La Comisión Consultiva dispuso la realización de un Censo Electoral que se materializó en 1907. En uno de sus párrafos puede leerse lo siguiente:

La intervención en 1898 no introdujo innovación alguna en la legislación española sobre teléfonos. Esa legislación tampoco ha sido modificada por el Gobierno Nacional de la República, ni por el Provisional de los Estados Unidos. Por esta razón nuestra legislación sobre el particular no está en consonancia con los adelantos modernos ni responde a las necesidades del país. (Comisión Consultiva, 1908, 3).

El 12 de mayo de 1908 se emitiría un nuevo proyecto de Ley de Teléfonos (Comisión Consultiva, 1908), donde se exponía la legislación del teléfono en sentido general. Esto permitía a cualquier compañía creada al efecto de dicha ley, la construcción y explotación de las líneas telefónicas sin perjuicios a terceros y sin limitación alguna en cuanto a tiempo o distancia del recorrido. La reforma allanaba el camino para que el capital estadounidense se extendiera con mayor fuerza también en este sector tecno-económico. El tránsito a la modernidad también desde la tecnología, no tardaría en pagar su cuota en materia de soberanía.

A partir de 1909, por decreto presidencial la compañía estadounidense Cuban Telephone Company obtiene el monopolio de los servicios telefónicos en la Isla. Ello supondría un cambio sustantivo en la organización y funcionalidad del servicio telefónico a corto y mediano plazos, que tendría, desde luego, una repercusión importante en buena parte de las ciudades y poblados del interior de la nación. Semejante coyuntura supondría el inicio de una nueva etapa de la integración telefonía-sociedad regional y tendría profundas implicaciones para la soberanía nacional, toda vez que una empresa extranjera controlaría estos servicios telefónicos cada vez más demandados.

6. EXTENDIENDO LA TELEFONÍA Y LIMITANDO LA SOBERANÍA: LA CUBAN TELEPHONE COMPANY EN CIENFUEGOS HASTA 1930

Durante la Segunda Intervención se pretendía establecer un sistema telefónico unificado, controlado por una empresa estadounidense. El 9 de septiembre de 1909 quedaba constituida la Cuban Telephone Company, otorgándole el presidente José Miguel Gómez, a la vez la autorización para monopolizar el servicio telefónico por tiempo indefinido (Altshuler, 2014, 49). En la concesión se incluía el desarrollo de la red telefónica habanera y el establecimiento de un servicio de larga distancia que enlazara las diferentes localidades del país con la capital, incorporando una mayor calidad en el servicio. A partir de entonces, la telefonía comenzaría a jugar un papel activo en el esquema de dominación estadounidense y se convertiría en un ejemplo clásico del control ejercido por el capital norteño sobre la Isla.

El 20 de mayo de 1910, de la mano del nuevo monopolio estadounidense, se instaura en La Habana la primera central telefónica automática, que se enclavó en la calle Águila. Con ello, la Isla se convertía en abanderada de la instalación de esta moderna tecnología en el mundo. Cienfuegos no se quedaría detrás y en 1911 fue también de las primeras ciudades del orbe en disponer de servicio automático. Los equipos de conmutación constituyen el corazón de la red telefónica, de ahí que su automatización constituyó una mejoría significativa del servicio. La Cuban Telephone instaló en la Habana y Cienfuegos centrales paso a paso modelo Strowger que constituyeron la primera generación dentro de la conmutación automática (García, 2011, 59).

Para el funcionamiento adecuado de la telefonía automática era necesario, entre otras muchas mejoras tecnológicas, que al aparato o caja telefónica se incorporara un disco de marcado, a partir del cual el usuario podría comunicar directamente con el número deseado, sin necesidad de acudir a la operadora que continuó siendo muy necesaria en el caso de la telefonía de magneto y en el nuevo servicio de larga distancia que no tardaría en implementarse.

En función de albergar la nueva planta automática, la Cuban Telephone Company adquiría un edificio en la calle Santa Cruz No. 115.Pero la única novedad de la nueva planta no sería solo la automatización, también se habilitaría el servicio de telefonía a larga distancia. La céntrica instalación sería la sede del proceso modernizador que en materia de telefonía comenzó a producirse en la ciudad y que tendría también un impacto no solo en los diferentes enclaves de la sociedad regional, alcanzaría asimismo otros muchos puntos de la provincia villareña. Los aparatos con los que se contaría en esta primera etapa serían los últimos modelos ofrecidos por la marca Kellogg. Esto llevó a la sustitución de los antiguos postes y a galvanizar completamente el tendido (Morales, 1985b).

Durante el propio año 1911 al tiempo que se habilitaba la moderna Central, se inició la instalación de la red automática urbana y, simultáneamente, había comenzado también el tendido de la línea de larga distancia con la Capital. Con la modernización del servicio, la telefonía de larga distancia enlazó los poblados de Palmira, Camarones, Cruces, Lajas y Santo Domingo. De igual manera, los hacendados regionales fueron también beneficiados y centrales azucareros como Portugalete, Soledad u Hormiguero renovaron y mejoraron su conexión telefónica (Morales, 1985b).

A principios de 1912, la comunicación de larga distancia con la Capital se hizo realidad: el martes 2 de enero el connotado hombre negocios Alejandro Suero Balbín estableció comunicación con Pelayo García en la Habana aunque se produjo una interrupción durante la conversación. Finalmente, el 11 de enero del referido año quedó inaugurado oficialmente el servicio. (El servicio con la Habana, 1912, 3)

No fue, sin embargo, obra de la casualidad que una figura como Suero Balbín fuera el beneficiario del primer enlace telefónico de larga distancia. Resulta evidente que detrás de la mejora tecnológica se movían los intereses que involucraban a la élite económica local y al capital estadounidense en la región. De esta manera la comarca centro-sureña consolidaba su infraestructura de comunicaciones con estos nuevos servicios, aunque no estarían al alcance de todas las clases y sectores sociales.

Resulta interesante apreciar como las tarifas se implementaron de modo diferenciado, en función del tipo de actividad del cliente en cuestión. En julio de 1912 se terminó la construcción de todas las líneas, y la implantación de las nuevas tarifas no se hizo esperar. Estas fueron impuestas directamente por la Cuban Telephone Company y aplicadas en Cienfuegos por Magín Font, antiguo concesionario de la vieja red telefónica y ahora administrador de la compañía en Cienfuegos:

Casas Particulares______________________$3.00 moneda americana
Profesionales__________________________$4.00 moneda americana
Comercios al detalle____________________$5.00 moneda americana
Almacenes, Bancos, Cafés, etc.___________$ 6.00 moneda americana

De forma inmediata se les pide a los señores abonados que tienen firmados contratos cuyas tarifas deben ser cambiadas por las que se establecen según este anuncio, les serán cambiadas por las que les corresponden. (Los teléfonos, 1912, 3)

Para septiembre de 1912, la Cuban Telephone había completado la instalación de 600 aparatos en Cienfuegos, con otros 40 potenciales abonados a la espera de que les instalaran el servicio. La empresa tranquilizaba a los usuarios impacientes explicando que la capacidad de la planta no había llegado al tope y que podía soportar más teléfonos instalados, argumentando seguidamente que la antigua red telefónica escasamente había llegado a 300 aparatos en sus mejores tiempos. El periódico informaba también sobre despidos que habían tenido lugar en la empresa a propósito de haberse terminado las instalaciones del servicio de larga distancia (Los teléfonos, 1912, 3)

Sin dudas, la modernización telefónica evidenciaba beneficios y perjuicios al propio tiempo. El 23 del propio mes de septiembre, La Correspondencia publicaba que próximamente llegarían a Cienfuegos los cables, alambres y demás materiales necesarios para ampliar la capacidad de la planta de Cienfuegos, lo que les permitiría estar en condiciones de admitir todos los teléfonos que fueran necesarios. En la medida en que la cantidad de abonados crecía, también lo hacían las quejas por la mala calidad del servicio que continuaban presentándose. (Morales, 1985c)

Además de la administración de Magín Font, la oficina del consorcio estadounidense en la ciudad, se completaba durante la etapa con un ingeniero auxiliar quien también fungiría como sub-administrador. La planta contaba con un empleado en la oficina, un jefe auxiliar, un guardia nocturno y un guardalmacén. La planta exterior estaba compuesta por un chofer y su ayudante. El departamento de tráfico estaba compuesto por cuatro operadoras y el celador. Estas se organizaban a razón de dos en cada turno que tenían un horario de aproximadamente 8 horas. (Morales, 1985c). La telefonía automática y el servicio de larga distancia constituyeron una renovación importante del parque tecnológico instalado por la Cuban Telephone Company y marcaron una nueva etapa en el proceso de pseudo-transferencia tecnológica que se distinguió por la introducción de tecnología “de punta” para la época junto al personal calificado para instalar y supervisar su funcionamiento.

La Correspondencia afirmaba en su edición del 3 de junio de 1916 que el 31 de marzo de 1915 funcionaban ya en la Isla 18,636 teléfonos, cifra que alcanzó las 20,948 unidades telefónicas en igual fecha de 1916. Se comparaba a la Habana con las capitales más desarrolladas de Europa en cuanto a densidad telefónica, destacando que aventajaba en cantidad de aparatos telefónicos a la madre patria y a cualquier otra nación de Latinoamérica (Morales, 1985d).

El espíritu de la modernidad se extendía gradualmente en la medida en que su infraestructura tecnológica lo hacía: Ya desde el 20 de marzo de 1916, la prensa cienfueguera reflejaba despachos cablegráficos que daban cuenta de los planes para enlazar telefónicamente Cuba y los Estados Unidos:

New York, marzo 19. Diversos capitalistas norteamericanos están terminando las negociaciones para establecer la conexión entre los teléfonos de la República de Cuba y los de este país. Se cree que antes de finalizar el presente año quedará definitivamente establecido el servicio telefónico trasatlántico (El teléfono entre Cuba y los Estados Unidos, 1916, 4).

Aunque hubo que esperar varios años para materializar el tan anunciado enlace, este se inauguró oficialmente el 11 de abril 1921 y permitió incorporar tempranamente a la telefonía cubana al complejo telefónico internacional que ya se venía configurando. Con esta conexión se fortalecieron las relaciones de dominación desde la nación norteña hacia Cuba aunque también permitió extender la influencia de la modernidad hacia regiones como la cienfueguera. Para 1928 Cuba sostenía comunicación telefónica no solo con los Estados Unidos, también había quedado enlazada a Canadá, Gran Bretaña, Francia y España (Altshuler, 2014, 76).

En septiembre de 1922 se hallaban instalados en Cienfuegos 771 nuevos aparatos telefónicos. El 20 de agosto de 1923, la prensa local informaba que se hallaba en tránsito hacia Cienfuegos un buque desde Nueva York con el material necesario para 300 líneas automáticas. Otras 300 se incorporarían en los primeros meses de 1924. Para 1925 ya la Perla del Sur alcanzaba los 1534 teléfonos –entre automáticos y los que no lo eran-, solo superada entre las provincias del interior por Santiago de Cuba que poseía 1844. (Morales, 1985d).

Desde 1927, en medio de la agitación política y social que por entonces ya distinguía el gobierno de Gerardo Machado, se gestaba en Cienfuegos un movimiento de protesta por la implantación de la rebaja del pago de la tarifa del teléfono. Los abonados particulares pedían la renuncia de sus equipos, las primeras bajas de usuarios pasaron de 300, disminuyendo considerablemente el número de abonados. No obstante, hacia 1930 Cienfuegos contaba con 1475 teléfonos automáticos. Pero la crisis económica mundial impactaba ya en la Isla y la región cienfueguera no fue la excepción. El boicot de los usuarios que amenazaban cancelar su contrato arreció y la empresa cedió parcialmente a las demandas de los insatisfechos para frenar la creciente cantidad de ellos que amenazaban con prescindir los servicios telefónicos (Morales, 1985d).

Los elementos ya referidos sobre el despliegue técnico y organizativo de la telefonía en Cienfuegos, posibilitaron la inserción gradual de esta práctica tecnológica en la sociedad regional entre 1882 y 1930. El aspecto cultural de la telefonía y los diversos significados sociales que generó entre las diferentes clases, grupos y sectores permitirá corroborar regularidades y singularidades en su recepción.

7. EL ASPECTO CULTURAL Y LOS SIGNIFICADOS SOCIALES DE LA TELEFONÍA COMO PRÁCTICA TECNOLÓGICA EN LA SOCIEDAD REGIONAL CIENFUEGUERA (1882-1930)

La telefonía en tanto práctica tecnológica, debe ser analizada como un objeto social y en tal sentido debe estar sujeta a la interpretación, como cualquier otro artefacto cultural. Para el caso que nos ocupa, se abordarán los diversos significados sociales que su despliegue por la sociedad regional cienfueguera pudo haber generado entre los diferentes actores sociales.

Los teléfonos conjugan el poder de actuar a distancia de otros medios de comunicación, con la flexibilidad y la emotividad características de la conversación verbal. Tales rasgos convierten a esta tecnología en un soporte importante de la configuración social con profundas implicaciones para la integración nacional y regional, a saber, influyen al menos en tres dimensiones fundamentales: factor de ciudadanía moderna, integración territorial y condición de soberanía nacional (Camargo, 2013, 3)

La introducción de la telefonía en la sociedad regional fue un proceso paulatino que se inició por el espacio con mayor nivel de urbanización –la ciudad cabecera- y fue extendiéndose gradualmente a otros espacios regionales. El análisis de la ubicación de las distintas estaciones o aparatos de la red telefónica cienfueguera durante la década de 1890, nos permitirán realizar un análisis más específico de su despliegue por el ámbito citadino (Figura 1).

Figura 1. Mapa con el despliegue de la red telefónica cienfueguera (1892)
Elaboración propia

Resulta evidente constatar que las calles en las que se instalaron la mayoría de los aparatos telefónicos corresponden a las de mayor ajetreo económico y comercial, además de señalar las arterias donde se encontraban las confortables –o incluso lujosas- residencias de comerciantes, hacendados o profesionales prósperos y prestigiosos. En las calles de San Fernando, D´Clouet, Arguelles, Dorticós y Lamar se emplazaban los principales comercios, almacenes, firmas comerciales, muelles u oficinas. La ruta seguida por la red telefónica es aproximadamente la misma del alumbrado de gas durante finales de la década de 1850. Ambas tecnologías, sobre todo en sus inicios se asocian en materia de acceso a las mismas clases y sectores sociales.

Un análisis comparativo por etapas de la cuestión socio-clasista nos permite completar un primer grupo de análisis sobre la condición socioeconómica de las personas que accedieron a los servicios de la telefonía entre 1891 y 1892 (Figura 2.) De inmediato salta a la vista la marcada preponderancia de comerciantes, banqueros y consignatarios de buques que alcanzaban el 48 % de los usuarios telefónicos. Esto se corresponde con el fuerte peso de este sector en la economía regional perlasureña que incluso opaca la influencia de hacendados, propietarios de pequeñas y medianas industrias y otros empresarios. Debe tenerse en cuenta también que la polivalencia de muchos de estos hombres de negocios como Castaño, Cardona, García o la familia Terry les permitía controlar actividades disímiles que constituían la garantía de su prosperidad.

Figura 2. Gráfico que representa la composición socio-clasista de los usuarios de la red telefónica (1892)
Elaboración propia. Fuente: Directorio Mercantil de la Isla de Cuba para el año 1892 a 1893. (1892). Imprenta El avisador comercial.

Otro grupo de importancia a tener en cuenta entre los usuarios telefónicos en esta etapa inicial es el de los profesionales, especialmente los médicos y farmacéuticos, por una parte y abogados con notarios por la otra. La actividad de estas personas va a estar muy ligada a los sectores de mayor solvencia que precisaban –en muchos casos con urgencia- de los conocimientos y competencias de estos especialistas. Tales razones, permiten comprender que un grupo de ellos pudiera emplear los beneficios del teléfono prácticamente desde su introducción en la ciudad.

Para 1918, El acceso del estamento profesional a los servicios de telefonía evidencia un incremento (Figura 3.) Aun cuando sea apenas una muestra, esta es representativa y permite apreciar, por ejemplo, que junto a comerciantes, industriales y banqueros se hallan prácticamente en igualdad de condiciones los profesionales del derecho seguidos de los médicos, farmacéuticos y dentistas. Con independencia de los sesgos que las fuentes puedan encerrar, resulta interesante apreciar como los sectores profesionales aumentaron ostensiblemente su presencia casi a la par de los hombres de negocios. Los primeros, incluso tienden a diversificar su presencia en esta etapa pues se incluyen también otros profesionales como ingenieros, maestros de obras o agrimensores.

Figura 3. Gráfico que representa la composición socio-clasista de los usuarios de la red telefónica (1918)
Elaboración propia. Fuente: Rousseau, Pablo L. y Pablo Díaz de Villega. (1920). Memoria descriptiva, histórica y geográfica de Cienfuegos (1819-1919). Establecimiento Tipográfico El Siglo.

Tal y como ocurría en las ciudades y poblados norteamericanos, a finales del siglo XIX donde la mayoría de los primeros teléfonos se concentraban en establecimientos comerciales (Fernández y Matt, 2019, 88), en la región cienfueguera la telefonía empleóse inicialmente para el desarrollo de la actividad comercial mayorista y minorista. Luego se extendería a las actividades industriales, productivas, bancarias y profesionales. Ello evidencia el principal significado social que la telefonía generó en Cienfuegos: su utilidad en la actividad económico-profesional, que fue ampliándose en la medida en que esta tecnología se integraba cada vez más a la sociedad regional.

Cuando el proceso de transferencia tecnológica en curso lo permitió, los ingenios, fincas y otros asentamientos suburbanos y rurales pudieron utilizar la telefonía también para estos fines productivos o de servicios. Si bien muchos de los propietarios de estos enclaves rurales residían en la ciudad, la extensión del teléfono al ámbito rural vino a dotarlos de una dinámica diferente, que imprimía mayor ritmo a las relaciones sociales fuera del espacio urbano. La actividad agroindustrial de los centrales, por solo citar un ejemplo clave, recibió un impulso notable, toda vez que los centrales mismos fueron dotados de redes telefónicas que integraban mejor los distintos espacios de estos al tiempo que se comunicaban con la ciudad o con sus homólogos regionales, cuando el servicio de larga distancia se hizo efectivo.

A tenor de lo ya referido, otro importante significado social de la telefonía pudo haberse generado al interior de estos sectores rurales cuando la tecnología telefónica acortó las distancias entre lo rural, lo suburbano y lo urbano, haciendo un importante aporte como factor de integración territorial, aspecto al que ya otras tecnologías como el ferrocarril habían realizado importantes contribuciones. Tampoco es desdeñable el aporte de esta tecnología al fortalecimiento de los nexos región-nación estrechamente asociado a las posibilidades expeditas de comunicación entre regiones y el enlace permanente por esta vía con la capital del país desde 1912.

Como factor de ciudadanía moderna, el teléfono también reveló significados sociales importantes, pues en virtud del costo que implicaba acceder a sus beneficios, se convirtió en una herramienta de jerarquización social en la que ciertos grupos, clases y sectores se incluían y otros eran excluidos de la ¨comunidad telefónica¨. Poseer el teléfono otorgaba un status especial que contribuía a mantener y ampliar las cuotas de prestigio o poder que ya se poseían.

En el ámbito citadino, el teléfono desde su introducción en la década de 1880 cumplió -como ya hemos visto- una importante función social en el incremento de la capacidad de respuesta del cuerpo de bomberos de la ciudad ante los incendios que frecuentemente ocurrían. El hecho de que, al menos en los primeros tiempos, el cuartel de bomberos se erigiera en estación telefónica principal para estos casos, también habla de un elemento de racionalidad y progreso, inherente a una urbe moderna que es importante destacar, como expresión de la integración de la telefonía con su entorno social.

Durante el lapso del estudio, los significados sociales de la telefonía regional fueron sufriendo modificaciones en función de otros aspectos: de la evolución temporal misma de la práctica tecnológica desarrollada o de la variante utilizada por cada grupo de usuarios. Cada generación tuvo sus propias expectativas y se movía en un tempo diferente y ese tempo es en muchas situaciones menos rápido que el ritmo que dictan la tecnología y la vida modernas (Fernández y Matt, 2019, 88). Ello quiere decir que los usuarios telefónicos decimonónicos cienfuegueros percibieron los beneficios de la telefonía de modo distinto a aquellos otros que pudieron disfrutar los beneficios de la automatización o del servicio de larga distancia ya en la etapa republicana. De igual manera, los abonados de líneas públicas diferirían en sus valoraciones de los que tenían líneas particulares atendiendo a la calidad y al alcance de la comunicación, entre otros rubros que pudieron incidir en las diferentes percepciones sobre el servicio.

En materia de género, también puede resultar interesante el análisis sobre la significación social de la telefonía, habida cuenta del carácter patriarcal de la sociedad analizada. Ello se reflejaba fielmente desde luego en el acceso y disfrute de la tecnología objeto de estudio. Las mujeres, sobre todo al inicio en el que las funciones de la telefonía se encontraban más asociadas a las actividades económico-comerciales, debieron haber accedido con muy poca frecuencia a sus beneficios. Este panorama fue modificándose en la misma medida en que se avanzaba hacia las primeras décadas republicanas y el teléfono comenzaba a entrar con mayor regularidad en las viviendas cienfuegueras. Con toda seguridad habría que establecer diferencias entre la mujer urbana y la que no habitaba en la ciudad por las mismas razones ya analizadas.

Unos de los ámbitos más importantes en los que la significación social de la telefonía alcanzó mayor masividad fue el informativo-comunicacional. Más allá de que al utilizar personalmente el teléfono se informa y se comunica al propio tiempo, el alcance de esta dimensión se masifica, pues la prensa escrita amplificó el efecto de la telefonía a través de las diferentes noticias que muy pronto comenzaron a trasmitirse por esa vía, lo que agilizaba extraordinariamente su publicación. Sin dudas otra contribución del teléfono como factor de ciudadanía moderna.

En consecuencia, los potenciales beneficiarios de estas noticias recibirían el impacto indirecto de la telefonía y en algunos casos casi de modo imperceptible. Con la llegada de la Cuban Telephone Company a Cienfuegos y el servicio de larga distancia, el diario La Correspondencia fue el primero, del interior del país, en contar con esta prestación. La dirección de este se enorgullecía de haber sido de los primeros en dar la lista de la lotería nacional en la misma mañana del sorteo (Figura 4). La divulgación de este asunto mediante la prensa alimentaba y multiplicaba las esperanzas de las capas más humildes en hacerse ricos de un plumazo, tan solo pagando uno o varios billetes de lotería. Con ello y lejos de contribuir a mitigar la pobreza, esta se acentuaba aún más.

Figura 4. La Lotería Nacional dictada por teléfono de larga distancia y publicada el mismo día por el periódico La Correspondencia en Cienfuegos (1916)

La combinación cable telegráfico submarino-teléfono permitía incluso publicar noticias del extranjero en la prensa cienfueguera, si bien es cierto que ya el servicio cablegráfico tenía cierta tradición en la prensa perlasureña que se remontaba a finales de la centuria decimonónica. Las noticias por teléfono renovarían los despachos noticiosos, brindando primicias informativas cada vez más cercanas al tiempo real. El periódico El Comercio, por ejemplo, le dio seguimiento a la protesta armada de los Independientes de Color durante todo el tiempo que esta se mantuvo. Sin lugar a dudas, telefonía y prensa hicieron un buen equipo junto a los cablegramas para darle un vuelco a la trasmisión de noticias en cantidad y calidad.

Una de las dimensiones donde las redes telefónicas como símbolo del ideal de la modernidad, tienen profundas implicaciones, es la de su papel estratégico en la preservación de la soberanía nacional. Durante las primeras décadas de la etapa analizada (1882-1930), ni el contexto socio-político insular que se movía ¨entre imperios¨, ni el grado de madurez de la telefonía como práctica tecnológica posibilitaron que ello sucediera. Antes bien, a partir de 1909 con el despliegue del monopolio estadounidense Cuban Telephone Company, ocurrió un proceso de signo contrario. Para entonces y hasta 1959, la telefonía operaría esencialmente como una herramienta más de control político del capital estadounidense y la oligarquía doméstica sobre la economía y la sociedad cubanas. La región cienfueguera no constituyó, desde luego, la excepción a esta realidad.

8. CONCLUSIONES

Las tecnologías asociadas a las telecomunicaciones han jugado un papel medular en la configuración y consolidación de las relaciones de producción capitalista en el contexto de la modernidad. La telefonía, en particular, tuvo en Cuba un temprano escenario para los experimentos del inventor italiano Antonio Meucci y para su posterior introducción desde los Estados Unidos a finales de la década de 1870. Esta práctica tecnológica constituyó una pieza clave del proceso modernizador que alcanzaría mayor intensidad en la Isla hacia el último tercio del siglo XIX.

La introducción y expansión de la telefonía en la región de Cienfuegos entre 1882 y 1930 no resultó un hecho fortuito. Constituyó, el reflejo del esplendor socioeconómico y cultural alcanzado por la región y su urbe cabecera, asentado en la producción azucarera y la actividad comercial. En tal sentido, fue expresión de las necesidades económicas de la burguesía comercial polivalente. Su alcance estuvo inicialmente limitado al entorno citadino y la calidad del servicio telefónico era aún deficiente, pero con la llegada del nuevo siglo fue gradualmente expandiéndose a otros espacios de la sociedad regional, contribuyendo a configurar el sistema de relaciones asociado a la modernidad capitalista.

A partir de 1909, la Cuban Telephone Company asumió en la Isla las operaciones telefónicas fundamentales bajo nuevas pautas tecnológicas y organizativas. Ello posibilitó que la telefonía automática y el servicio de larga distancia fueran expandiéndose con mayor celeridad hacia los distintos puntos de la sociedad regional en un proceso que no estuvo exento de tensiones ni de contradicciones.

Durante el lapso analizado, la telefonía como práctica tecnológica, generó diversos significados sociales entre las diversas clases, grupos y sectores involucrados. Los más significativos se asociaron a la actividad económico-comercial, la jerarquización social, la integración intrarregional, la esfera informativo-comunicacional y a las limitaciones de la soberanía nacional.

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1. Para el caso de referencia se denominan conexiones punto a punto aquellas empleadas para conectar entre sí dos terminales o aparatos telefónicos no integrados a una red telefónica.

2. Se le denominaba estación por entonces al aparato telefónico instalado y conectado a una red telefónica particular, listo para funcionar.

3. Un magneto telefónico es un generador eléctrico de manivela que utiliza imanes permanentes para producir corriente alterna a partir de una armadura giratoria.